viernes, 7 de enero de 2022

Muere Sidney Poitier, leyenda de Hollywood

El intérprete de ‘Los lirios del valle’ fue el primer actor afroamericano en ganar un Oscar por una actuación 
protagónica y ayudó a transformar el retrato de los negros 
en el cine

 Sidney Poitier

Por Luis Pablo Beauregard

Antes de Denzel Washington, Morgan Freeman, Jamie Foxx o Will Smith estuvo Sidney Poitier. Una leyenda de Hollywood se ha apagado este viernes con la muerte, a los 94 años, de la primera gran estrella negra de la industria del cine. Un pionero que ayudó a transformar el retrato de los afroamericanos en las películas y normalizó que los negros pudieran ser protagonistas de las historias, no solo personajes de reparto. 

El fallecimiento del primer hombre negro ganador del Oscar, en 1964 por Los lirios del valle, ha sido anunciado por el ministro de Asuntos Exteriores de Bahamas, Fred Mitchell, quien no ha explicado las causas del deceso. Aunque Poitier era originario de Miami, tenía también la nacionalidad bahameña. Chester Cooper, viceprimer ministro del país caribeño, llamó al protagonista de Al calor de la noche un “icono, un héroe, un mentor, un luchador y un tesoro nacional”.

Poitier, hijo de un campesino de Bahamas que cultivaba tomates, fue un pionero en muchas cosas. Se inició como integrante de la compañía American Negro Theater, que produjo 19 obras teatrales en Harlem hasta su cierre en 1949. Tuvo su primer protagónico en 1950, en un papel que fue profético para su trayectoria. Aquel año rodó Un año de luz (No way Out), donde encarnaba a un médico negro que debe atender a dos racistas blancos en medio de un clima de tensión que puede desencadenar una revuelta racial. La película de Joseph Mankiewicz, director de Eva al desnudo, le daba la oportunidad de jugar con un jugoso personaje que debía tomar varias decisiones morales marcadas por un sentimiento de justicia, algo que rompía el molde de los roles estereotípicos de aquel entonces.

Estuvo nominado al Oscar como mejor actor en 1959 por Fugitivos, pero no consiguió la codiciada estatuilla hasta 1964 gracias a su interpretación en Los lirios del valle. Antes de él solamente estuvo Hattie McDaniel, quien se llevó el galardón en 1939 por la categoría de mejor actriz secundaria por su rol de criada en Lo que el viento se llevó. Acostumbrados ahora a los discursos reivindicativos en este tipo de ceremonias, el suyo fue conciso. Dio gracias por el premio y nombró al director y al guionista de la película, sonrió emocionado y se marchó.

Aquel fue un momento histórico que inspiró a muchos afroamericanos. Ente ellos a la presentadora Oprah Winfrey, quien tenía 10 años. “En 1964 era una niña pequeña sentada en el suelo de la casa de mi madre en Milwaukee viendo a Anne Bancroft presentar el Oscar a Mejor actor [...]. Subió al escenario el hombre más elegante que jamás haya recordado. Su corbata era blanca, su piel era negra y lo estaban aplaudiendo. Nunca había visto a un hombre negro siendo aplaudido así”, contó la periodista en los Globos de Oro de 2018.

El premio, sin embargo, causó también polémica entre los más militantes activistas del movimiento por los derechos civiles, quienes lo consideraron un “tío Tom”, alguien que se vendía al sistema a pesar de todos los años en los que Hollywood retrató a los negros como una comunidad simplona, ignorante y hundida en la pobreza. Parte de esta controversia se había engendrado años antes, a mediados de los cincuenta, cuando Poitier accedió a los caprichos de Samuel Goldwyn e interpretó a Porgy en la adaptación cinematográfica de la ópera de George Gershwin, considerada una desafortunada caricatura de los negros. Poitier debía aceptar el papel para lograr el de Fugitivos junto a Tony Curtis, una película que siempre estuvo entre sus preferidas.

El intérprete cambió muchas de las percepciones que marcaban a una industria dominada por los blancos. “El tipo de negros que aparecían en pantalla siempre era negativo, bufones, payasos, mayordomos, verdaderos marginados. Este era el contexto cuando yo llegué hace 20 años y elegí no formar parte de los estereotipos... Quiero que cuando la gente salga del cine sienta que las vidas de los seres humanos son importantes. Esta es mi única filosofía sobre las películas que hago”, explicó durante una entrevista en 1967.

En 1980, con casi 40 años de trayectoria a cuestas, Poitier consideraba que había ayudado a derribar aquellos estereotipos. En su biografía, publicada aquel año, dijo que Hollywood “no estaba preparada todavía para tener como estrella a más de una persona de una minoría”. Pero los cambios demográficos pusieron presión sobre la industria y trajeron el deseo de ver “películas que expresaran mejor las vidas y necesidades de la comunidad negra”. “Finalmente, Hollywood ha entendido el mensaje”, escribió en Esta vida. Solo alguien como él, dos veces nombrado la estrella más taquillera del país y uno de los mejor pagados, podía afirmar eso.

Tras la cámara

Poitier tiene entre sus más de 50 títulos Semilla de maldad (Blackboard Jungle) y Al maestro con cariño (To sir with love). En ambas películas trasladaba a la audiencia las vivencias y dificultades que las aulas de Estados Unidos vivían tras la era de la segregación. En la primera, el actor encarnó a un estudiante y en la segunda, a un profesor. “Poitier no hizo películas, hizo hitos cargados de excelencia artística y del progreso americano. No solo entretuvo, sino que iluminó y modificó posturas y amplió corazones para unirnos”, dijo Barack Obama en 2009 al entregarle la Medalla de la Libertad, uno de los reconocimientos más altos de aquella Administración para los civiles.

Sidney Poitier y el cantante Harry Belafonte estuvieron cerca de ser asesinados por el Ku Klux Klan en Misisipi. Este fue el motivo por el que se negó en 1966 a rodar Al calor de la noche en escenarios naturales del sur de EE UU, y la producción se mudó a Illinois. En aquella película, una de las más memorables de su filmografía, encarnaba a Virgil Tibbs, un detective negro que debe investigar un crimen racista en el sur, en el bastión de los supremacistas blancos. Como no encontraron una plantación de algodón en el norte, el equipo filmó durante unos días en Tennessee: Poitier durmió allí con una pistola bajo la almohada.

A finales de los setenta, Poitier hizo una pausa en su trayectoria como actor para otros. Se concentró entonces en crearse una pequeña carrera como director de cintas con repartos hechos casi exclusivamente por actores afroamericanos. Muchas de ellas protagonizadas por él mismo. Detrás de la cámara mostró un particular interés por la comedia y dirigió, además de a Belafonte, a populares comediantes de los años ochenta como Richard Pryor y Bill Cosby, quien se ha visto implicado en escandalosos procesos por abuso sexual. En 1988 volvió a la carga con una película de acción. Su último trabajo para la pantalla grande lo hizo en 1997, una fallida versión de El día del chacal.

© El País (España)

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