domingo, 2 de febrero de 2014

La vida o el dólar

Por Esteban Peicovich
La bronca que echaría hoy Perón de enterarse que bastó solo un Imberbe para dejarle en trizas la Doctrina. Justo hacerle esto a Él, que con célebre picardía supo aquella vez lanzar desde el balcón la pregunta tan mentada. 

Él, que sorprendido de tan feliz “salida”, sumó una larga risa al delirio de la plaza.

Yo lo escuché por radio. El aparato parecía zapatear en la mesita de nuestra casa de Berisso cuando en medio de un vocifero ondulante llegaron esas 7 palabras tomadas a la chacota cuando eran tan de “en de veras” antes como lo son hoy: Estas palabras: “¿Alguno de ustedes vio alguna vez un dólar?” Altri tempi. Ya no acuden tales masas en la plaza. Tampoco están los restos de aquellas manos de Perón habilísimas en sostener con genio o sorna en el aire una proclama o un chiste político como el que late en la pregunta.

Justo venía yo cavilando, bastón en mano por el Bajo, cuando recordé el divertido retruque que le hacía a Perón mi tío Pablo en esos días. Socialista, guitarrero y ajedrecista (y por lo tanto hombre de saber llevar una mujer a la cama) divertía a sus amigos y parientes (esto también es vero, eh) no blandiendo un dólar cualunque sino un billete de dólar de dos dólares. Esto también lo vi (lo juro por mi).

Retenido ahora un minuto en el “paso de cebra” para cruzar a Retiro me viene en mente otro guiño de ese dólar enigmático que Pablo me regaló años después para un cumpleaños. Lo atesoré un tiempo por el asombro que desprendía hasta perderlo en mi memoria hasta hoy. Debo agradecerlo al hojaldre de pifiadas que nos ofrece a diario el equipo de Chirolitas de la Rosada.

Quizás (ahora solo estoy imaginando) dicho mítico dólar pudiese estar aún entre los gráficos que espero ilustren unas muy híbridas Memorias que todavía no acerqué a editor alguno. Andan ya en sus 1.200 folios, y se desplazan en tres tomos: I-Cuarzo, II-Feldespato, y Mica, el III. ¿Y si la llamase “La pena capital”? No lo se, es título que se me cae. Aunque Hamlet me zumbe seguido entre los días, con quien siempre acabo celebrando, es con Zorba. ¿Y por qué no “Yo, una autobiografía”. Registrado está.

Vuelvo al tema del dólar y un fallido marca dolor. Borro dolor y retomo el dólar. No es casual el símil tipográfico entre “dolor” y el “verde” tan temido. Así como antes lo fue de la putísima Libra, hoy, aún, el mundo es suyo. De tener que pagar una cuenta no otra moneda que dólares sacaría el Diablo de sus bolsillos. Un dólar rojo de calcinar en el acto a quien lo toque o alcance a verlos. Al Dólar o al Diablo, pues finalmente son lo mismo.

Casi tropiezo y caigo por no mirar bien donde piso las veredas de Macri. Andaré con más cuidado. Y revisaré el guión que llevo escrito en mi cabeza. Y refinando las neuronas me sale que Perón no anduvo muy lejos de la verdad. Tampoco Perón vio nunca un dólar en el sentido final de tan narcótico vocablo. Los tahúres que lo forjaron no imprimieron nunca la identidad real de tamaña bestia monetaria. Solo hicieron, y hacen, hacen circular su “figurita”. El símbolo del símbolo de un símbolo. Resulta oscuro porque lo es. Más para mi que como periodista soy generalista, esto es, un ignorante especializado. Pero más no doy. Para conocer estos magmas perversos hay que estar en el ajo y no en la estética. Mantener como visceras más sensibles no a San Juan de la Cruz o a Gonzalo Rojas, sino a la mayor cantidad de tarjetas de crédito “sin límite”.

Quien posee la mayor idoneidad para explicar cómo actúa este dólar fantasmático es el también invisible Boudou. Y perdón, pero no es una digresión…He aquí como las palabras ayudan a las palabras. ¿Puede creer alguno que el adjetivo “invisible” no se me ocurrió a mí? Estoy seguro de no haberlo elegido y registré dicha la sensación. Bien que nos sirve por didáctico que resulta. Que así como Boudou no es un vicepresidente por lo que todo sabemos, tampoco el dólar es una moneda al uso como muchos no lo saben. Boudou es un perfecto símil cárnico del dólar. (Y digo cárnico porque humano no le va y el inhumanoes light) El súbito “invisible” me arribó estilo pulga de fuera (¿saltó desde la opinión pública?, ¿desde el imaginario popular?) y se ubicó en la frase. Creo que se adelantó a mi elección para aclarar mejor que yo el peliagudo trámite que nos deshace la vida social y agrisa hasta lo insoportable la personal.

Ya por llegar a casa se me ocurre lo que parece frívolo pero no lo es: el dólar (aclaro: todas las monedas, pero el dólar en su carácter de máximo y excluyente CEO monetario) no es más que una “joda de Tinelli” de las sucesivas bandas de banqueros, financistas, pequeros, testaferros y hasta arbolitos que en el mundo han sido. Es invisible a más no poder pues lo “operan” con una “tinta” y “arte” tal de birlibirloque que consiguen “nada por aquí, nada por allá” mantenerlo como el más oscuro objeto de deseo mundial (más que el sexo o la droga, a los que como a las armas mantiene a su servicio) Así la cosa. Sin mentar (es para otro día) que los 1.000 terrestres más antroofágicos son dueños (sic) del 52 por ciento del planeta y los 7.195 millones restantes (usted, su tía Pepa, yo) solo el 48 de ella.

Sí, por aquel 1949 muy pocos habían visto un dólar. Salvo yo, y en un billete de dos dólares, por lo de Pablo, que conté. Ahora es distinto. En este 2014 unos mercaderes que okupan el gabinete han desatado una campaña de disuasión sutilísima. Juegan con el dólar como si fuera a las bolitas de colores. Lo muestran con la más grosera visibilidad. Y hacen malabares para que los ingenuos entren por el aro. Por la “cola” que acabo de sortear ante un Banco, aprecio que son muchos los que acuden a “ver los dólares” y llevarse unos poquitos. Aunque un breve chequeo me devuelve la esperanza. Se llevan los dólares bajo el zarista sistema cuentagotas pergeñado por Kicillof pero no para depositarlos luego como El Obcecado quiere, sino para mantenerlos en refugios reales (no sea que) Es un pequeño signo de cambio, pero es. Un consuelito, digamos, tras las interpósitas y ásperas décadas vividas en este infantil país que todavía no se digna a indignarse.

NOTA: Como ven lo encontré. Si me da la loca me hago arbolito un rato.Y no pijoteen:vale más que dos.

Billete de 2 dólares USA

El billete de dos dólares estadounidenses (2$) posee en su anverso el retrato del antiguo presidente Thomas Jefferson y en el reverso, una reproducción de La Declaración de Independencia de John Trumbull. El diseño del anverso, de 1929, es el más antiguo de todos los billetes de curso legal en Estados Unidos. A pesar de su valor nominal bajo, el billete de dos dólares es el que menos circula. Su producción es bastante escasa: sólo un 1% de los billetes fabricados en EE.UU. La práctica ausencia de circulación del billete de 2$ ha originado un desconocimiento general de su existencia y mitos urbanos y creencias populares a su alrededor.

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