Por Gabriel Profitti |
Aun sin saber cómo reaccionará Venezuela a la falta de una
figura omnipresente como Chávez, está claro que la relación bilateral seguirá
en los términos actuales, porque para el Gobierno argentino Nicolás Maduro es
la continuidad de su mentor.
En el plano internacional mucho se habló sobre si Cristina
Kirchner buscará asumir el liderazgo político vacante en la era post Chávez, un
protagonismo que excedió el latinoamericanismo al que adscriben todos los
líderes sudamericanos.
Fronteras adentro, los gobiernos kirchneristas han ido
acentuando la intervención del Estado sobre la economía y el centralismo
político, casi sobre la huella de Chávez, aunque en todavía queda un largo
trecho por recorrer si el modelo a seguir es el que aplicó el presidente
venezolano.
Pasemos a desgranar el análisis con ayuda de un muy buen
trabajo del sitio chequeado.com que arrojó luz sobre las similitudes y
diferencias entre chavismo y kirchnerismo.
Chávez forjó el crecimiento de su dimensión internacional
sobre la base del petróleo, traducido en solidaridad para países amigos, y de
un discurso singular, latinoamericano y antiimperialista.
Tanto la Argentina como Venezuela registraron secuencias
positivas en la última década en cuanto a empleo, reducción de la pobreza,
salarios y desarrollo humano, entre otros índices, pero la economía nacional no
está para dispendios. Así lo muestra un dato difundido la misma noche de la
muerte de Chávez sobre el aumento del déficit fiscal argentino en 2012.
La Presidenta podría asumir posiciones más duras -capacidad
discursiva le sobra- y ponerse al frente del polo que lideraba Chávez en
Sudamérica, cuya expresión institucional es el ALBA, pero no podrá copiar la
ruta del vínculo económico.
Pese a la enorme afinidad con Caracas, el camino trazado por
Néstor Kirchner fue el de la equidistancia entre ese grupo de países y el otro
eje sudamericano cuya referencia es Brasil.
Chávez también acercó a Venezuela hacia los enemigos de
Estados Unidos como Corea del Norte, Irán y Cuba; y defendió al cuestionado
presidente sirio Bashar Al-Assad y previamente al asesinado líder libio Moamar
Gadafi.
En cambio, los Kirchner recorrieron caminos más moderados,
de acuerdo con las resoluciones de Naciones Unidas, aunque el giro en torno a
Irán por la causa AMIA alentó la presunción de algunos analistas de que
Cristina quiera asumir el legado chavista.
Mientras Venezuela decidió retirarse de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), del FMI y del Tribunal Internacional
del Banco Mundial (CIADI), la Argentina sigue encuadrada. No obstante, hace
meses sobrevuela la posibilidad de que abandone los dos últimos frente a
decisiones adversas.
De hecho, el FMI está en un progresivo proceso de sanciones
contra el país por las estadísticas del Indec y el CIADI e interviene en los
planteos de empresas internacionales contra la Argentina por ruptura de
contratos.
Dentro de esta coyuntura, también podría ser determinante
para el rumbo internacional de la Argentina lo que ocurra en el juicio que
plantearon los "holdouts" en Nueva York.
El Gobierno ya adelantó su vocación de reabrir el canje de
la deuda todavía sin regularizar (un 7%) en condiciones similares a las
ofrecidas en las dos reestructuraciones anteriores, pero el fallo del tribunal
estadounidense está abierto.
Para el mundo desarrollado la situación de la Argentina
representa un desafío político y económico. De alguna manera, un fallo adverso
en el juicio contra los fondos especulativos arrojaría al país hacia posiciones
más radicales y sentaría un precedente negativo para próximas
reestructuraciones.
En ese marco, la brújula argentina todavía titila en busca
del Norte. El Gobierno da señales de querer revertir el escenario y
trascendieron negociaciones con Repsol para poner fin al litigio internacional
que tabica inversiones para YPF.
Quizá por eso el Club de París -integrado por las naciones
desarrolladas- haya mostrado intenciones de retomar las negociaciones para
saldar la deuda con ese organismo, que bloquea desde hace años el acceso
argentino al crédito internacional.
Coyuntura interna
Los problemas de inflación y las recetas para combatirla,
como el congelamiento de precios, emparentan a los gobiernos de la Argentina y
Venezuela, lo mismo que el control a la compra de divisas que el kirchnerismo
tomó del modelo chavista.
No obstante, la mayor intervención del estado argentino en
el ámbito privado, reflejada en casos como los de Aguas Argentinas, YPF o
Aerolíneas Argentinas, no alcanza los niveles de Venezuela, donde Chávez
estatizó más de 20 empresas grandes desde 2007.
La gran incógnita es si el funcionamiento institucional
también tendrá correlatividades. Chávez sufrió solo una derrota electoral.
Fue en 2007 cuando quiso modificar la Constitución Nacional.
Sin embargo, volvió a probar suerte en 2009 y logró establecer la reelección
indefinida. Murió en el poder.
El venezolano convirtió a su país en una democracia
plebiscitaria, legitimada en cada elección, pero alejada de los parámetros
republicanos de otras latitudes.
El Gobierno argentino esconde las cartas en torno a un
eventual intento de reforma de la Carta Magna, pero en los laboratorios del
ultrakirchnerismo se mira con entusiasmo el recorrido de Chávez en las urnas y
el vínculo con los sectores populares que lo mantuvieron en el poder.
© NA
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