viernes, 18 de diciembre de 2015

Ernesto Sanz no se fue a ningún lado

Por Ana Gerschenson
Ni se fue a su casa con su esposa Cristina, ni a su estudio familiar, y mucho menos abandonó la política. Ernesto Sanz es un asesor sin cargo del presidente Mauricio Macri. Llevan su sello la catarata de decretos de necesidad y urgencia que firmó el Presidente en apenas una semana, y la polémica decisión de designar a dos jueces de la Corte Suprema de Justicia en comisión.

El mendocino es hombre de consulta permanente de Macri. Y le aconsejó, desde un principio, aprovechar el receso del Congreso para generar mayor gobernabilidad a través de medidas que se concreten rápidamente vía DNU. Así, el Gobierno se evitará, por lo menos hasta marzo, lo que será una negociación desgastante con la oposición, especialmente con el peronismo, todavía con perfil indefinido. Después, sin mayoría en ninguna de las dos cámaras, deberá atenerse a los tiempos que las negociaciones con todos los partidos opositores impongan.

El ex presidente del radicalismo tiene una oficina en pleno funcionamiento en Buenos Aires, adonde planea viajar, en principio, tres veces por semana. "En 2009, también nos había anunciado que volvía a Mendoza y decidía no presentarse para ser reelecto como senador pero, unas semanas después, la política pudo más", confió a 3Días un antiguo colaborador de Sanz, que hoy lo ve tan activo como siempre.

Claro que ninguno, ni propios ni ajenos entienden que haya tirado por la borda tanto en tan poco tiempo: rechazó el ministerio de Justicia y dejó al radicalismo sin interlocutor frente al PRO después de la segunda vuelta, que selló el triunfo de Macri. ¿Era demasiado poco? ¿Le quedaba chico un ministerio? ¿Quería ser jefe de Gabinete y no pudo? Todas preguntas que ni siquiera en su entorno político se animan todavía a contestar con certeza.

Sin embargo, a Sanz lo ven interactuar con el Presidente como si formara parte activa del gobierno macrista. A los consejos sobre los DNU, hay que agregarle la riesgosa decisión de Macri de nombrar por decreto a dos jueces de la Corte Suprema en comisión. No hay ninguna posibilidad de que el titular del Alto Tribunal desconociera la movida. Sanz y Ricardo Lorenzetti son amigos desde los tiempos de la Universidad del Litoral, donde ambos se recibieron de abogados.

Y el radical fue el primer y más firme defensor de lo hecho por el Presidente. Incluso, cuando las críticas arreciaron desde algunos sectores del radicalismo (léase Julio Cobos, Ricardo Alfonsín, Ricardo Gil Lavedra), el mendocino se atrevió a revelar que los nombramientos fueron "a pedido de la Corte".

De hecho, Lorenzetti, a horas de la noticia, lo primero que expresó fue su "beneplácito" por los nombramientos. Claro que ni Macri, ni Sanz, ni el titular de la Corte esperaban tantas críticas sobre la constitucionalidad de una medida utilizada por última vez en 1852.

El ex senador no dudó en movilizar a la cúpula de la UCR, como para que no queden dudas de que el partido institucionalmente estaba a favor de las polémicas designaciones, en las que Sanz también estuvo involucrado.

Sanz, que no tiene ningún cargo partidario y recordemos que anunció que se iba a su casa, llevó el miércoles a la Casa Rosada a José Corral, el intendente santafesino que impulsó como nuevo jefe del radicalismo. Participó de la reunión, pero no de la conferencia de prensa en la que luego Corral expresó su respaldo a la iniciativa de Mauricio Macri con los jueces de la Corte.

El ex senador radical también se encarga de que los suyos ocupen cargos en las segundas líneas, especialmente en el ministerio de Justicia. Su mano estuvo presente en la creación de la nueva secretaría de Estado para seguir la causa del atentado a la AMIA y la investigación de la muerte del ex fiscal, Alberto Nisman.

Está claro que Ernesto Sanz anunció que se iba, pero nunca se fue. Sigue siendo el armador, el consejero y el asesor presidencial sin cargo. Pero, sin dudas, con el poder de su influencia intacto.

© 3D

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