miércoles, 1 de febrero de 2023

Sin CFK no se puede, ¿y con ella se puede?


Por Lucas Romero (*)

La historia del peronismo reciente se puede resumir en aquella frase que fue la ordenadora de la confección de su oferta electoral en 2019: con Cristina no alcanza (para ganar), pero sin ella no se puede (ganar). Esta historia se repite en 2023, porque Cristina Kirchner sigue teniendo una parte considerable de apoyos que no le alcanzan al peronismo para ganar, pero que se necesitan para construir una mayoría electoralmente ganadora.

Por la naturaleza de la situación (el kirchnerismo tiene un alto nivel de rechazo), continúa estando claro que el peronismo sigue necesitando disimular la presencia del kirchnerismo en la oferta para ganar. Pero también hemos confirmado, con esta experiencia del Frente de Todos (FdT), que se vuelve difícil disimular su influencia a la hora de definir el rumbo de gobierno, lo que vuelve difícil hacer cosas que Cristina no desea que se hagan.

Se gana con ella, pero no se puede gobernar sin ella. La pregunta que surge después de estos tres años de gobierno del FdT, y que interpela a todo el peronismo sobre esta estrategia electoral, es: y una vez que se gana, ¿se puede gobernar con ella?

Este es un interrogante dramáticamente central para pensar la viabilidad de una coalición de gobierno que tenga a Cristina como parte central de la construcción del triunfo pero que luego pretenda que se gobierne en sentido contrario a su deseo o convicción. Si ella no está de acuerdo con el rumbo que el peronismo no kirchnerista considera el más apropiado, ¿se puede gobernar con ella en disidencia?, ¿puede funcionar una coalición con el sector mayoritario en permanente disidencia?

Interrogante que se vuelve central si lo que hay que hacer (estabilizar y equilibrar las condiciones macroeconómicas para que la economía funcione), requiere políticas con las que Cristina nunca comulgó.

Esta pregunta interpela a todo el peronismo, pero particularmente a Sergio Massa, que pretende asumir en algún momento el liderazgo de este "peronismo con Cristina adentro" que intentó dominar sin éxito Alberto Fernández. Si las conjunción del PJ y el kirchernismo es la conjunción de dirigentes que tiene miradas muy distintas de cómo resolver los desafíos por delante, ¿puede ser viable que esa tensión se resuelva en favor del peronismo y no del kirchnerismo?

Sergio Massa podría contraargumentar que lo está logrando, está aplicando un ajuste estabilizador con Cristina en silencio. De hecho, desde que asumió su gestión económica ha logrado, por ahora con éxito, acompañar las metas que estaban fijadas en el programa acordado con el FMI. Programa que no sólo no fue acompañado por el sector que lidera Cristina Kirchner, sino que en la justificación de su voto negativo el kirchnerismo vaticinó que no iba a funcionar. Pero también es cierto que ello se puedo hacer con la fuerza siempre disciplinadora del abismo que asomó en julio pasado, cuando Guzmán abandonó el barco frustrado por no poder resolver el enigma Cristina Kirchner.

Pero si Cristina dejó en pausa su condicionamiento a la política económica, ofreciendo desde el borde del abismo acompañamiento crítico a Massa (si te sale bien yo te apoyo, si te sale mal vos serás el responsable), no hizo lo mismo en otras dimensiones del rumbo de gobierno. La decisión de impulsar un juicio político a los miembros de la Corte Suprema tiene su impronta, y es un claro ejemplo de las dificultades de disimular la presencia del kirchnerismo en la conducción de la coalición. Si se gana con Cristina, hay que gobernar atendiendo sus necesidades políticas.

Es cierto que no es Cristina Kirchner quien lideró formalmente la asonada en contra de la no podía ser la que la lidere esa Corte, pero resulta obvio que ella no podía ser la que la lider de esa asonada luego de su reciente condena. Quien la impulsó fue un grupo de gobernadores, particularmente aquellos que tienen más afinidad con ella (Jorge Capitanich, Gerardo Zamora, y Axel Kicillof), quienes fueron acompañados por un presidente necesitado de ganarse la buena voluntad del kirchnerismo en su carrera por volver a ser el candidato del oficialismo.

¿Hace juego todo este conflicto con el Poder Judicial con la política económica? ¿Tiene sentido para la coalición de gobierno embarcarse en esta pelea con la Corte sabiendo que es una pelea que no se puede ganar (no están los votos) y que puede generar señales muy inconvenientes de que esta coalición tiene poca predisposición de respetar las instituciones y la división de poderes? El costo de oportunidad es claramente negativo y el silencio incómodo del ministro de economía es el mejor síntoma del flaco favor que le hace todo esto a los esfuerzos de Massa para lograr una recuperación, o al menos evitar un tránsito económico turbulento hacia el final de mandato.

Pero el episodio sirve para volver a preguntarse: ¿puede funcionar una coalición en la que el sector minoritario pretenda definir un rumbo opuesto al que pretenda el sector mayoritario? ¿Cuáles son las diferencias entre el peronismo y el kirchnerismo? Si esas diferencias son sustanciales, ¿puede funcionar una alianza donde el rumbo lo defina un no kirchnerista y el kirchnerismo acompañe?

Estos interrogantes se vuelven medulares para comprender el desafío que enfrenta el oficialismo para acomodar todos los intereses particulares que conviven en su universo. Es cierto que el peronismo tiene como principal razón de ser el deseo de ganar elecciones, pero los desafíos que presenta la argentina obligan a pensar que después hay que gobernar, y ello requiere, tanto para el peronismo como para el no peronismo, de un liderazgo que centralice el proceso de toma de decisiones y defina el rumbo de un modo centralizado y no colectivizado.

Y si hay que hacer cosas que Cristina Kirchner no crea que haya que hacer, entonces al peronismo que opina distinto no le quedará otra que pulsear con ella e imponerse electoralmente en una interna para someter su voluntad. Porque si no es así, volverá a comprobar que con Cristina no alcanza, sin ella no se puede, pero con ella tampoco.

(*) Politólogo. Director Synopsis Consultores

© El Cronista

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