Por J. Valeriano Colque |
Aunque hay coincidencia en que, con una mejora promedio
del 27 %, los salarios terminarían igualados
en el mejor de los casos con la inflación de este año, también es bueno
advertir, por otro lado, que subas
superiores al 30 % generarán más
aumentos de precios ante la ausencia de políticas de fondo para combatir la
inflación.
La falta de estadísticas creíbles complica aún más las
negociaciones paritarias. Mientras que para el Instituto Nacional de
Estadística y Censos (Indec) el índice de precios al consumidor sumó en el primer
cuatrimestre un acumulado del 4,6 %, la denominada “inflación Congreso” trepa
en el mismo período al 7,91 %.
Al ancla cambiaria, este año el Gobierno decidió sumarle el
ancla salarial para contener con más elementos la inflación. Desde el punto de
vista de un trabajador, en el mejor de los casos, va a tener un salario real
constante respecto al del año pasado.
La inflación que
se proyecta para
2015 va del
27 al 30
%, pero hay
que remarcar que
los trabajadores se quedarán con la pérdida salarial de 2014, que fue
aproximadamente de 6 puntos y que no van a recuperar.
“No está mal” el techo paritario ante la ausencia de
políticas de fondo que permitan estabilizar la economía. No obstante, no es la
vía lógica para estabilizar la economía; la solución de fondo es reducir el
déficit fiscal y controlar la emisión de pesos. Si se habilitan aumentos
superiores al 30 %, habrá más inflación y habrá que devaluar más. Y si no se
devalúa hay más aumentos de costos en dólares para la producción. Todo el mundo
intenta trasladar la suba salarial a los precios, aunque en una economía
estancada tampoco hay tanto margen de subir precios.
Si se sube salarios lo más probable es que las empresas
pierdan rentabilidad y por eso están de alguna manera en línea con el Gobierno
para contener la suba salarial.
La caída del salario
real produce una contracción del
consumo. Lo que habrá es una veranito cuando se dé el primer tramo de aumento, que muchos lo
cobrarán en junio. Pero cuando los asalariados lleguen a diciembre van a
sentir que tiene el mismo poder
adquisitivo que el año pasado.
Obviamente el Gobierno quiere tener un veranito previo a las elecciones.
Para los trabajadores que tributan el Impuesto a las
Ganancias, un aumento del 27 % implicará en sus bolsillos una mejora efectiva
de sólo 21 %.
Discusión estéril.
Un tope salarial del 27 o 30 % es en realidad una discusión estéril si no se hace
en el marco de un plan antiinflacionario integral.
Lo primero que hay que reconocer es que claramente estamos
en un proceso de inflación inercial, donde la inflación aumenta, aumentan los
pedidos salariales, aumentan los costos, aumentan los precios y hay una carrera
de precios-salarios.
Lo que hay que mirar es la evolución del salario real, ya
que un 25, 27 o 30 % de aumento tiene significado a partir de cómo termine la
inflación.
El Gobierno nacional
está queriendo limitar los
aumentos porque reconoce la situación inflacionaria. Pero el
problema es que, como no tiene un Indec creíble, esa situación
le está jugando en contra. Una de las patas de la solución integral es ir
bajando la inflación inercial y cerrar este año en un 27 % y si la inflación se
dispara por encima del 27 % volver a conversar. Pero como no hay estadísticas
creíbles, los gremios
no saben sobre
qué fundamentamos decir
si están ganando o perdiendo.
La situación es muy compleja, ya que hay sectores que le
vienen ganando a la inflación pero hay otros que vienen perdiendo y después de
varios años de este fenómeno las diferencias son muy grandes y por eso
enfocarse en un porcentaje es problemático. Con un porcentaje similar para todos,
se le está pidiendo a un sector de los trabajadores aceptar permanentemente un
sueldo menor.
La inflación de este año dependerá de la paritaria y en
términos de recesión la economía va a seguir bastante estancada. El problema es
que hay una total falta de credibilidad en el Gobierno y en las
estadísticas y plantear
ahora sobre final
de mandato un
plan antiinflacionario es problemático.
Brasil está teniendo muchos problemas y Argentina depende
mucho del vecino país. Hasta octubre daría la impresión de que se contendrá una
devaluación y la gran pregunta es qué pasará después de las elecciones.
Cortina que impide
ver el problema de fondo
El tope que puso el Gobierno a las paritarias es una cortina
que impide ver el problema de fondo, que es disminuir la inflación.
Podemos discutir del 27, 30 o 35 % de aumento salarial, pero
si seguimos con la inflación que tenemos es una carrera permanente que no
terminamos nunca y en la que en historia del país siempre terminaron ganando
los precios.
Hay aumentos que se están dando, que en muchos casos no son
por productividad, terminan trasladándose
a los precios y se convierten en un círculo vicioso que retroalimenta la inflación.
Si se analizan los aumentos que se vienen dando desde el
sector industrial, en la mayoría de los casos superaron la inflación. No
obstante, el poder adquisitivo del salario no es el mismo porque ha venido perdiendo
con respecto a los precios,
por eso también
parte de los
gremios plantea recuperar lo
perdido.
El tema de los porcentajes tiene que ver con cada sector
porque es verdad que por ahí los pisos desde los cuales se arranca no son los
mismos.
Si bien hay una desaceleración de los precios que tiene como
causa principal el nivel de recesión, lo que hay que lograr son medidas de
fondo que generen confianza, que reactiven la economía, para que haya más
inversión y el país pueda volver a ponerse en marcha.
Otro gran problema que no se logra resolver es la gran
cantidad de empleo informal. Parece que ahí hay que poner el foco, porque la
brecha existente entre el formal y el informal es muy grande. Recordemos que
hay una gran cantidad de argentinos que no solamente no recibe aumentos sino que
tampoco tiene ningún tipo de cobertura.
(*) Economista
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