viernes, 5 de junio de 2015

La inflación se comerá lo acordado en las paritarias

Por J. Valeriano Colque

Aunque hay coincidencia en que, con una mejora promedio del  27 %, los salarios terminarían igualados en el mejor de los casos con la inflación de este año, también es bueno advertir, por otro lado,  que subas superiores al  30 % generarán más aumentos de precios ante la ausencia de políticas de fondo para combatir la inflación.

La falta de estadísticas creíbles complica aún más las negociaciones paritarias. Mientras que para el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) el índice de precios al consumidor sumó en el primer cuatrimestre un acumulado del 4,6 %, la denominada “inflación Congreso” trepa en el mismo período al 7,91 %.

Al ancla cambiaria, este año el Gobierno decidió sumarle el ancla salarial para contener con más elementos la inflación. Desde el punto de vista de un trabajador, en el mejor de los casos, va a tener un salario real constante respecto al del año pasado.

La  inflación  que  se  proyecta  para  2015  va  del  27  al  30  %,  pero  hay  que  remarcar  que  los trabajadores se quedarán con la pérdida salarial de 2014, que fue aproximadamente de 6 puntos y que no van a recuperar.

“No está mal” el techo paritario ante la ausencia de políticas de fondo que permitan estabilizar la economía. No obstante, no es la vía lógica para estabilizar la economía; la solución de fondo es reducir el déficit fiscal y controlar la emisión de pesos. Si se habilitan aumentos superiores al 30 %, habrá más inflación y habrá que devaluar más. Y si no se devalúa hay más aumentos de costos en dólares para la producción. Todo el mundo intenta trasladar la suba salarial a los precios, aunque en una economía estancada tampoco hay tanto margen de subir precios.

Si se sube salarios lo más probable es que las empresas pierdan rentabilidad y por eso están de alguna manera en línea con el Gobierno para contener la suba salarial.

La caída del  salario real produce una contracción del  consumo. Lo que habrá es una veranito cuando se dé el  primer tramo de aumento, que muchos lo cobrarán en junio. Pero cuando los asalariados lleguen a diciembre van a sentir  que tiene el  mismo poder  adquisitivo que el  año pasado. Obviamente el Gobierno quiere tener un veranito previo a las elecciones.

Para los trabajadores que tributan el Impuesto a las Ganancias, un aumento del 27 % implicará en sus bolsillos una mejora efectiva de sólo 21 %.

Discusión estéril. Un tope salarial del 27 o 30 % es en realidad una discusión estéril si no se hace en el marco de un plan antiinflacionario integral.

Lo primero que hay que reconocer es que claramente estamos en un proceso de inflación inercial, donde la inflación aumenta, aumentan los pedidos salariales, aumentan los costos, aumentan los precios y hay una carrera de precios-salarios.

Lo que hay que mirar es la evolución del salario real, ya que un 25, 27 o 30 % de aumento tiene significado a partir de cómo termine la inflación.

El  Gobierno  nacional  está  queriendo  limitar los  aumentos  porque  reconoce la situación inflacionaria.  Pero el  problema es  que,  como no tiene un Indec creíble, esa situación le está jugando en contra. Una de las patas de la solución integral es ir bajando la inflación inercial y cerrar este año en un 27 % y si la inflación se dispara por encima del 27 % volver a conversar. Pero como no hay  estadísticas  creíbles,  los  gremios  no  saben  sobre  qué  fundamentamos  decir  si  están ganando o perdiendo.

La situación es muy compleja, ya que hay sectores que le vienen ganando a la inflación pero hay otros que vienen perdiendo y después de varios años de este fenómeno las diferencias son muy grandes y por eso enfocarse en un porcentaje es problemático. Con un porcentaje similar para todos, se le está pidiendo a un sector de los trabajadores aceptar permanentemente un sueldo menor.

La inflación de este año dependerá de la paritaria y en términos de recesión la economía va a seguir bastante estancada. El problema es que hay una total falta de credibilidad en el Gobierno y en  las  estadísticas  y  plantear  ahora  sobre  final  de  mandato  un  plan  antiinflacionario  es problemático.

Brasil está teniendo muchos problemas y Argentina depende mucho del vecino país. Hasta octubre daría la impresión de que se contendrá una devaluación y la gran pregunta es qué pasará después de las elecciones.

Cortina que impide ver el problema de fondo

El tope que puso el Gobierno a las paritarias es una cortina que impide ver el problema de fondo, que es disminuir la inflación.

Podemos discutir del 27, 30 o 35 % de aumento salarial, pero si seguimos con la inflación que tenemos es una carrera permanente que no terminamos nunca y en la que en historia del país siempre terminaron ganando los precios.

Hay aumentos que se están dando, que en muchos casos no son por productividad,  terminan trasladándose a los precios y se convierten en un círculo vicioso que retroalimenta la inflación.

Si se analizan los aumentos que se vienen dando desde el sector industrial, en la mayoría de los casos superaron la inflación. No obstante, el poder adquisitivo del salario no es el mismo porque ha venido  perdiendo  con  respecto  a  los  precios,  por  eso  también  parte  de  los  gremios  plantea recuperar lo perdido.

El tema de los porcentajes tiene que ver con cada sector porque es verdad que por ahí los pisos desde los cuales se arranca no son los mismos.

Si bien hay una desaceleración de los precios que tiene como causa principal el nivel de recesión, lo que hay que lograr son medidas de fondo que generen confianza, que reactiven la economía, para que haya más inversión y el país pueda volver a ponerse en marcha.

Otro gran problema que no se logra resolver es la gran cantidad de empleo informal. Parece que ahí hay que poner el foco, porque la brecha existente entre el formal y el informal es muy grande. Recordemos que hay una gran cantidad de argentinos que no solamente no recibe aumentos sino que tampoco tiene ningún tipo de cobertura.

(*) Economista

© Agensur.info

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