sábado, 2 de julio de 2016

El segundo semestre y la luz al final del túnel

La macro puede aguantar un segundo semestre de 
transición, pero baja la capacidad de consumo y 
no crece la inversión.


Por Cristian Folgar

El gobierno se enfrenta, como era previsible, al contraste entre las promesas de campaña y la realidad. A ello se suma el desafío político que implica administrar las expectativas cuando en lugar del "shock" se elige el "gradualismo".

De la promesa del "todos vamos a vivir mejor" de la campaña pasamos a "el nivel de vida de cierto segmento de la sociedad no era sostenible". De la lluvia de inversiones inmediata que se esperaba sólo por la asunción de un nuevo gobierno, pasamos a la masiva llegada de dólares financieros que todavía no se reflejan en un aumento significativo de la inversión privada. De la reactivación para el "segundo semestre" pasamos a la "luz al final del túnel", pero sin poder definir aún cuán largo es el túnel.

La inversión pública está arrancando, el campo y el complejo agroindustrial están empezando a mostrar buenas señales y los incrementos de los beneficios sociales sumados al cierre de las paritarias mejorarán la capacidad de consumo real de buena parte de la sociedad en lo que resta del año. Estos serán los tres pilares sobre los que se asentará la economía hasta, por lo menos, fin de año. Eso suponiendo que el Brexit tenga un impacto acotado, si la situación internacional se desmadra, el túnel nos parecerá infinito.

Entre los dólares financieros que vía créditos puedan tomar la Nación y las Provincias, sumado al blanqueo de capitales, no pareciera que la restricción externa o la financiación del déficit fiscal vayan a limitar al gobierno a corto plazo.

El punto es que el blanqueo se hace una sola vez y los préstamos hay que devolverlos. La reforma previsional pondrá el nivel del gasto público "inflexible" en un nivel más alto a futuro. ¿Quién puede discutir la justicia de pagarle más y mejor a los jubilados? El problema es que tenemos que juntar la plata todos los meses. Los préstamos que hoy tomamos, mañana tenemos que devolverlos. La macroeconomía puede tolerar todo un segundo semestre de transición. El tema es que si en el 2017 no empezamos a crecer en serio sobre bases sólidas, fuera del empuje que puede aportar el Estado, las cosas se van a complicar.

Inversión y deuda

Una discusión que debería empezar a darse es sobre la calidad de las erogaciones que hace el Estado con la deuda que estamos tomando. ¿Estamos seguros que la productividad de esas erogaciones permitirán repagar los préstamos que estamos tomando?. Si hay un país que sabe sobre la inconveniencia de endeudar al Estado para erogaciones improductivas somos nosotros, otra vez no deberíamos tropezar con la misma piedra.

Una cosa es endeudarse para financiar el Plan Belgrano y desarrollar infraestructura social y productiva en buena parte del país y otra muy distinta es, por ejemplo, aumentar los precios internos de la energía, manteniendo subsidios para no agravar la cuestión social y no impactar en los índices de precios, mientras que en el mismo momento YPF baja sus inversiones un 25%. Los mayores precios de la energía los pagan los usuarios o los contribuyentes (vía subsidios). Como el Estado tiene déficit parte de esas erogaciones se están financiando hoy con deuda, pero si esos fondos que transferimos de los consumidores o contribuyentes a las empresas energéticas no se reflejan en mantener o aumentar las inversiones, el esfuerzo no tiene sentido.

Basta ver lo que está pasando en las provincias productoras de hidrocarburos para darnos cuenta que las inversiones en ese segmento de la industria están bajando, ni siquiera se mantienen constantes. En un momento en el cual el Estado debe aumentar la demanda agregada se transfiere renta de los consumidores o contribuyentes a empresas que no invierten en la misma magnitud. Bajamos capacidad de consumo pero no la compensamos con inversiones. Asi, hoy la demanda agregada baja, cuando necesitamos que aumente. De eso debe tomar nota el gobierno. Si las inversiones en este sector las esperamos recién para el 2017, ¿Por qué en lugar de dar el aumento al gas natural de una única vez no se prorrateó en el tiempo en la medida que aumentan las inversiones?.

Está visto que nuestro Estado por sí mismo puede fomentar la demanda agregada por un tiempo, pero mucho más corto que el deseable. Si las inversiones privadas no empiezan a llegar en serio nos vamos a encontrar con el problema de cubrir las cuentas del Estado con un nivel más alto de erogaciones inflexibles y con la obligación de devolver la deuda (más sus intereses) que hoy tomamos.

¿Cuánto tardará la economía en atraer inversiones privadas productivas? Todo depende del escenario futuro que pueda diseñar el gobierno u ofrezca el mundo. Alguien invierte si supone que tendrá demanda para sus bienes y los podrá vender de manera rentable. La demanda por bienes locales puede venir del mercado externo o interno. Los empresarios usualmente no tienen mucho apuro por invertir, la ansiedad es de la sociedad o del gobierno, pero nunca de los inversores.

¿Podrá el gobierno administrar las ansiedades de la población, dar las señales y tomar las medidas necesarias para que la tan esperada lluvia de inversiones llegue? Para que esto ocurra no bastará sólo con “desactivar las bombas” heredadas y esta es justamente la pregunta que empezaremos a respondernos en el segundo semestre.

© LPO

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