jueves, 31 de octubre de 2013

NUNCA MURIÓ LA DEMOCRACIA

Por Martín Risso Patrón

Treinta años son nada 

Si los cálculos de Doña Clota no me fallan, desde 1853 hasta ahora, corrieron 160 años. Tiempo de República. Tiempo de Democracia constitucional. Por lo tanto, créame amigo si le digo que decir treinta es como decir muy poco, nada.

Conmemorar 30 años de Democracia, hoy, me parece un exceso de amor a la Libertad, que, por algún mecanismo inconsciente, hace desaparecer los 130 anteriores. 

¿Y sabe por qué, don...? Sencillamente porque la democracia nunca murió en este país.

Ahora, si lo que quiere decir es que hay hechos graves, objetivamente graves que sugieren su desaparición en los años de plomo, creo que ahí tenemos que ponernos de acuerdo para ver qué nos une y qué nos separa en esta lucubración.

La República, como expresión concreta del Estado democrático que adorna nuestra Historia nacional, se instaura en 1853, con los constituyentes que consagran la separación de poderes, las garantías y los derechos y obligaciones que aún hoy nos contienen en ese acuerdo cívico que es la Constitución nacional.

En  los años 30 del siglo XX, hubo una irrupción milica que la puso presa, a la Democracia, en las mazmorras cuarteleras; también en los 40, en los cincuenta, en los sesenta y en los setenta, amigo. Mire vea. Pero siempre hubo Democracia a la que agraviar, sencillamente porque no estaba muerta.

El hecho de que la Constitución haya sido violada; el Pueblo sometido a la sangre y la metralla, a la capucha y el fusil, no significa que se haya ido con la sangre de tanto mártir; por lo contrario, señor, la democracia crecía. En silencio, crecía y en la resistencia paciente de un Pueblo que nunca se rindió.

Para abonar esto, argumento: La Democracia no existe cuando no hay por lo menos una estas dos cosas: 1] Un Pueblo que resiste, y 2] Una Constitución preexistente. Pregúntele si no, a los rusos con Stalin, a los alemanes con Hitler, los camboyanos con Pol Pot, los españoles con Franco, los rumanos con los Ceaucescu y muchos otros...Ellos vieron morir sus democracias, precisamente porque sus Constituciones fueron aniquiladas y suplantadas por estatutos totalitarios. Los Pueblos “legitimaron” amos ante el hambre, la guerra, o porque sí. Pero, aunque no tuvieron un acuerdo constitucional democráticamente establecido, siéndoles impuestos catecismos y estatutos dictatoriales, mantuvieron en su genética el sentido de la Libertad que tarde o temprano les dio fuerzas para reconquistar la Democracia como forma de vida y ejercicio del poder político.

Aquí, señor, los argentinos nunca legitimamos tiranías modernas, y no me venga con que algunos civiles, etcétera... porque esos civiles fueron una insignificancia en la masa popular que aguantaba.

Si hablamos de esos Pueblos que aguantaron décadas y centurias de plomo, y que emergieron a la Luz de la Libertad algún día del futuro, ni qué hablar de nuestra amada Argentina...

Aquellos dos elementos señalados arriba: Un Pueblo vivo, y una Carta, aunque violada, vigente, lo dicen todo.

Pero aquí me permito, don, advertir lo que creo es un error en el uso de las herramientas democráticas. Las urnas, por caso.

Cuatro elecciones en un año, más nos informan de un exceso en la apetencia de Poder de algunos, que otra cosa. Mire, si no. En cada acto comicial, el Pueblo se encolumna al pie de las sagradas urnas para elegir. ¿Elegir a quién? Ahí está la cuestión.

Esto se está transformado, mi querido compueblano, en una práctica perversa de elegir cada cuatro años. O cuatro veces en un año, a nuevos amos.

Si no, lea, relea y vuelva a releer los curriculum, los dichos, las salvíficas propuestas candidatiles que nos hablan más que de un amo predispuesto a “salvar al Pueblo” de tanta lacra como la inseguridad, la inflación, el paco, las atrocidades sociales, los que, una vez sentados en sus escaños, o en sus aposentos ejecutivos quedaron en el flatus vocis de la campaña... ¿La quiere más clara...? En cada discurso de campaña electoral, duerme la voluntad de un amo por elegir; un amo que luego se corromperá, igual, igualito al que hay que desalojar [incluyendo esto en el discurso del mismo amo que está en vísperas de desalojo, para aferrarse al Poder]. Eso no es práctica democrática, querido. El Pueblo es soberano, y soberanamente libre, y si elige, elige mandatarios para mandarlos a los escaños legislativos y los aposentos ejecutivos. Nada más. En fin ¿la terminamos?

La Democracia vive, querido vecino... Vive pero está enferma; peor que cuando fue encerrada en las mazmorras del régimen, etcétera... ¿Y sabe por qué? Sencillamente porque tenemos que volver a tener fe en nosotros, Pueblo, y dejarnos de votar cada cuatro años o cuatro veces en un año, a amos que se sienten amos a caballo de nuestras necesidades. No olvide esto: Hitler, accedió a la Cancillería del Reich, con más del 90% de los votos de un Pueblo agotado...

Así que, ¡vivan los 160 años de Democracia argentina...!

[Edición impresa en "Nueva Propuesta", semanario de Salta - Digital: www.agensur.info ]

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