jueves, 5 de mayo de 2016

Industria nacional / DE ORTIBAS, BOTONES Y BUCHONES

Por Martín Risso Patrón

«[...] Con tu pinta de marmota laburando de llavero,
te pasabas buena vida, mejor que la que llevás.
Pero un giorno medio malo pa'escurrir de un entrevero,
desataste a la sin güeso y embarraste a los demás [..]. »

[«El batidor», Tango - Música: Ernesto de la Cruz -  Letra: Alfredo Marino...].

Hablame, rompé el silencio

Así dice el gotán que lleva por título “Tres años”, con música y letra de Juan Pablo Marín, aunque también se le atribuyen los versos a Pedro Fernández. Hace juego con “El batidor”, al menos para pensar lo que viene. Desconsuelo por el silencio de la amada que anticipa que el chabón está de raje, como cuando el chabón está de raje también pa’ evitar el entrevero y manda a la redonda al Mangrullo y el Mochila; al chueco Juancito Anguila y a Pascual el Metedor... y la púa que le embutieron a Pancho el Estafador.

“A qué viene esto Profe, inquiere Don Sencillo, [que fuma, fuma y fuma sentado en el umbral]; hay tanto batifufa, que dan ganas de silencio mire vea... O no ve la tele o escucha la broadcasting...”. Entonces agarré mi cuchara de sopar para enterarme de algunas diferencias, semánticas, que les dicen, acerca de ciertos personajes de cuño bien argentino, por dios: El Batidor [también conocido por batifufa], el Botón,  y el Buchón. Mate va y mate viene, el Viejo me comenta que hay sutiles pero profundas diferencias entre estos personajes que el lunfa con su eterna sabiduría consagra en el diccionario. Porque afirma mi amigo del campo popular, que ser Botón, es algo rentado ¿se entiende?, el sujeto cobra por su oficio en guita, en especies o libertad. La cana tiene informantes insertos en el campo del honor marginal, y así se asegura dos cosas: Subsistir de la punga, del latrocinio en serio o el escruche liso y llano sin que le toquen un pelo. El tonbo es un tipo execrable para ambos bandos, el que le paga y ese al que traiciona. Por lo general es carne de zanjón y nunca habrá memoria de su paso por la vida. Lo mismo que el Ortiba, vamos...

Mientras, el Buchón es el ingenuo que habla por que el aire es gratis, a veces, y las más, porque quiere quedar de tefrén a la mina que le banca un pucho y le inquiere pa´enterarse del money del vecino y así seducirlo para engordar su negocio de piernas bien bonitas. Tipo lamentable, el buchón, inofensivo a medias, que no espera tanto la paga como el reconocimiento de ser el mago de la información, aunque con eso reviente a giles y a santos del calendario.

Finalmente, tenemos al Ortiba, dicho esto en chamuyo del vesrre con entera falta de respeto por la profesión del sujeto. Peligroso, si los hay. Porque de él depende que la cana y Su Señoría vayan a la yugular de los que andan en la renga grande, o sea. El batidor, que de él se trata, es un deleznable personaje que vive un pacto de fidelidad con una banda, y sin esperar paga de la Justicia, canta hasta la marcha fúnebre de Chopin [gracias Daniel Salmoral por esta lúcida metáfora] sin que lo apuren, al trotecito nomás, cuando ve que las papas queman y generalmente dentro de la gayola, bien guardado.

Para hacerla corta, entonces el botón recibe su nombre por ser vigilante, por que anda pispiando como el policía [botón, por su indumentaria llena de esos brillantes adminículos llamados botones], pero disimulado en su andar como si fuera uno más de la tropa. Un traidor, también a la larga. Y se ha considerado arriba de este batimento, el fin de sus días... carne de zanjón. En tanto el buchón, pobre, cree que hace bien las cosas y genera unos líos que le valen palizas, mire vea, vengan de donde vengan.

