jueves, 18 de febrero de 2021

‘Furoshiki’

 Por Isabel Coixet

En el periodo Nara japonés, los bañistas que frecuentaban las casas de baño empezaron a reunir sus cosas en pañuelos que cerraban con un nudo, para que las pertenencias no se mezclaran. A partir de ese momento, estos atados (furoshiki) se hicieron tremendamente populares como manera de transporte de frutas, libros o pequeños enseres, o también como manera de envolver regalos. En los años sesenta, los furoshiki fueron paulatinamente sustituidos por las bolsas de plástico, pero volvieron con renovada fuerza cuando se quiso eliminar estas.

En 2006, la ministra de medioambiente Yuriko Koike hizo un llamamiento para que en todos los ámbitos, incluidos los colegios,  se volviera a utilizar esta forma de transporte en detrimento de las bolsas de plástico o papel. Existen clases para aprender a hacer furoshiki y cientos de tutoriales muy especializados, desde cómo envolver fruta hasta el tejido adecuado para envolver un libro según su contenido y su autor. Es una práctica que ha influido en muchos diseñadores de moda, que a menudo incluyen elementos de la cultura japonesa en sus creaciones.

Una de las grandes paradojas del polivalente furoshiki es que a veces, cuando se utiliza como envoltorio de regalo, es más bonito que el regalo en sí. Es de esas ocasiones en que el envoltorio se come al contenido. Mi amiga Misako, experta en teatro kabuki, realiza los envoltorios más bonitos que yo he visto, además de tela, utiliza ramas secas, papeles, flores, letras recortadas. Recibir un regalo de su parte es siempre tener una doble sorpresa.

El arte de regalar es en Japón un capítulo aparte, y el sentido del acto de regalar no es el mismo que en nuestra cultura. Un regalo es un homenaje, es la manifestación de la admiración o la alegría que te produce encontrarte con otra persona. No se regala para obtener gratitud o para ganar afecto. Y no es un intercambio baladí: el que regala piensa detenidamente en qué va a hacer a la otra persona feliz, pero no espera que en el caso de que no sea así el otro se queje. Espera simplemente que aprecie el esfuerzo. Hay regalos para bodas y también para divorcios. Regalos de año nuevo. Regalos de mudanzas. Regalos cuando alguien consigue un trabajo. Regalos para funerales que consisten en un sobre con billetes de yen usados, el equivalente a treinta euros, en un sobre atado con hilos blancos y negros, que simbolizan no estar preparado para aceptar esa muerte. Hay palabras para el acto de regalar (zoto) y para el acto de corresponder a un obsequio (okaeshi). Y objetos tabú que nunca se regalan: cuchillos, peines, ropa interior (salvo calcetines).

Ir en el metro en cualquier ciudad japonesa y ver a colegiales que van a sus clases con una fiambrera (bento) atada en tela de colores es una de las cosas que me hacen creer en un mundo más humano. Aunque le pongo ganas, no consigo imaginarme a un robot haciendo un furoshiki, no puedo. Todavía.

© XLSemanal

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