lunes, 22 de septiembre de 2014

¿Modelo?

Por Germán Gegenschatz
“Parece que en la política pocos percibieron que al abrazar la democracia con república, se renunciaba a la idea de imponer modelos absolutos y permanentes.”

La recurrencia de problemas tales como la inflación, la disparada del dólar, la conflictividad social, el déficit fiscal y dada la situación actual cabe preguntarse que es un “modelo”, que tanto sirven los llamados “modelos” o “proyectos” y sobretodo, como se han querido aplicar.

Qué son los modelos

Lo más frecuente es la explicación económica del problema y su solución. Se abren los debates abstractos entre heterodoxos y ortodoxos, digo abstractos porque los primeros terminan haciendo ajustes como los de principios de este año, y los segundos controlando al dólar y manteniendo el déficit fiscal como en los noventa.

También hay explicaciones políticas, entran en escena las supuestas diferencias e ideologías de los partidos o grupos para capear el temporal, nuevamente abstractas ya que hemos percibido sensibilidades diferentes frente a los problemas generados por un gobierno, dependerá de si se forma o no parte del mismo. Traigo a modo de ejemplo al locutor “VHM” que, más sensible a las necesidades del gobierno que a la tragedia de la pobreza, alabó la vida en la villa hasta sugiriendo que puede mudarse allí.

Los “modelos”, que son un combo de ideas económicas asociadas a una visión y acción política determinada, no resultaron más eficientes o coherentes que sus ingredientes básicos, y antes de ser comprendidos por la sociedad fueron abatidos por la realidad.

¿Sirven los modelos?

Puede que en vez de discutir “modelos” convenga hablar, dado los sucesivos fracasos, de la viabilidad misma de “modelar” desde el estado a toda la sociedad. Hagamos un repaso breve de cómo funcionó en la economía la idea de “modelar” a todos bajo supuestos “modelos” salvadores, más allá de sus mayores o menores méritos políticos.

El modelo Alfonsinista fue más parecido que diferente al actual, comparten la potencia a nivel discurso y su baja realización en los hechos, lo que se torna más evidente en esta etapa final. El “modelo 90” fue un combo de convertibilidad + consenso de Washington, y nació tirando por la borda el “modelo” Alfonsinista. El “modelo” actual se desarrolla sobre el desmantelamiento del anterior caracterizado por convertibilidad-estabilidad-privatizaciones. De la convertibilidad se salió de golpe, de las privatizaciones se va saliendo más lentamente y a la inflación se llega progresivamente, aunque desde el primer día se ejecutaron las medidas que hacían prever este desenlace.

Si miramos el escenario, en trazos bien gruesos, la crisis actual guarda más una diferencia de proporciones que de contenidos respecto de los finales de los modelos precedentes, ocurridos en 1989 y 2001. La devaluación está presente, la inflación, el aumento de desocupación, el conflicto grave con el exterior, el déficit fiscal, una paz social signada por la inestabilidad, es decir, los mismos problemas en distintas proporciones e intensidades.

También observamos que cada “modelo” se aplicó más sobre la base de una supresión del anterior que de una evolución a partir de corregir lo recibido.

Los 90 desmantelaron el estado de empresas públicas, todo lo que se pudo en el tiempo que estuvo. Esta etapa está desandando aquello todo lo que ha podido, empezando con la convertibilidad, la independencia del BCRA, las privatizaciones, la alineación internacional y así podemos seguir.

Por lo visto esto de querer “modelar” a todos sobre la base de diferentes “modelos” ha tenido un resultado poco alentador, entonces cabe preguntarse: ¿por qué se hacen las cosas de la misma manera, a pesar de los resultados obtenidos?

Cómo se han aplicado los modelos

Una respuesta pude ser que en las etapas de mayor autoritarismo en Argentina se produjo, como subproducto “político”, el aplicar modelos de manera excluyente a todas las demás ideas o “modelos” o “proyectos”.

El éxito del “modelo” pasa bastante por “poner en el molde”, mediante un proceso político de lucha épica, contra los enemigos internos y externos del “modelo”. En esa lucha “por todo” se disuelve la función pacificadora de la justicia en los conflictos, y la justicia misma es un objetivo central de la lucha de un gobierno que utiliza el enfrentamiento para imponerse. Recordemos como cada presidente quiso “su” Corte Suprema.

Quizás deberíamos empezar a revisar la idea de que un “modelo” puede ser impuesto de manera excluyente. La democracia con república recrea un entorno institucional de recambios de poder y de pluralismo en donde la “imposición de modelos absolutos y permanentes” es casi una quimera.

Parece que en la política pocos percibieron que al abrazar la democracia con república, se renunciaba a la idea de imponer modelos absolutos y permanentes.

Pero más allá de los gustos de cada uno, los “modelos absolutos” no dieron resultados satisfactorios en esta parte del mundo, lo vivimos en algunas etapas de nuestra historia y lo vemos hoy por ejemplo en Venezuela. Ya con un mínimo de estado de derecho las dificultades de imponer un modelo absoluto tiene límites hasta culturales en la sociedad.

Creo que, aún con altibajos, hemos avanzado hacia formas de convivencia más plural y participativa. Coherente con esto se quiere ir avanzando hacia un estado amigable y organizador de la comunidad, con gobiernos que ejercen el poder mas bien como un servicio al ciudadano, dejando atrás toda forma política, social o económica de violencia o autoritarismo.

La democracia con república es el fruto de una sociedad madura compuesta de ciudadanos responsables. Saldremos adelante haciendo cada vez mejor el trabajo que nos toca, defendiendo nuestros intereses con inteligencia y visión de futuro, participando intensamente en la vida comunitaria desde el lugar que tenemos, sabiendo que son más las soluciones que se logran actuando de abajo para arriba que esperando que lleguen en sentido inverso.

© Comunidad & Política especial para Agensur.info

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