sábado, 27 de febrero de 2016

Macri y Francisco coinciden en la agenda política

Por Román Lejtman
Pese a sus diferencias ideológicas, y al frío que caracteriza sus relaciones personales, coincidieron en la necesidad de un programa de gobierno destinado a terminar con la pobreza, atacar al narcotráfico y cerrar las heridas en la sociedad. 

En la intimidad del Papa aún se comenta la traición de CFK.

“Avanti”, le dijo el Papa al Presidente argentino en la entrada de la Biblioteca Apostólica, escenario que utiliza en el Vaticano para recibir a los jefes de Estado. La reunión duró 22 minutos, un tiempo mínimo que usaron Macri y Francisco para exponer sus perspectivas respecto a la Argentina y el mundo. Pese a sus diferencias ideológicas, y al frío que caracteriza sus relaciones personales, el Presidente y el Papa coincidieron en la necesidad de un programa de gobierno destinado a terminar con la pobreza, atacar al narcotráfico y cerrar las heridas abiertas en la sociedad.

La reunión dejó satisfecho a Macri. El Presidente no quería montar una escena política y fue preciso cuando diseñó su encuentro con Francisco. La conversación a solas recorrió los ejes de su programa de gobierno y fue formal en toda su dimensión. “Estoy feliz; sucedió como habíamos pensado”, comentó Macri a este enviado especial.

En el Vaticano, se hizo un balance similar. Francisco observa al mundo de manera distinta que Mauricio, pero reconoce sus intenciones para lograr la caída de los índices de pobreza, atacar al narcotráfico y recomponer el tejido social tras ocho años de Cristina Kirchner.

En la intimidad del Papa aún se comenta la traición de CFK, cuando le prometió que Julián Domínguez sería candidato a gobernador por el oficialismo. Y en este sentido, aunque jamás lo reconocerán en público, Francisco prefiere una relación distante con Balcarce 50, que los largos almuerzos en Santa Marta para equilibrar los inestables humores de Cristina.

Por eso, el encuentro en la Biblioteca del Vaticano implica una enseñanza política para ambos jefes de Estado. Macri deberá transformar en una simple anécdota personal sus ácidos encuentros con Bergoglio, y el Papa asumir que su nivel de influencia política en la actual administración será a cuentagotas y en temas puntuales y específicos.

Cuando terminó el encuentro a solas, se abrieron las puertas de la Biblioteca y Juliana Awada entró para saludar a Francisco. Siete segundos más tarde, ingresó la delegación oficial y se intercambiaron los regalos. Fue una ceremonia que duró 10 minutos por reloj. Un poncho, un crucifijo y una colección de música nacional, regaló el Presidente al Papa. Una medalla instando a la conciliación, y dos documentos religiosos que exhiben el pensamiento puro de Francisco, se llevó Macri del Vaticano.

Después, el Papa estrechó la mano del Presidente y se marchó.

La cumbre había terminado y los resultados aparecen sin eufemismos. Coincidencia en la agenda institucional, posible viaje de Francisco a la Argentina en 2017 y la obvia comparación con los encuentros protagonizados por CFK, cuando se apoyaba en el Vaticano para demostrar que su proyecto de poder era perpetuo.

Ya se sabe que en política, no es cuestión de tiempo, sino del juicio de la Historia.

© Cronista.com

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