Por Gabriel Profiti
(*)
Con intendentes bonaerenses taquilleros, un plan de obras
públicas puerta a puerta y la "democratización judicial" como
caballito de batalla, el Gobierno de Cristina Kirchner buscará recuperar
adhesión popular en 2013 y evitar un vía crucis electoral.
El encono con los jueces se mantuvo en la vidriera esta
semana a partir de la decisión de la Cámara en lo Civil y Comercial de frenar
el traspaso del predio de la Rural al Estado.
Si bien ese tribunal también habilitó la feria judicial para
agilizar el tramiterío vinculado con la Ley de Medios, el Gobierno no leyó
ambas decisiones como salomónicas y redobló la ofensiva contra los camaristas y
parte del sistema judicial.
Antes del fallo, que agravó el enfrentamiento, hubo
pronunciamientos radicales y moderados dentro de la órbita K pero todos en la
misma dirección y con el mismo blanco.
Hebe de Bonafini fue a tribunales y amenazó con investigar a
todos los jueces, en especial al titular de la Corte Suprema, Ricardo
Lorenzetti, y el jefe del bloque de diputados kirchneristas, Agustín Rossi,
planteó la necesidad de que los magistrados paguen ganancias.
Cristina Kirchner estuvo atenta a todas estas circunstancias
desde Calafate, donde pasó unos días de vacaciones, pero no dejó pasar la
oportunidad para descargar su malestar por la red Twitter. Ahora macera a
mediano plazo esa pulseada, cuyos alcances solo ella conoce y que llevaría al
Congreso.
Mientras tanto se prepara para recibir el próximo miércoles
a la Fragata Libertad con las pompas de los festejos del bicentenario en Mar
del Plata y sigue la evolución de Hugo Chávez, a quien podría visitar antes de
su gira por Asia.
La salud del presidente bolivariano y su consecuencia en la
política venezolana y regional mantienen en vilo a sus pares más cercanos,
quienes podrían coincidir en sus viajes. De hecho, sin dar detalles, el
uruguayo José Mujica pidió permiso al parlamento para salir de su país dos días
durante la semana próxima.
De estrategias y
autonomías
La sucesión es uno de los dilemas que se plantea en
Venezuela y que ya golpea fuerte -por anticipado- en la Argentina de cara a las
elecciones de medio término del mandato de Cristina Kirchner.
Ante esa contienda, los distritos grandes nuevamente se
presentan como el gran desafío de la Casa Rosada, sobre todo teniendo en cuenta
que jugadores de peso saldrán a la cancha a humedecer las castañas
reeleccionistas del kirchnerismo.
Julio Cobos en Mendoza, Hermes Binner en Santa Fe, el
delasotismo en Córdoba y el macrismo en la Ciudad de Buenos Aires configuran un
escenario difícil para el oficialismo nacional.
Así, Buenos Aires con el 38 por ciento del padrón electoral
nacional volverá a ser crucial para el Frente para la Victoria, que busca
construir una estrategia propia para mantener cierto poder de decisión sobre
dos figuras clave de la provincia: Daniel Scioli y Sergio Massa.
Mientras Massa posterga decisiones hasta marzo, Scioli
ratificó su decisión de jugar "por adentro" pero planteó tres ejes
diferenciadores en el inicio mismo del año electoral: la apertura al diálogo
con opositores; el reclamo mesurado pero evidente de lugares en las listas del
FPV; y la exhibición de su plan 2015 denominado "continuidad con
cambios".
La agenda de trabajo político-electoral de Scioli quedó en
evidencia durante un nuevo encuentro con Mauricio Macri para inaugurar una
planta de tratamiento de residuos y en distintas entrevistas que concedió
durante la semana.
Según uno de sus colaboradores cercanos, las aspiraciones
del Gobernador consisten en obtener "algunos lugares en las listas de
diputados nacionales y un legislador provincial por cada una de las ocho
secciones electorales".
El kirchnerismo analiza el escenario y por ahora evita
cuestionamientos a Scioli.
"Le doy una
chance a Daniel", sorprendió la habitualmente filosa diputada Diana Conti.
No obstante, la Casa Rosada busca construir candidatos
propios y moldea una alineación con algunos intendentes de distritos populosos
como el de La Matanza, Fernando Espinoza y el de Lomas de Zamora, Martín
Insaurralde.
Espinoza deslizó que se desligará de la intendencia este año
y es apuntalado por el ministro de Planificación, Julio De vido, y el titular
de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, para que presida el PJ bonaerense
y eventualmente sea candidato.
La apuesta Espinoza -el intendente del partido con mayor
número de habitantes de la provincia- incluiría salidas a la costa durante el
verano con actividades de campaña y perfil alto. Su promoción será un mensaje
al PJ histórico.
Insaurralde, auspiciado por Marcelo Tinelli, quien
contribuyó a la causa al fomentar un romance con la actriz Florencia Peña,
podría ser un complemento al presentarse como un dirigente joven y con coraje
tras haber superado un cáncer.
El acercamiento directo a los intendentes lo lleva adelante
De Vido con el plan de obras públicas "Más cerca: más municipios, mejor
país, más patria", que se despliega en Buenos Aires y en otras provincias
como Santa Cruz, Mendoza y Tucumán.
Otro ministro con influencia en Buenos Aires es Florencio Randazzo.
El responsable de las áreas de Interior y Transporte decidió mantenerse al
margen del hilado fino electoral pero su tarea en los trenes es tan estratégica
como las candidaturas.
Randazzo también intensificará su acercamiento a los
intendentes a través de obras vinculadas con la red ferroviaria. Son inminentes
anuncios para toda el área metropolitana y en especial para las líneas
Sarmiento y Mitre. El plan incluye el recambio de vagones y la incorporación de
tecnología para que en todas las estaciones figure cuándo llegará el próximo
tren.
(*) Director
periodístico de NA
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