jueves, 5 de mayo de 2016

Nunca creyeron en ella

Por Félix Lonigro (*)

El gobierno que condujo los destinos del país desde el 25 de mayo de 2003, a través de las gestiones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, jamás confió en las bondades del sistema republicano de gobierno, cuya principal característica es la división de poderes, y especialmente la independencia del Poder Judicial.

Los hechos ocurridos en ocasión de la declaración indagatoria de la ex presidente, son reveladores del desprecio que ella y sus seguidores tienen por la labor de los jueces, a la que juzgan y califican según quien sea el involucrado y no según los hechos que se investigan. Para el kirchnerismo, la legitimación popular que alguna vez tuvieron Néstor y Cristina, es un elemento inhibidor suficiente del accionar de los jueces, quienes, en esa línea de pensamiento, no deberían investigar (y mucho menos condenar) a quienes alguna vez han tenido apoyo popular.

En alguna oportunidad, cuando la Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró la inconstitucionalidad de la llamada ley de democratización de la justicia (en la que se disponía la elección popular de todos los abogados, jueces y académicos que integran el Consejo de la Magistratura), la entonces presidente se preguntó públicamente, en una de sus interminables cadenas nacionales, si un juez, a quien el pueblo no ha elegido, tiene derecho a anular una ley sancionada por un órgano cuyos miembros sí fueron votados por él.

Para los gobernantes populistas el pueblo solo es el conjunto de individuos que los vota y sigue; los demás, quienes eligen otras opciones y critican, son representantes de poderes ocultos destructivos de supuestas conquistas sociales, de buitres insensibles antipopulares, y de imperialismos malvados que solo desean el mal de la gente. Naturalmente que, para ellos, los fiscales que se animan a investigar a los gobernantes elegidos por ese pueblo, y los jueces que tienen la osadía de citarlos a declarar, también merecen la misma calificación.

No importa si hay elementos suficientes para iniciar investigaciones judiciales; los seguidores del modelo diseñado por Néstor y Cristina durante los doce años y casi siete meses en los que gobernaron a la Argentina, consideran que el accionar de la ‘Justicia’ es consecuencia de la maligna imaginación de operadores políticos que quieren perjudicar a sus mártires. Ellos jamás creyeron en ella.

Para el pueblo k, el amor incondicional por el líder está por sobre el Estado de Derecho, por sobre el sistema republicano, y aún por sobre la decisión de la mayoría del electorado que hace pocos meses decidió cambiar los destinos del país, votando un proyecto diametralmente opuesto al ejecutado por el régimen anterior.

Es cierto que la democracia encuentra su máximo sustento en el apoyo popular; pero su vigencia, lejos de ser incompatible con el Estado de Derecho (en el que los gobernantes deben acatar los límites impuestos por una Constitución Nacional) y con el sistema republicano (en el que aquellos deben permitir el libre funcionamiento del Poder Judicial), es complementario de éstos, sencillamente porque es el mismo pueblo el que, a través de sus representantes, ha diseñado la organización política y jurídica contenida en nuestra Ley Fundamental.

La aniquilación de conceptos cívicos elementales ha sido otro de los legados de la década gobernada por el kirchnerismo. Por allí también será necesario encarar un proceso de reconstrucción.

(*) Abogado constitucionalista

© El Cronista

0 comments :

Publicar un comentario