sábado, 4 de junio de 2016

ENTREVISTAS / LITTO NEBBIA

"Las antinomias no sirven, retrasan y 
al final pagamos todos"

Litto Nebbia: "Yo soy un militante de la independencia musical".
Por María Gabriela Ensinck

Una casona del barrio porteño de Villa Urquiza, de esas con techos altos y patio al fondo es la sede de "Melopea", su sello discográfico y búnker musical. Allí, entre CDs, discos, instrumentos y consolas de grabación, Litto Nebbia está en su hábitat. Frente a un lustroso piano de cola, tarareando viejas canciones, el fundador de "Los Gatos" recibió a 3Días para charlar acerca del Bicentenario de la Independencia y lo que esta palabra, tan solemne y mencionada hoy, significó a lo largo de su vida como músico, artista exitoso y perseguido, emprendedor y militante de la cultura popular.

Nacido en Rosario, en un hogar humilde pero profundamente musical (su madre era concertista de piano y su padre cantante melódico), Félix Francisco "Litto" Nebbia, empezó su carrera artística muy temprano. A los 15 años, grabó su primer disco, y a los 17, junto con su banda "Los Gatos Salvajes", se vino a Buenos Aires a probar suerte y, sin quererlo ni saberlo, fundar un nuevo género: el rock nacional.

Cuenta la leyenda, y Litto no la desmiente, que una madrugada de 1967, junto a su amigo "Tanguito", en el baño del bar "La Perla" de Once, ambos compusieron "La Balsa", su primer hit y piedra fundacional del rock cantado en español.

Años más tarde, durante la dictadura, esa canción sería prohibida y Litto enfrentaría persecuciones y amenazas, lo que lo llevó al exilio en México. Peor suerte había corrido Tanguito, muerto en circunstancias dudosas en 1972, tras varias temporadas en la cárcel y el neuropsiquiátrico Borda.

Momentos tristes, angustiantes, pero también episodios de alegría y esperanza tamizan la vida de este artista popular, reflejándose en sus canciones, y en parte en esta charla distendida que mantuvo con 3Días.

- ¿Cómo te preparás para los festejos del 9 de julio siendo que en el reciente aniversario de la Revolución de mayo no hubo espectáculos musicales en la Plaza?
-Me dio pena que no hubo números artísticos ni gente en Plaza de Mayo. No sólo porque uno se había acostumbrado en los últimos años a esas fiestazas impresionantes, sino por la ausencia de la música. Y no se trata de armar un espectáculo que sale un millón de dólares, sino de organizarlo y convocarlo. Pero bueno... no se dio, y espero que esto sea algo transitorio. Entiendo que la preocupación hoy pasa por lo económico. Pero hubiese estado bueno que la gente pudiera salir a encontrarse y darse un abrazo. Me acuerdo lo que fueron los festejos del Bicentenario de la Revolución... No sólo porque toqué, sino porque después anduve caminando por ahí y era emocionante, había un millón de personas y no se veían discusiones, violencia ni ola de robos... La verdad es que había otro clima.

-Si se hace un festejo en Tucumán, ¿vas a participar?
-Sí, me contactaron de Tucumán y seguramente voy a estar, porque me encanta ir al Norte, allá hay un movimiento musical extraordinario que desgraciadamente no se conoce en Capital... Y también voy a filmar un saludo por la Independencia para la tele junto con otros actores y artistas, filósofos, escritores.

-¿Qué significa para vos la Independencia?
-Mi primer conocimiento de la Independencia fue, como la mayoría de nosotros, en la escuela. Se festejaba y uno no tenía la menor idea de lo que significaba. Después esa palabra va corriendo en tu vida y le vas encontrando otra cantidad de significados en la profesión, la política y tu forma de vida, hasta llegar a la independencia de los pueblos...

-¿Y cómo es ser un músico independiente?
-Yo soy un militante de la independencia musical. Decidí muy temprano apartarme del sistema discográfico formal, y hace 25 años fundé esto que es Melopea discos, en la casa de mi madre, donde estamos.

