miércoles, 6 de agosto de 2025

HIROSHIMA, UNA LECCIÓN QUE TODAVÍA LA HUMANIDAD NO TERMINA DE APRENDER

“Más de 12.000 ojivas nucleares siguen activas, y el 
peligroso discurso sobre la fuerza militar como garante 
de paz resurge con fuerza”, dice el autor

 El hongo nuclear de la bomba atómica de Hiroshima, poco después de su explosión,
el 6 de agosto de 1945. (Foto/Universal History Archive)

Por Marcos González Gava (*)

Cuando a las 8.15 AM del 6 de agosto de 1945 detonó la bomba atómica Little Boy sobre Hiroshima, la temperatura del ambiente llegó a 5.000 °C. Recibí esta información mientras recorría el Museo Memorial de la Paz, ubicado en pleno epicentro de la explosión, lugar que visité en febrero de 2024.

Es difícil conmensurar ese dato, y es desesperante aceptarlo: si la temperatura de la lava varía entre 700 y 1.300 grados y el fuego azul, conocido por ser el más caliente, llega a superar los 2.500 grados C° ¿Cómo es posible un nivel de calor tan extremo, y qué efectos puede tener en los seres humanos y su alrededor?

En mi caso, esa respuesta quedó ampliamente respondida a través de las duras imágenes y los relatos que pude conocer durante la recorrida que hice por dicho Museo, que lo dejan a uno impactado y horrorizado. Un pequeño sol ardió ese día a 500 metros sobre la superficie de Hiroshima, quemándolo todo en kilómetros. Una luz ardiente se transportó junto a la onda expansiva, dejando a su paso devastación y muerte.

Se estima que aproximadamente 80.000 individuos perecieron instantáneamente en Hiroshima y otras 50.000 fallecieron posteriormente debido a las secuelas. Tres días después de la primera detonación, el 9 de agosto, el infierno se desencadenaría en Nagasaki, donde explotó la segunda bomba atómica, Fat Boy.

En total, unas 250.000 personas perdieron la vida por los efectos combinados de la explosión y la radiación en ambas ciudades.

Este año se cumplen 80 años de aquella trágica jornada, en la que la humanidad conoció por primera vez los efectos destructivos de la energía atómica en su aplicación más macabra. En este contexto, del 6 de agosto al 28 de septiembre de 2025, el Complejo Histórico Cultural Manzana de las Luces, en Buenos Aires, será sede de una nueva edición de la muestra internacional sobre los bombardeos atómicos, con paneles históricos, talleres, cine y actividades culturales destacadas que promueven el diálogo por la paz y la memoria.

La realización de esta actividad no puede ser más necesaria, cuando en el mundo más de 12.000 ojivas nucleares siguen activas, y el peligroso discurso sobre la fuerza militar como garante de paz resurge con fuerza.

Hiroshima, una lección para la humanidad

El hecho es que este evento desdichado marcó para siempre a Japón. No solo determinó el fin de la guerra y la caída del imperio japonés, sino que tuvo impacto en el desarrollo militar del archipiélago nipón desde entonces.

Un pequeño sol ardió ese día a 500 metros sobre la superficie de Hiroshima, quemándolo todo en kilómetros. Una luz ardiente se transportó junto a la onda expansiva"

Entre los efectos que la bomba atómica tuvo internamente, uno de los más destacados fue la instauración de un modelo de país sin fuerzas armadas con capacidad de autodefensa. En el Artículo 9 de la Constitución nipona de posguerra, que fue redactada principalmente por funcionarios civiles estadounidenses bajo la supervisión del general estadounidense Douglas MacArthur, comandante supremo de las potencias aliadas enmienda de la Constitución Meiji de 1890 el 3 de noviembre de 1946 y que entró en vigor el 3 de mayo de 1947, se estableció que, y promulgada como una “aspirando sinceramente a una paz internacional basada en la justicia y el orden, el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la Nación y a la amenaza o el uso de la fuerza como medio para resolver disputas internacionales”.

Desde entonces, Japón se transformó en un defensor incansable de la paz, la no proliferación y el desarme nuclear. Sin embargo, a 80 años de Hiroshima y Nagasaki, el País del Sol Naciente enfrenta peligros concretos, que ponen en riesgo su propio futuro.

En términos de Seguridad y Defensa, por el estado de conflicto en el que se encuentra el mundo actualmente, Japón analiza hipótesis que vislumbran desde potenciales ataques con misiles balísticos y armas nucleares hasta la invasión y el despliegue de fuerzas militares extranjeras sobre su territorio.

El pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la Nación y a la amenaza o el uso de la fuerza como medio para resolver disputas internacionales” (artíc. 9, enmienda del 3 de noviembre de 1946 a laConstitución Meiji de 1890)

No por nada el año pasado, Antonio Guterres, secretario general de la ONU, afirmó que “las tensiones geopolíticas y la desconfianza han elevado el riesgo de guerra nuclear a su nivel más alto en varias décadas”. Lo dijo en una reunión del Consejo de Seguridad sobre la no proliferación nuclear, justamente organizada por Japón.

Ante este escenario, la nación que hoy lidera el primer ministro Shigeru Ishiba viene profundizando el proceso que desde 2013 lo está llevando a aumentar sus capacidades militares de Defensa y Contraataque y su gasto militar anual.

Cómo explicó Nobumasa Akiyama, profesor de la Escuela de Políticas Públicas e Internacionales y de la Facultad de Derecho de la Universidad Hitotsubashi, a quien tuve posibilidad de entrevistar en dos ocasiones: “Debemos manejar la hipótesis de una amenaza inminente mientras las armas nucleares existan”.

Su percepción está basada en una cantidad de conflictos bélicos que desde Japón se ven como factores cada vez más desestabilizantes para su funcionamiento como país.

Y esto porque, para Japón, el contexto regional no puede ser más complicado: la invasión de Rusia sobre territorio ucraniano en febrero de 2022 marcó una nueva era de crisis, siendo que el país que lidera Vladimir Putin no consideró la ley internacional en su accionar y amenazó en varias ocasiones a sus antagonistas con el uso de armas nucleares.

Asimismo, China viene aumentando su capacidad militar de manera drástica en forma cuantitativa y cualitativa, incluyendo misiles y armamento nuclear, mientras continúa amplificando cambios unilaterales en el statu quo en el Mar de China Oriental y el Mar de China Meridional.

Por otra parte, Corea del Norte está avanzando rápidamente en su desarrollo de misiles y armas nucleares, y ha lanzado misiles repetidamente sobre el territorio marítimo japonés en los últimos años, desestabilizando también a Surcorea, vecino de Japón.

En este marco, Japón impulsó una reconsideración del límite del 1% de su PBI que destina anualmente a gastos militares, y busca aumentar el presupuesto de Defensa al 2% para el año fiscal 2027.

Ante esta escalada de la amenaza nuclear, se hace cada vez más importante que repasemos las lecciones aprendidas luego de las tristes experiencias que nos dejaron las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, para que eventos tan lamentables no vuelvan a suceder.

(*) Periodista, cofundador de Reporte Asia

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