miércoles, 30 de enero de 2013

Los insultos, los perdones y los distraídos de siempre

Especiales - Ningún antecedente justifica injurias posteriores, sobre todo en política, donde el respeto hacia el adversario debiera ser la insignia de cada campaña. En la Argentina, desde hace mucho, el insulto y la descalificación siempre fueron las herramientas más usadas contra el adversario, llegando incluso, a desprestigiar a las máximas figuras del poder político.

Miguel del Sel, un cómico devenido político por esas cuestiones, ha llamado a la presidenta Cristina Kirchner, “vieja chota” y se ha burlado torpemente de quien ejerce hoy la primera magistratura del país. El cómico sale ahora a pedir disculpas.

Pero, lo notable, es la indignación que ha despertado en las filas del oficialismo el insulto de Del Sel (descalificador, innecesario y totalmente reprochable), cuando ha sido el propio peronismo el que ha ejercido los más innobles adjetivos contra sus adversarios principales, los radicales, además de haber profundizado en los últimos años, el enfrentamiento con diversos sectores del país.

La misma presidente Cristina Kirchner ha llamado “abuelo amarrete” a un hombre que quería cambiar unos pocos dólares para hacerles un regalo a sus nietos. A los jubilados los calificó de “caranchos” y a las maestras, la descalificó diciendo que “trabajan cuatro horas al día”. Sus agresiones no llevaron el sello escatológico de Del Sel, pero desde su investidura, sonaron y sonarán más tenebrosas e irrespetuosas.

En algunos archivos de los medios de comunicación pueden encontrarse retazos de la campaña electoral de 1989, cuando el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, el peronista Antonio Cafiero, dijo de los radicales que "en la oposición son unos fenómenos y en el Gobierno una cagada". El presidente de la Nación, entonces, era el radical Raúl Alfonsín, el hombre que después fue símbolo de la recuperada democracia.

En un discurso en la localidad de Orán, en la provincia de Salta ante un grupo de militantes peronistas, el dirigente de ese partido, José Luis Manzano dijo de Alfonsín que "si el presidente continúa favoreciendo la usura, la banca y el Fondo Monetario, entonces se habrá transformado en un gran hijo de puta para nosotros".

Alfonsín sólo respondió que "el pueblo argentino es un pueblo maduro y no se le puede hablar suponiendo que tiene una edad mental de 10 años" y sin mencionar a nadie en especial, agregó que “la intolerancia siempre será castigada por el pueblo, tarde o temprano”.

José Luis Manzano, acusado de “robar para la Corona” durante la presidencia de Carlos Menem, hoy es un hombre que maneja un grupo televisivo cercano al kirchnerismo. Luego de su puteada a Alfonsín, también debió pedir perdón por su irreverencia. Como Del Sel ahora. Lo importante, es que los que insultan no se hagan los distraídos y que, ante la ofensa, recuerden…En una de esas en el país, los argentinos comienzan a respetarse de una buena vez.

© Agensur.info

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