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| Por Ana Gerschenson |
Cuestionado por sus gestos de respaldo al gobierno
kirchnerista, el Papa argentino se esforzó en los últimos días por tomar
distancia de la presidenta Cristina Kirchner. Especialmente por su minimización
de la pobreza en la Argentina y por la insistente embestida de los legisladores
K contra el juez de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Fayt.
La última entrevista entre Cristina y Francisco no fue tan
cálida ni fluída como sus encuentros anteriores. La Presidenta dijo que
dialogaron mayormente sobre temas internacionales durante más de una hora y
media, pero las rispideces sobre política, narcotráfico y pobreza en la
Argentina fueron parte del temario, según supo 3Días de varias fuentes informadas.
"Hablamos de dos temas de la Argentina: uno fue la
remodelación de la Basílica de Luján y el otro, el del traslado del sable del
general San Martín realizado durante los festejos de la Semana de Mayo",
dijo la Presidenta, mientras que El Vaticano definió con un escueto
"cordial" la reunión privada que, esta vez, no fue en Santa Marta
sino en el Aula Magna de la Sala Paulo VI.
Dos movidas poco amigables autorizadas por El Vaticano
preocupan al Gobierno por estos días. Primero, la reacción inmediata de la
Iglesia argentina a las aseveraciones de Cristina sobre la erradicación del
hambre durante su Gobierno y la medición de la pobreza en menos del 5%, cuando
hace dos años que no hay cifras oficiales. CFK lo dijo en su discurso ante la
FAO, un día después de ver al Papa. En Buenos Aires, el presidente del Episcopado,
monseñor Arancedo, salió de inmediato al cruce de Cristina: avaló la medición
del Observatorio para la Deuda Social de la UCA, que sostiene que el 27,5% de
los argentinos viven en la pobreza.
Se sabe; nadie pronuncia palabra en la Iglesia argentina sin
la anuencia de Francisco. Por eso, la carta que el arzobispo Mario Poli le
envió al atacado juez Fayt, también encendió algunas alarmas -silenciosas- en
la Casa Rosada.
"Motiva mi carta el cuestionamiento a vuestra persona,
porque entiendo vulnera no sólo el orden constitucional sino las normas éticas
fundamentales de la convivencia pacífica", escribió Poli, sucesor de Jorge
Bergoglio en la Catedral Metropolitana, quien no podría haber mencionado al
Papa sin autorización en su mensaje a Fayt. Y así lo hizo: "Tuve la suerte
de formarme como obispo junto al que ahora es el Papa Francisco, conozco su
pensamiento ante el atropello y postergación de los ancianos por el sólo hecho
de serlo. Ante quienes pensaban en marginar a nuestros mayores", afirma el
arzobispo y continúa con palabras que no sólo tienen al juez como destinatario,
sino a la Presidenta: "El entonces cardenal Bergoglio decía que lo más
fácil e injusto es aplicar la cultura del volquete cuando la historia por el
momento nos enseña que son necesarios el respeto y valoración de cada etapa de
la vida. Constituye la verdadera riqueza del pueblo que desea afirmarse en su
destino de Nación".
Claro que, aunque el kirchnerismo está acostumbrado a
contestar con vehemencia a cualquier crítica pública, en este caso, y en tiempo
de campaña, ambas observaciones de la Iglesia fueron ignoradas por los
funcionarios K, a pesar del malestar interno que han generado.
No ayudan tampoco ciertas rispideces en la relación que
mantiene el Papa con el actual embajador argentino en la Santa Sede, Eduardo
Valdés. Básicamente, porque ha tenido cortocircuitos protocolares con El
Vaticano. Hay mensajes desde el kirchnerismo que debieron llegar antes de los
encuentros entre Francisco y Cristina que nunca llegaron. Así lo indica una
fuente de extrema cercanía con El Papa.
Por lo pronto, en la Casa Rosada esperan que las críticas de
la Iglesia a acciones del Gobierno hayan terminado. Entienden que, al ser un
jefe de Estado, el Papa sólo puede hablar a través de sus representantes
locales. Por eso, harán todo lo posible para acotar el perjuicio electoral que
podría generar un enfrentamiento con una figura global como el Papa.
Cristina quiere, además, recomponer los malos entendidos
antes de septiembre, cuando espera encontrarse con Francisco durante su visita
Cuba, justo un mes antes de las elecciones generales de octubre.
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