jueves, 31 de marzo de 2016

Los errores del pasado no deberían ser una excusa

Deben intensificarse los planes y la asistencia para 
los más necesitados.

Por J. Valeriano Colque (*)
Los argentinos se aprestan a sufrir otro duro golpe para sus bolsillos con los anunciados aumentos en las naftas, en el gas natural y en el transporte metropolitano, según las parciales informaciones que difundió el Gobierno nacional.

El fundamento es la necesidad de sincerar los precios para evitar un déficit fiscal millonario, con el que se solventaron tarifas y precios baratos para toda la sociedad, en forma independiente al poder de compra de cada consumidor.

El desfase entre los precios de exploración, refinación y distribución de los combustibles determinó que un país con ricas reservas en materia de petróleo y gas natural debiera importar esos productos a precios exorbitantes, en maniobras sospechadas de corrupción.

Luego de años de autoabastecimiento, Argentina debió comprar petróleo crudo y adquirir numerosos envíos de gas. Varias facturas de esas costosas operaciones aún se adeudan.

El transporte en la Ciudad de Buenos Aires y en el conurbano bonaerense cuesta–en promedio– entre un tercio y la mitad de lo que se paga en otras ciudades.

El sinceramiento del precio de las tarifas, de los combustibles y de los alimentos, por el impacto de la devaluación y de la eliminación de las retenciones, es una medida necesaria para sacar a la economía del estancamiento que se produjo entre 2011 y 2015.

Pero esa puesta al día debió aplicarse en forma coordinada con las negociaciones paritarias, pues muchos trabajadores del sector privado aún no renovaron el acuerdo salarial para este año.

El dilema es afrontar precios nuevos con salarios viejos, al igual que los beneficiarios del sector pasivo, ya que el aumento de unos 400 pesos en el haber mínimo es apenas un paliativo ante la inflación.

Este esquema implica un ajuste para bajar los precios en función de un menor consumo y a la espera de mayores inversiones. Aunque esto es cierto, el Gobierno nacional no lo enunció así en su plataforma electoral ni cuando difundió las primeras medidas.

Resulta imperioso atender la cuestión social, pues los institutos de economía privados están advirtiendo sobre un incremento de la pobreza, fruto del aumento de precios.

Los dirigentes del kirchnerismo que enarbolan la bandera de la pobreza como un escándalo de la gestión de Mauricio Macri deberán recordar que durante los 12 años de la administración anterior se eludió hablar del tema en los actos oficiales y de tratar sus causas más profundas.

Los errores del pasado no deberían ser una excusa para que las actuales autoridades intensifiquen los planes y la asistencia para los más necesitados.

El Estado debe acudir en forma urgente a mitigar las necesidades de los sectores más vulnerables al mismo ritmo que afronta las impopulares medidas para sincerar los precios de la economía.

(*) Economista

© Agensur.info

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