Palabra aparte merece el batidor ya enunciado aquí. Ser detestable por donde se lo mire. Rompedor de la omertà jurada de por vida con la banda. Recuerdo en el 92 cuando la Cosa nostra tiene éxito en su cuarto intento por asesinar al juez Giovanni Salvatore Augusto Falcone, según relato ante la Justicia de Giovanni Brusca citado en las fuentes como “colaborador de la Justicia, y ejecutor del asesinato”. La omertà insanablemente rota, porque Salvatore Toto Riina (Corleone, 16 de noviembre de 1930) fue en gayola por toda su vida por la cantata de Brusca y otros.

¿Qué tenemos por aquí?

Por un lado, tenemos la galería de los ases del choreo que se inauguró no hace mucho en las galerías de Comodoro Py. Por el otro wing, tenemos a la flojísima mafia nacional, con tanto arrepentido, que de omertà, ni hablar. Doblemente traidores: Una, por traicionar a la República dibujando números de fantasía pero de estricto color verde para los capos, con una paga por demás jugosa... tan jugosa como sucia; la otra, por traicionar a su boss. Pa’ muestra, dos botones, digo, ortibas. Leonardo Fariña y Federico Elaskar. Niños tirando a bien, con impostura de finolis; y permítanme señalar a Fariña [30], por ser propietario de una gola que ni el Gran Caruso, mire.

Con su chuflín metrosexual se cantó todo, con tanta precisión, que se armó El Expediente en la historia nacional, que lleva por número de boleta el 3017/13, nombrado: “Báez Lázaro y otro, s/encubrimiento y asociación ilícita”.

La vamos a hacer cortita, Don Sencillo. La televisión ha llenado todos los huevos ya con tanta difusión de los detalles, que llama la atención tanta impudicia para anticipar incluso el texto de las declaraciones de tanto sujeto mediatizado al efecto. Lo que interesa, es escuchar a un ministro de Justicia y Derechos Humanos de la República, el abogado Germán Garavano [46] cuando muy suelto de cuerpo afirma en entrevista radial en La Red, un día de estos: “No interesa tanto perseguir judicialmente a los responsables, como recuperar el dinero robado”, refiriéndose al espeluznante latrocinio que comenzó a flotar en la cloaca rebasada cuando el Régimen de maloliente memoria se rajó por baranda sin tirar la cadena. A este custodio de los intereses republicanos, más le interesa la guita.

Ahí saltó la ficha, el complemento, lo que faltaba. De hecho, Fariña está excarcelado por S.S. Sebastián Cassanello [42], quien en el 2014 clausuró de clausura absoluta la investigación sobre la bóveda devenida bodeguita de Lázaro Báez, a instancias del fiscal Guillermo Marijuán [47], hoy empecinado en encontrar dinero soterrado en la inmensidad patagónica, en lugar de encontrar los vínculos en las entrañas de la asociación ilícita que nos gobernara durante tres períodos republicanos. De hecho, Cassanello afirmó que la expresidente CFK está excluida de la causa que se tramita, ya comentada aquí. Arrugó como un bandoneón luego del acto político que se comió en sus propias barbas hace unos días nomás. Acto liderado por la imputada en otra causa.

Así las cosas

Tengo tres cositas para cerrar este espiche, todas referidas al perfil de la Justicia federal nacional: 1] Un juez que investiga lo que se le ocurre, al parecer, para entretener al Pueblo con la noticia, al momento de perseguir dinero, y no los hechos; 2] Un ministro que dio cuenta de esa circunstancia: Importa el vento, no la conducta delictiva, según su parecer, y 3] El principal Ortiba que con su estampa tan especial debe haber hecho las delicias en la redonda, y que se cantó todo dentro y fuera de la Justicia, y ahora está excarcelado para su propio riesgo.

Bastante coherente este menjunje, porque mientras de él se habla, el lobbista Juan José Aranguren [61], CEO [Chief Executive Officer] de la Shell, ministro de Energía nacional, y a contrapelo de la Economía, sube por tercera vez el precio en la calle de los combustibles, mientras por su lado baja el precio internacional del petróleo, con el socorrido argumento de “...hay que generar condiciones para el empleo...” y le mete al Pueblo una mecha así de grande, como un trépano de buscar petróleo. Pero eso es otra historia.            

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