Por Martín Risso Patrón |
«A mí nadie me corre con amenazas...».
[Cristina E. Fernández,
presidente en funciones de la República Argentina].
El Go
En el
milenario juego de tablero del Go, es posible encontrar enseñanzas acerca de la
vida cotidiana. Contienda en que se ponen en juego las habilidades de táctica,
estrategia y observación solamente colocando piedras negras o blancas, según el
jugador, muestra que el objetivo consiste en ocupar el mayor espacio posible
del tablero [19 x 19 cuadros].
Con la extrema complejidad de la sencillez que
caracteriza a la lógica oriental, este juego constituye un desafío para la
paciencia. Pero la clave de todo se encuentra en que no hay que perder la
iniciativa. En otras palabras, que el oponente juegue obligado o a la
defensiva.
En las cuestiones de relaciones humanas es posible hallar expresiones
concretas de que, aunque sea de manera inconsciente, se está jugando al Go. En
el sistema de relaciones que es la política encontramos aquellas tres
instancias de táctica, estrategia y observación. De hecho, la iniciativa está
presente en todo accionar político.
Una equivocación muy occidental, particularmente autóctona, nuestra, consiste
en considerar que el gobierno de turno tenga la iniciativa y por lo tanto, toda
conducta privada, pública, etcétera, esté determinada por la iniciativa del
poder de turno. De hecho, asistimos a la aberración, según las enseñanzas
del Derecho Político, que la señora Fernández y sus funcionarios y
representantes parlamentarios, punteros, simpatizantes, periodistas adherentes
[y de los otros], etcétera, digan Estado, cuando se refieren al
poder Ejecutivo conferido por la voluntad popular, que es, precisamente
la sustancia del Estado en su expresión republicana. Esta deformación viene
de los déspotas ilustrados, sí, esos llamados “dictadores
benevolentes” ejercedores del paternalismo sin ser padres, herederos del
medieval Status, id est, magistratus[“Estado, esto es,
Magistrado”]. En otras palabras: Los administradores del Estado, somos
el Estado. Por lo tanto el Pueblo en el sistema republicano, con esa
aberración mediante, pierde la iniciativa, que, en términos de Go, es el
acabose.
Ella siempre
tendrá la iniciativa, en esa lógica pervertida del abuso de poder. Todo lo
demás no existe, ni existirá, y si existió, fue mentira. Pero... como la única
verdad es la realidad según Aristóteles confirmado por Perón, el Pueblo, que ha
ejercido su iniciativa en el comicio, puede manifestar que tiene la iniciativa
cada vez que el poder político de turno le manosea las pudendas partes desde su
posición de gobierno.
Eso es lo que le cuesta leer al gobierno argentino actual. “A mí
nadie me corre con amenazas...” Ella dixit. Así, una
movilización popular legitimada por la mera voluntad popular, sin corporaciones
sindicales ni políticas ni nada, como la del 8 de noviembre, es una amenaza
para Ella. Una huelga legalmente realizada, legitimada a veces por
las articulaciones corporativas de todo tipo que incluyen a los gremios y
sindicatos, entonces, es también una amenaza para Fernández. Desconoce la
mandataria, que el poder de iniciativa no se agota en los límites de su Corte. Ahí
comienza la escalera del Go, con final previsible.
La Escalera
En el Go, entre múltiples movidas elegantemente nombradas por el manual
ritual del juego, existeShicho [Escalera]. Esto es una técnica de
captura en la que un jugador da atari consecutivos en zigzag
[obligación de jugar a la defensiva que se plantea al oponente, similar al
jaque del Ajedrez] a un grupo de piedras hasta que se topan con el borde del
tablero o una piedra enemiga y son capturadas, es de cortesía acordar que el
jugador que pone en jaque al otro, le diga, simplemente “atari”. El que
toma la iniciativa obligando al otro colocar su piedra en determinada posición,
lo lleva a perder todo el territorio escalonado que se genera en algún lugar
del tablero, y culmina en el borde, o sea la nada. El problema reside en
encontrar la motivación, la oportunidad y el lugar para ejercer esta forma de
la iniciativa.
La presidente de la República ha perdido la iniciativa en relación
directa con el agotamiento del dinero que mal administran ella y sus sátrapas
despóticos.
Entonces, el Pueblo retoma la iniciativa. Por eso habla Fernández
trasnochadamente de amenazas. Y pone su fichita en un
escalón más hacia la nada, hacia el margen, hacia el inevitable final. Shicho se
cumple. Aunque Fernández convierta esto en un embrollo que no tiene límites.
“Me voy a bancar las que me tenga que bancar...”
Vea, Doña Clota, toda una definición. Claramente un grito de
desesperación frente al formidable poder de las masas. Una afirmación
despótica. Una admonición, si se quiere, trágica, demás está decirlo. A ver, si
se entiende: Si un gobernante legal y legítimamente en ejercicio del poder
político de la República, recurre a exasperadas frases hechas, incluso las
tomadas del lenguaje popular, es porque tiene miedo. Y sabemos que la
combinación de miedo con poder, conduce a las tiranías. Sabe, Ella,
que ha perdido la iniciativa. Lo que no queda claro [institucionalmente
hablando que es lo que corresponde] es con qué logística se bancará la
presidente argentina, esta situación. Sabemos: La caja más
suena a un dramático hueco que ha demostrado no llenarse por más papel pintado
se imprima en las máquinas sospechosas de la Casa de Moneda; a la Anses
ya se le está diagnosticando anemia perniciosa, según la brutal caradurez
del funcionario que la dirige cuando nos cuenta que no tiene dinero
para pagar los milenarios juicios en que los jubilados resultaron ganadores,
según la Corte Suprema de Justicia. La clientela voraz ya les golpea el trasero
a estos déspotas ilustrados, paternalistas sin ser padres. El pueblo laburante
también.
Atari, Ella,
ponga su piedra...
[Edición en papel: Semanario Nueva
Propuesta, Salta,]
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