Por Martín Risso Patrón |
Usted se
preguntará porqué dije implosiona. Pues justamente por eso: Porque
el peronismo se vino abajo y los demás, los de afuera, ni se mosquean.
Cuando la
carga de cohesión interior de los cuerpos es menor a la fuerza generada por la
presión exterior que lógicamente empuja, revientan, pero para adentro.
Eso es lo
que les sucede a las organizaciones humanas que no mantienen un equilibrio en
su relación con el entorno. Implosionan; se vienen abajo por la falta
de cohesión que le hubiera dado la estabilidad necesaria y por
supuesto su energía y fortaleza, y lo peor, no dejan huella afuera a no ser un
tendal de conflictos con la realidad exterior.
Es tal la carga inercial
de individualismo, que no genera otra cosa que un vacío imposible de llenar,
precisamente por sus conflictos con el entorno.
El
Justicialismo implosiona, vea. Se viene abajo por su propio peso. El
alejamiento doctrinario de sus líderes, que, dicho sea de paso, se
multiplican en relación inversa con el desarrollo político interno [donde a
menor conciencia doctrinaria, mayor cantidad de “detentadores” del poder
existen], genera un caos que confirma aquello que dijo el
General: “...son como los gatos que parece que se pelean, pero se están
reproduciendo”, pero lamentablemente en dirección opuesta a la cohesión que
sugería el Caudillo. Bien sabemos que el Caos es precursor del Orden, excepto
en las condiciones aquí señaladas.
Ahora bien,
tal explosión hacia dentro por la falta de cohesión, ahoga al sistema con sus
propios deshechos. Así, en el Justicialismo,hoy, como el monstruo mítico del
dragón, tiene varias cabezas, que piensan y sienten de manera autónoma, pero en
conjunto destruyen, haciendo realidad, lamentable realidad, la visión
apocalíptica. Y eso es, precisamente lo que le lleva al drama de pertenecer a
un cuerpo inerte que, agotada su fuerza interior, implosiona.
Fue
costumbre por parte de los peronistas apropiarse del pensamiento, incluso de la
voluntad de Perón, después de muerto el Líder. Hoy, resultados a la vista; lo
denostados por él, los echados de la Plaza, gobiernan con la atrocidad del
vacío ideológico de sus cuadros medios [que son los que en la realidad mandan],
esos, transadores ideológicos, traidores profesionales, lumpen [con corbata] de
la primera hora, se apropiaron de los votos huérfanos, luego del
menemato. Esos mismos partieron, siguiendo el ejemplo del ancianito riojano
innombrable, de una patada certera, la columna vertebral del Movimiento.
Y en
paralelo, los que hoy se llaman a sí mismos peronismo disidente, no
quieren darse cuenta que es al revés. Para bien o para mal son el
Peronismo, y éstos que armaron un Régimen lumpen, no les da el
cuero ni para ser disidentes, porque nunca fueron peronistas.
Y ya que
mencioné al movimiento obrero, la columna vertebral del movimiento,
hoy fracturada insanablemente, debo advertir para mi propio coleto, que su
naturaleza hoy dista mucho de ser la clásica estructura de Poder obrero como
cualquier ideología, incluso la fascista, la concibe. Hoy el movimiento
sindical, en la Argentina, no tiene ni representa poder alguno. Se representa a
sí mismo como una nuez vacía a la que cuando se abre se le encuentra un despojo
inútil,aunque su apariencia sea dura y firme. Pura cáscara.
Sencillamente,
porque hoy son más los lumpen clientelares del Régimen los que copan la parada,
no en las fábricas, sino en las colas de los cajeros automáticos para cobrar la
mesada, con el doble castigo de no tener trabajo, y de ser
prole dependiente del Régimen. Lumpen estricto. Mientras los otros lumpen, los
de corbata y alta gama, se distribuyen el Poder del movimiento y de las
instituciones republicanas, implosionado, respirando la fétida atmósfera que
rodea el acto de morir entre los propios deshechos.
© MRP
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