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Por Gabriel Profiti |
En su anteúltimo discurso ante la Asamblea Legislativa,
Cristina Kirchner volvió a mostrar el vaso medio lleno del modelo económico y
político que encabeza, acentuando que el país no está en fase decadente, pero
sin menciones a las dificultades actuales y a las principales demandas de la
sociedad.
Con tono aperturista, que contrastó con su exposiciones
precedentes, la Presidenta trazó una perspectiva de país bien encaminado frente
a una decena de posibles sucesores y hasta habló de recrear una
"concertación" de partidos.
Vestida de blanco como el día que asumió su primer mandato,
defendió la irrupción del Estado en ámbitos que estaban reservados al sector
privado como los fondos de las AFJP, Aerolíneas Argentinas y principalmente
YPF.
Hizo hincapié en el acuerdo sellado con Repsol que deja vía
libre para la explotación de los extraordinarios recursos de petróleo y gas con
los que cuenta el país.
Fue su única mención del denominado frente externo. Nada
dijo de las gestiones ante el Club de París ni al juicio con los holdouts.
Tampoco de la caída de las reservas del Banco Central, aunque dijo que su
Gobierno soportó "ocho corridas cambiarias".
Tal como había ocurrido en otros discursos de inicio del año
legislativo, no hizo referencia a la inseguridad –principal preocupación de los
argentinos-.
Sobre la inflación, Cristina se mantuvo en su recetario y
deslindó responsabilidades: defendió el programa Precios Cuidados y pidió
sancionar leyes que protejan a los consumidores frente a los abusos
empresariales.
El problema es que con la inercia actual la escalada de
precios amenaza con erosionar el poder adquisitivo de gran parte de los
asalariados. Por eso las paritarias es el gran cuello de botella actual. La
Presidenta evitó profundizar aunque dejó abierta la opción de rediscutir
salarios con los docentes a mitad de año.
Tampoco hubo alusiones a la renovada etapa de "sintonía
fina", por la cual habrá aumentos de tarifas públicas para un sector de la
sociedad que goza innecesariamente de subsidios.
Convivencia política
y social
Pero en líneas generales fue conciliatoria. Esta vez no hubo
embates contra el campo, la oposición, los medios o la Justicia como en algunos
de sus seis discursos anteriores. De hecho, ante otras versiones de la asamblea
legislativa Cristina anunció el proyecto de Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual (2009), los decretos de necesidad y urgencia para que el Banco
Central pudiera pagar deuda con reserva (2010) o la tan mentada democratización
de la Justicia del año pasado.
"Sigo pensando que era un excelente proyecto",
dijo con nostalgia sobre la reforma del Consejo de la Magistratura volteada por
la Corte Suprema y remarcó ante la mirada del presidente del máximo tribunal,
Ricardo Lorenzetti: "Un poquito de control popular no le viene mal a
nadie".
Cristina parece haberse hecho eco de un reclamo que creció
durante los años del kirchnerismo: los piquetes. Llamó a promover iniciativas
legislativas para limitarlos. Quizá sea una manera de compartir la
responsabilidad por el aumento de la conflictividad.
Contó en ese contexto que habló con el jefe de Gobierno
porteño, Mauricio Macri, por la toma de tierras en Villa Lugano. "No soy
cerrada, hablo con los que me llaman", dijo.
Si bien justificó el acuerdo para juzgar a los acusados de
la voladura de la AMIA, reconoció que Irán lo demora y pidió a la oposición que
presente alternativas.
Y hasta en la defensa del gobierno venezolano, otras veces
efusiva, fue reflexiva al señalar que hay que preservar las democracias de
América latina.
Sobre el final justificó el nombramiento del radical
-expulsado de la UCR- Gerardo Zamora como presidente provisional del Senado y
pidió recrear la Concertación, aquella categoría política creada por Néstor
Kirchner y dinamitada por la resolución 125 a las exportaciones agropecuarias.
Teniendo en cuenta que las jugadas electorales del
kirchnerismo suelen permanecer ocultas hasta el final, fue un llamativo mensaje
en medio de la pelea por la sucesión.
La escuchaban casi todos los que ya mostraron intenciones de
encabezar esa misma ceremonia en marzo de 2016: Daniel Scioli, Sergio
Urribarri, Florencio Randazzo, Jorge Capitanich, Julián Domínguez, Aníbal
Fernández, Juan Manuel Urtubey, Sergio Massa, Julio Cobos, Hermes Binner y
Ernesto Sanz.
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