Por Martín Risso Patrón |
«... Vivimos revolcaos en un merengue y en un
mismo lodo todos manoseaos... [...]»
[Enrique
Santos Discépolo, 1934]
El
chorro denso
Cada
día que pasa en esta Patria se cierra sobre sí mismo en una inmisericorde y
desoladora sensación para la cual parece que aún no se ha inventado el nombre,
pero que nos invade la misma vida. Después amanecemos con el optimismo automático
que otorga la esperanza de despertar después de soñar sueños simples de lo
posible.
Entonces, ahí nomás, el desayuno: El enojo, la descarada
mentira y el soez insulto... la nueva denuncia y el nuevo baldón y la remanida
manera del desparpajo para el que no se ahorran palabras ni procacidad. Las
noticias. Después el saludo en la vereda y el “...le cuento que anoche
mataron a un chico aquí a la vuelta, ese que iba a la universidad...” y
también “...mire esta bolsita de miesca: tres manzanas tres peras y una
lechuga y dos tomates...¡treinta pesos...!”, toda una crónica en
tiempo real, inmerecidamente amarga. Las entrevistas: “Paco Cero... eso
es, sacaremos el paco y los motochorros y los chorros y mire que los negociados
de antes los voy a terminar, porque los Valores...“, etcétera. Si me parece
que veo pasar a Leguisamo castigando lento mientras lee la Biblia, a Don Bosco
echando una bendición a la Mignon... y a Carnera comiéndose el calefón...
mientras inevitablemente caigo en ese chorro denso que no se sabe bien de
qué está formado pero que es inmensamente triste. Porque pasa la jardinerita
esa de la esquina con su guardapolvo pintorcito de color pastel yen la mirada
puesta una esperanza enorme... Sí, esa que se gana apenas la vida, con su viejo
jubilado y su madre sirvienta y los tres changuitos vecinos que se lleva con
ella al jardincito... Esperanza y contraesperanza, como si fuera
una crónica despiadada de Arlt, un aguafuerte que te marca el alma. Quedándonos
la triste reflexión discepoliana...que todo esto es «... un despliegue de
maldad insolente, ya no hay quien lo niegue».
La
perinola trágica
De
qué elecciones me hablan cuando veo que todos ganaron, que los
demás perdieron como siempre, que se bastardea la memoria con los puentes
que hacen de los lunes un desierto imposible de atravesar, mientras
los chicos desaprenden el apego a la escuela, a los libros, y el Gran
Ministro dice con desparpajo digno de un fiolo de breca que en dos años poco se
puede hacer frente a Corea o Finlandia, que hace años vienen mejorando la
Educación [Gran Ministro de la Década Ganada... en qué quedamos
entonces... ¿le restamos 2 a la Década...?]. Además, la electrónica
de avanzada, mire vea.
En
tiempo casi real, leemos documentos fotocopiados, originales, inventados y no
inventados [no sabemos en realidad cuál es cual].También hallamos comunicados
oficiales que vienen condensados en ese pequeño envase de bits limitado a unos
cuantos caracteres y que tiene el nombre posmoderno, inventado, de tuit.
Por supuesto que también es un instrumento de insultar gente. Ella utiliza
este artilugio inmaterial-material para sus propios fines, a veces
despojados totalmente de la grave solemnidad de su cargo republicano. Chabacana,
incita a la disputa verbal.
Una
perinola que en todas sus caras dice “toma todo”, de la que son provistos
aquellos que se disputan la República como si fuera un trofeo personal. Eso sí,
mandando tropas que son en realidad un amasijo sociológico, a través de sus
tenientes, aquí llamados simplemente punteros. Y lo peor es que se
la disputan no sólo en las urnas sacras de la Democracia, sino en
cualquier terreno, siempre que éste cumpla con una sola condición: Que el
Pueblo de a pie siga teniendo ojos y orejas; nada más. Y como son todoterreno,
ellos y ellas, hacen el campo orégano, aunque les apaguen el televisor.
«¡Qué
falta de respeto, qué atropello a la razón!», ¿no?
Todo
un estilo de gobierno
Todas
las mañanas de esos días desolados que señalara antes, Ella y
su corte se levantan y lo primero que hacen es conectarse a cuanto medio de
comunicación social existe. Probablemente están un tiempo, indeterminado por
ahora, pero bastante suculento, comprobando qué se dice de ellos, no sé
si con el café, o el trago o qué sé yo, pero eso sí, siempre con el smart,
la note u otra cosa [siempre que tenga pantalla, vale].Obsesiva
y paranoicamente, vea. Luego, se sabe que por la siesta y hasta el ocaso, y
mediante el uso de los mismos adminículos, aplicadamente se dedican a contestar
puntualmente cada una de las cosas vistas antes. Si por alguna causa hay un
bache en su búsqueda, dedican esos minutos a insultar todo lo
insultable,ya sea en primera persona, o escudados en esos mencionados tuits,
como terceros defensores del modelo.
Qué
quiere que le diga, Doña Clota, qué quiere que le diga...El gran trabajo de
administrar la República ha tomado el ancho camino de la verborragia, contra la
verborragia de los denunciadores y sus propias claques...pero de Gobernar...
¡nada...!
¿Qué,
Doña...? [Pasó mascullando algo...] ¿...cómo? ¿...Que quiere
escribir usted aquí...? ¡Má sí...! Aprovecho para fumarme un pucho y
vengo.
[Tal
y cual como lo escribió Doña Clota, así lo dejo, y me voy silbando bajito al
feca a pescar algo para la próxima]:
«No
pienses más; sentate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao...» Y
eso va pa’ todos, Don Profe... laburantes y desesperados, la maestrita
jardinera, su tata jubilado y su mama sirvienta...la verdulera y Don Tito, el
Nico y Chopita... justo porque todavía tenemos ojos y orejas... y un
jeme de valores en la frente.
Toda
una manera de vivir.
[Versión impresa en Semanario «Nueva
Propuesta» del viernes23-ago-13].
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