viernes, 1 de marzo de 2013

Timerman, el fundamentalista de la obediencia debida

Por Ana Gerschenson
Fue el hombre del mes y seguramente haya inscripto su nombre en la historia como el canciller que negoció y firmó un acuerdo dudoso con Irán, el país sospechado de haber ideado el peor ataque terrorista que sufrió la Argentina.

Héctor Marcos Timerman se consolidó esta semana como el mejor alumno del gabinete nacional. Es cierto que fue cónsul en Nueva York de Néstor Kirchner, pero sólo cuando su esposa llegó a la Casa Rosada es que comenzó su escalada política en el universo kirchnerista.

Timerman hijo, pasó del lilismo extremo al cristinismo sin transiciones. Fue candidato a diputado del ARI en el 2001, pero el matrimonio santacruceño lo sedujo rápidamente cuando llegó al poder en 2003, aunque el diálogo directo lo mantuvo siempre con Cristina.

De cónsul pasó a embajador en Washington apenas asumió la Presidenta su mandato en 2007. Y en 2010, se quedó con el sillón de su entonces jefe, Jorge Taiana, en el Palacio San Martín, luego de un año de ruidosas diferencias políticas internas.

Su última victoria fue el desplazamiento de Jorge Argüello de la sede diplomática en los Estados Unidos. A Timerman no le gustaba la autonomía con la que se manejaba el ex embajador y sobre todo sus informes paralelos a Cristina Kirchner en temas sensibles como el reclamo de soberanía por Malvinas.

Si bien su nombre tambaleó varias veces en los últimos años, Timerman sobrevivió hasta ahora a sus rivales.

Claro que el precio de la permanencia fue la obediencia total a la Presidenta. Como cuando le pidió que cerrara su cuenta de Twitter, debido a sus constantes ataques políticamente incorrectos no sólo a periodistas y opositores, sino que en algunos casos sus referencias a otros países terminaron afectando las relaciones bilaterales.

El canciller, ex periodista, es impulsivo, verborrágico y hasta agresivo en la crítica, pero siempre se sometió a las órdenes presidenciales sin chistar.

En la Cancillería aseguran que su éxito no sólo se debe a la sumisión extrema a la Presidenta, sino a que Timerman no aspira a tener tropa propia, o como el común de los mortales que se dedican a la política, un proyecto político propio. Es más, deja que crezca la influencia en su Ministerio del viceministro de Economía, Axel Kicillof, padrino político de la nueva embajadora en EE.UU., Cecilia Nahón, siempre y cuando no afecte su puesto.

Su lealtad a Cristina no conoce límites. Se enfrentó a sus amistades en Washington apenas asumió como embajador, al afirmar que la valija con u$s 800 mil que se le incautó al venezolano Antonini Wilson y que iban supuestamente a financiar la campaña presidencial de Cristina, habían sido una operación sucia de EE.UU. Ya como canciller, se subió a un avión norteamericano y confiscó personalmente el armamento que traían los militares estadounidenses para realizar un ejercicio conjunto con sus pares argentinos. Hoy la relación con la Casa Blanca es decorativa.

Tampoco dudó este último mes en dinamitar su historia dentro de la comunidad judía, en defensa del dudoso entendimiento con Teherán. No sólo porque no hay garantías escritas de que los funcionarios iraníes se presenten a declarar cuando viaje el juez argentino, sino que ni siquiera establece tiempos concretos para el cumplimiento del acuerdo. La orden presidencial era no modificar ni un punto ni una coma del memorándum. Y Timerman no escuchó a la dirigencia judía, ni sus dudas o sus reclamos de mayores precisiones. De hecho, hoy la AMIA analiza expulsarlo de sus filas.

Casado con una arquitecta millonaria, en la cornisa de sus 60 años, en la Cancillería coinciden en que Timerman busca permanecer. Y supo desde un principio que la única fórmula que funciona con CFK es la obediencia debida extrema.

Como canciller, en su tercer año de gestión, hay demasiadas rispideces para exhibir. Con Uruguay hay cortocircuitos importantes. De hecho esta semana, Pepe Mujica dijo que la relación con la Argentina es "una misión imposible". Con Brasil la relación vive de relanzamiento en relanzamiento. Los lazos históricos con España se desintegraron luego de la expropiación de YPF a Repsol, sobre todo por los modos de la decisión. Y el vínculo vital que mantiene el Gobierno con la administración de Hugo Chávez es comandado por Julio De Vido.

Timerman fue noticia recientemente por haber ido a Londres y no haberse entrevistado con su colega inglés, después de un entredicho por la presencia de los malvinenses en el encuentro. No pudo solucionarlo. Ni encontrar el camino para avanzar en el reclamo de soberanía de las islas.

Pero nada de eso importa. Y aunque su principal cualidad no es la diplomacia, para la Presidenta, su incondicionalidad sin límites, es suficiente.

© we

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