-¿Cómo fue crear tu propia discográfica?
-Cuando se me ocurrió esto de fundar un sello independiente, algunos lo entendieron como una empresa privada, o como si me hubiera comprado una lancha... Yo no lo hice pensando en el negocio, porque no tengo mentalidad empresaria. Tengo mentalidad artística y necesito la independencia porque es lo más importante para el arte. Tenés que tocar, escribir y publicar lo que a vos te surge y te nace, lo que hacés de corazón. Después te puede ir bien o mal económicamente, esa es otra historia.

-¿Cuándo decidiste ser músico?
-Tuve la suerte de comenzar muy pequeño. Grabé mi primer disco a los 15 años. O sea que desde los 15 tuve la posibilidad de pelear con los sellos, porque siempre quise grabar mis temas y lo que a mí me gusta. Nunca transé en cuanto a que tenés que grabar esto o aquello. Hasta los 30, trabajé para los sellos comerciales. Y mal no me fue porque vendimos seis o siete millones de discos.

-¿Cómo te adaptás a la digitalización?
-Nosotros tomamos lo que vemos más positivo de las técnicas de audio digitales, y también seguimos usando instrumentos en forma analógica. Tenemos una mesa Neve, con la que Los Beatles grabaron sus primeros dos discos. Hacemos solos de violín, y después enchufamos teclados.

-¿Estás produciendo a artistas nuevos?
-Hicimos muchísimos discos en estos 25 años. Melopea tiene un catálogo que parece el de una multinacional. Pero no es más que el empeño, el ingenio y las ganas de hacer cosas. Tenemos 600 álbumes, la mayoría de artistas argentinos, y también uruguayos. Tenemos mucha música instrumental: tango y folklore del bueno. Algo de bandas sonoras, mis discos personales y también algunas reliquias. Grabé los primeros discos de Adriana Varela y al polaco Goyeneche; dos discos de Virgilio Espósito, Héctor Stamponi, autor del tango "El último café", que este año cumpliría 100 años, y a quien vamos a hacer un homenaje.

-¿Seguís componiendo?
-Yo grabo 5 o 6 discos por año, con composiciones nuevas. Hago un poco de temas míos y otro poco que produzco. En julio va a aparecer un disco de Leo García, en agosto uno de Silvina Garré conmigo a dúo, que es un homenaje a Antonio Carlos Jobim, Tom Jobin, creador de la bossa nova, una de las mejores músicas que se hayan oído.

-¿Hasta qué punto la Bossa Nova influyó en la trova rosarina?
-Yo soy anterior a la trova rosarina. Vengo de Los Gatos Salvajes y los Gatos. Después vinieron Juan Carlos Baglietto, Fito Páez, Silvina Garré... nos conocemos y tocamos juntos, claro. Pero cada uno compone y toca lo que le viene a la cabeza, dictado por el corazón. Yo tuve la suerte, como mis viejos eran músicos, de escuchar mucha música desde chico. Cuando nació la bossa nova yo tenía 10 años, y llegó a casa el disco. Y a los 19, fui a Brasil y toqué con Jobim. Fui muy privilegiado, porque mis padres me acompañaron en esta pasión.

-En los 70, durante la dictadura, tuviste que exiliarte... ¿Qué te dejó esa experiencia?
-Me fui a México en la época brava de la dictadura. Salí cuando terminó el mundial ‘78, ya hacía más de un año y medio que estaba prohibido, no se podían pasar mis canciones ni podía tocar. Y llega un momento en que vivís en un estado de nervios tal que te volvés loco. Además, no tocás, no tenés trabajo, no existís... Aguanté hasta el mundial, justo el día en que cumplí 30, un 21 de julio, vendí un par de sintetizadores y saqué un pasaje a México. Me fui con un par de instrumentos y 60 dólares en el bolsillo.

-¿Por qué a México? ¿Tenías contactos allá?
-No, aterricé en México como podría haber aterrizado en Júpiter... Yo quería ir a un lugar hispanoparlante para poder seguir componiendo y cantando canciones en castellano. Y los mexicanos me ayudaron mucho. Son un pueblo con una solidaridad enorme. Empecé a pedir trabajo en las universidades que organizaban conciertos. Al principio fue difícil, porque no me conocían ni conocían ningún músico de Argentina, así como nosotros no conocíamos a los músicos mexicanos.

