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César Milani, cuyo ascenso no sería aprobado por el Senado. |
El 22 de diciembre de 2010 el Senado se apartó de la previa
navideña y celebró una sesión casi sin miembros de la oposición, con el
objetivo de aprobar ascensos militares, entre ellos el del jefe de inteligencia
del ejército, César Milani, a quien Cristina Kirchner quería nombrar subjefe de
la fuerza.
Milani había buscado sorprender a los senadores oficialistas
con un paseo por sus oficinas del Ministerio de Defensa, donde exhibió gustoso
el monitoreo que realiza en las inmediaciones de las Islas Malvinas. Se sabe:
la inteligencia del ejército debe ser fronteras para afuera, restricción que
Milani no cumpliría del todo, según denuncian permanentemente en la oposición.
Aquella vez Cristina estaba desesperada por tenerlo como
segundo de Luis Pozzi y mandó a alquilar vuelos privados para que los senadores
estuvieran sus bancas.
El mendocino Adolfo Bermejo no pudo regresar del exterior,
pero el porteño Samuel Cabanchik aportó con el quórum y empezó así un sendero
oficialista que sólo le permitió este año integrar la colectora kirchnerista de
la Ciudad.
Cuando en julio Cristina frenó en julio el pliego de Milani
para teniente general, rango que le permitirá ser jefe máximo de la fuerza,
pensó en otra jugada de fin de año. Pero olvidó que esta vez la conducta de los
senadores no es la de 2010.
Al momento de definir la agenda de fin de año, por estos
días varios senadores kirchneristas repiten en la Cámara alta una máxima: “El
pliego de Milani no va a pasar”, le dicen a los aliados o miembros de otros
bloques que consultan sobre los temas a tratar en el resto del año.
Ajeno a estas conversaciones, la semana pasada el ministro
de Defensa Agustín Rossi reiteró que el pliego de Milani se trataría en el
Senado en diciembre. Al parecer, no chequea la opinión en la Cámara alta.
Claro que el 10 de diciembre la composición de la Cámara
cambiará y si el Gobierno repite la elección de las primarias mantendría la
mayoría, aunque también algunos reveses en contiendas reñidas podrían
complicarlo más de la cuenta. Esperar a otro golpe en la previa de papa Noel no
puede ser parte de un plan serio de la Casa Rosada.
Y para darlo antes, según los propios referentes del bloque
K, los números no dan. En julio anunciaron su rechazo algunos aliados de fierro
con mandato hasta diciembre, como son los fueguinos Osvaldo López y María Rosa
Díaz y Horacio Lores. También otros que siguen como el correntino José María
Roldán.
Pero a esa compilación se suma la de varios miembros del
oficialismo que no están dispuestos a pagar el costo de Milani y así se lo
hicieron saber a Pichetto.
Tras la sanción del presupuesto del miércoles, Pichetto
planea una sesión en noviembre con temas pendientes y no descarta otra los
primeros días de diciembre para aprobar pliegos pendientes del ejército, un
clásico de todos los fines de año.
Justamente, para planificar esa reunión, aclara que al
margen de los deseos de Cristina Milani no formará parte de ese paquete.
Sí podrían sumarse las promociones al grado superior de los
jefes de la Fuerza Aérea del brigadier mayor Mario Callejo; de la Armada al
contraalmirante Gastón Erice y del Estado Mayor Conjunto, general de brigada
Luis María Carena. También fueron frenadas en julio por la presidenta con la
promesa de volver a tratarse en julio.
Una vez más, el jefe de bloque va a contramano de los deseos
de la Casa Rosada, sobre todo de medidas que llevan la voz cantante de la
propia presidenta y de La Cámpora o de Amado Boudou, como fue el año pasado el
pliego de Daniel Reposo como procurador general.
Todo tiene que ver con todo: quien reemplazó a Reposo fue
Gils Carbó, cercan a Carlos Zannini y a Horacio Verbitsky, titular del Centro
de Estudios Legales y Sociales (Cels).
Justamente, el pliego de Milani fue postergado en julio por
Cristina después de un pedido del Cels que dio cuenta de una denuncia impulsada
en La Rioja que acusaba a Milani de participar en un allanamiento que derivó en
la detención de Olivera durante la última dictadura.
El mensaje fue una ampliación del Cels a un informa previo que
había dado sin ninguna objeción y resultó el golpe de gracia a un debate que
venía complicado por otras denuncias, como la supuesta participación de Milani
en la desaparición del conscripto Alberto Ledo y la investigación sobre
enriquecimiento ilícito, por la que está imputado.
Aunque sin el máximo grado requerido, Milani ejerce como
jefe de la fuerza en actos oficiales y la semana pasada demandó por calumnias e
injurias a cinco legisladores de la oposición que lo denunciaron por
enriquecimiento ilícito y pidió una indemnización de 2,5 millones de pesos.
“Queremos saber si la presidenta lo sabe”, inquirió Graciela
Ocaña en la sesión de Diputados. No tuvo respuestas del oficialismo.
Informe: LPO
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