Por Jorge Altamira |
Argentina enfrenta ahora la imposición de una nueva deuda
impagable, luego de ocho años de pago de la deuda usuraria con el endeudamiento
de la Anses, el Banco Central y otros organismos estatales. Mientras
descapitalizaba al país con esta sangría, el gobierno K desconocía los fallos
de la Corte argentina que ordenaban el pago de la deuda con los jubilados, como
consecuencia de los congelamientos que sufrieran en 1995 y en 2002. La
incorporación de la cláusula del acreedor más favorecido, que Néstor Kirchner
incluyó en el canje de 2005, permitiría ahora al 95% de los acreedores reclamar
el mismo trato que Griesa otorga a los fondos buitres.
Más allá de los desbordes verbales, el gobierno nacional se
apresta a llegar a un nuevo arreglo con los usureros internacionales. Es lo que
le reclaman todos los sectores del capital local, que se financian con deuda
externa, que es en la actualidad de 80 mil millones de dólares (la deuda
pública, por su lado, alcanza a 190 mil millones de dólares). El arreglo
consiste en depositar la garantía que le exige el fallo, de 1300 millones de
dólares, para poder apelar la sentencia y para ganar tiempo para negociar un
pago menor a los fondos buitres, o sea con una quita.
Este arreglo, sin embargo, representaría el colapso de la
política económica oficial, que consiste en racionar la oferta pública de
dólares, para poder pagar los vencimientos de la deuda actual y la importación
de combustibles. También golpea la intención de asociar a las petroleras
internacionales para sacar a YPF de la bancarrota. Por último, al hundir la
cotización de la deuda pública del país, plantea la quiebra del sistema bancario
local, atiborrado de bonos y títulos emitidos por el Estado nacional. Coloca,
en definitiva, al gobierno ante una crisis política de características
excepcionales.
Argentina vuelve a llegar al final del camino en la cuestión
de la deuda externa y enfrenta la amenaza de una nueva bancarrota. Es un
resultado, fundamentalmente, del pago serial de esa deuda desde 2005, que ha
drenado una masa fabulosa de recursos financieros. El pago de la deuda externa
ha debilitado a Argentina frente a los usureros y fondos buitres
internacionales. El Partido Obrero ha venido anticipando esta situación en
forma sistemática, con su campaña por el no pago de la deuda usuraria.
El fallo confiscatorio contra Argentina forma parte de una
acción mundial para forzar a las naciones endeudadas a pagar en forma integral
las deudas usurarias de sus gobiernos y bancos, a costa de los trabajadores y
del remate de las propiedades públicas.
En esta nueva situación planteamos:
1. La suspensión de todo pago de la deuda
con los capitales financieros internacionales, para defender las reservas del
país y el rechazo a nuevos arreglos por parte del gobierno K.
2. Reivindicar la jurisdicción nacional
para los litigios de deuda que contraiga Argentina.
3. Proceder a la inmediata nacionalización
del sistema bancario para poner fin a la fuga de capitales y habilitar una
restructuración de la economía nacional, que ponga fin a la dependencia
financiera internacional.
4. Convocar a una conferencia internacional
para recuperar la soberanía de decisión nacional y repudiar los rescates del
capital financiero a costa de la solvencia de las naciones endeudadas y de los
intereses más elementales de los trabajadores.
© Prensa Obrera
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