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Por Manuel Vicent |
Antes de que Einstein en 1916 demostrara teóricamente la
existencia de las ondas gravitacionales, producto del choque de dos agujeros
negros que tuvo su origen a miles de millones de años luz, y la ciencia fuera
capaz de detectarlas, algunos seres privilegiados de nuestro planeta ya las
habían incorporado a su espíritu.