-¿Qué Argentina encontraste al volver?
-Volví en 1982, después de Malvinas, cuando el gobierno militar ya estaba débil y se había llamado a elecciones.

-¿Creés que la guerra de Malvinas y la prohibición de pasar música en inglés le dio un impulso al rock nacional?
-No, eso es un disparate. No estoy nada de acuerdo por la cantidad de muertos que dejó la guerra. Lo que hubo fue una reacción, de esas que hay a veces en el fútbol, en la música o en la política, cuando pasamos de un extremo al otro. De pronto éramos tan patriotas que no podíamos escuchar un disco en inglés, cuando toda la vida se escuchó música en inglés y nadie pasaba nuestros discos, porque además los habían tirado o quemado. Eso fue un acting, no una política cultural.

-¿Supiste por qué prohibieron tus canciones?
-Jamás. De la misma manera que mucha gente que fue secuestrada y torturada nunca supo por qué. Como el criterio de ellos era hacer desaparecer a la gente sin juicio y sin explicación, menos me la iban a dar a mí... Una vez, en el año 89, tuve la oportunidad de tocar en la Fragata Libertad. Resulta que yo estaba en Río de Janeiro y me invitó la tripulación. No tenía nada que hacer y acepté. En un momento uno de ellos me preguntó: ¿cómo nos ven a los militares? Yo no tenía nada para responder y le hice otra pregunta: ustedes me invitaron acá, siento que me aprecian. Entonces, ¿por qué no les preguntás a tus jefes por qué yo me tuve que ir del país?

-¿Les guardás rencor?
-No, gracias a Dios se me iluminó la cabeza y me di cuenta de que era una locura enfermarme por haber tenido que irme. Caí en una lista. Pasó lo que a veces pasa, persecuciones y enfrentamientos violentos por ideas políticas.

-¿Notás hoy un clima de intolerancia, la famosa grieta?
-La hay, pero la han creado. El argentino tiene en el fondo de su corazón esa cosa contra: Boca contra River, el tango contra el rock... Pero esas antinomias no sirven. Retrasan y al final pagamos todos...

-¿Seguís siendo peronista?
-Sí, soy peronista por mi madre, que adoraba a Eva, y cuando fue pasando la vida siempre tuve un reconocimiento por Perón y por Eva porque creo que la doctrina justicialista tiene un fuerte acento y preocupación por las clases populares. Más allá de que después surgieron nuevas interpretaciones del peronismo con las que en su mayoría no estoy de acuerdo. Tuve discusiones con peronistas y hasta estuve prohibido por peronistas. Pero estas divisiones son una chotada, no sirven.

-¿Cómo ves la gestión de este gobierno, en lo que te atañe, que es la Cultura?
-Creo que la gestión cultural no empezó todavía, porque hay muchos problemas económicos. Pero debería empezar, porque si uno asume un gobierno tiene que desarrollar todas las áreas. Y acá se va más el tiempo en hablar de cuántos fueron al final los desaparecidos o dónde guardó la plata Lázaro Baéz, y nadie está programando nuevas bandas de rock, de tango, de nada.

-¿Cómo enfrentás la situación económica en tu productora?
-Me sigo moviendo, pero no soy mister Músculo... Aumentó la luz pero no podemos cortarla porque la necesitamos para grabar y aumentan los materiales, muchos de ellos importados. Pero no podemos trasladarlo al precio de los discos o de las entradas... Parece que los artistas, los que hacemos esto con pasión, tenemos que vivir del aire. Me pasó de subirme a un taxi, y el tipo me pregunta a qué me dedico. Si le digo que soy músico, me dice "sí, pero de qué laburas"? (se ríe...)

-¿Qué lugar deberían ocupar la cultura y el arte popular, mirando hacia el futuro?
-Hay que revalorizarlas. La cultura y el arte son considerados bienes de lujo cuando hay otras necesidades. Pero no debería ser así. Entiendo que si una persona no tiene para comer no va a venir a verme o a comprarme un disco. Pero el cuadro de una persona que vive bien se completa no sólo con poder comer, comprarse una camisa o pagar la educación de sus hijos, sino también que pueda escuchar música o ir al cine. Si falta algo de eso, es que algo anda mal en el país.

© 3Días

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