sábado, 8 de agosto de 2020

Estado de derecha

Por Carlos Ares (*)
¿Estado de desecho? Ah, “derecho”. Entendí “desecho”. El Estado de derecho clásico, el que trae amortiguadores para baches democráticos profundos, que se asienta en la libertad, fraternidad, solidaridad, igualdad ante la ley, está en falta. No se consigue Justicia independiente, división de poderes, que se defiendan los derechos humanos de todos. En fin, las condiciones necesarias para que las personas puedan trabajar, estudiar, convivir en paz. Te lo debo.

Hay Estado de derecha. Parece lo mismo pero no es igual. Es el único disponible si tenés la suerte de cobrar un salario en blanco, o te tiran un mendrugo de subsidio. El básico no trae nada a favor tuyo. Es elitista, impiadoso, autoritario, feudal, rapaz, corrupto. Si lo querés full, como para zafar siempre, tenés que ostentar guita grande, poder, o capacidad de mucho daño al que se te ponga adelante.

Por momentos, por el reguero de miseria, de vidas arruinadas que deja, parece soviético, coreano del Norte, venezolano, pero no. Es nacional y popular. Trump, Bolsonaro, la derecha de varios países vino a consultar. En cuanto ven cómo funciona, huyen. No te lo compra nadie. Ni regalado quieren esto.

Se impuso en los 90 porque era barato. Impunidad para todos por dos pesos. ¡Cerrá el negocio! ¡Poné la guita a laburar! ¡Vámonos de joda! Deme dos, deme dos boludeces más. Menem inaugura el afano en banda. No solo te abrían el champán en la cara, ¡te apuntaban con el corcho a los ojos! De la pizza, ni el cosito dejaron.

Los que se beneficiaron con la liquidación de las empresas del Estado, empresarios, sindicalistas, políticos, gobernadores, como Kirchner que agarró 600 palos dólar de YPF, se la llevaron toda. No dejaron nada. “¡Para hacer política se necesita guita!”, decía Néstor. Claro, con la política se hace más todavía. Nunca queda para repartir. El péndulo de arrasar boludos pasó para el otro lado. Le cortó la cabeza a la mayoría. ¡Ahora tenemos que vivir con lo nuestro!, decían. Pero era de la nuestra con la que vivían ellos.

Una pena enorme. Después de tanto despilfarro de guita, de años de democracia, no logramos construir, consolidar, algo más justo, mejor. Al menos como para competir con los hermanos uruguayos. ¡Ni el clásico rioplatense podemos jugar en estas condiciones! Ellos te ponen al Pepe Mujica al arco, Sanguinetti de dos, Tabaré Vázquez de cinco, Lacalle Pou de diez, Luisito Suárez de nueve, y nosotros ¿con quién vamos?

¿Con Cristina, con Alberto, con Macri, a meter codazos, pegar patadas? ¿Con Felipe Solá, que se hace el boludo, la ve pasar? ¿Con Parrilli, Boudou, De Vido? ¿Con Massa, que iba a meter presos a los barras de La Cámpora? ¡Pero ni hablar! Nos comemos una goleada histórica. Treinta años de diferencia en educación democrática nos sacan. ¡Como mínimo!

Ya de verlo te das cuenta. El Estado de derecha es muy truchito. Copia de un modelo italiano. De la época de Mussolini. Ensamblado acá por el peronismo. Le metieron mano radicales, militares, frentes, alianzas. Así quedó. Vergüenza me da mostrarlo. De todos modos, miralo. La decisión es tuya. Te aviso, en cualquier momento revienta.

Viene con jueces de fibra delgada. No soportan la presión en frío. Se ponen pálidos a la primera de cambio. Salvo cuando te cotizan las sentencias. Las pasan de peso a dólar. No te miento. ¿Qué dice acá? Distribuido por “Familia judicial en los camiones de Moyano”. Si es solo para tener, para esperar a ver qué pasa, para decir “bueno, tiramos con esto hasta que aguante, mañana vemos”, corre por tu cuenta.

Después no me vengas a reclamar en nombre de los pibes, de tus hijos, del futuro, a decir que el Estado de derecha cobra una fortuna en impuestos, mantiene miles de ñoquis en cargos políticos, no te devuelve servicios de calidad, no les paga bien a los docentes, al personal de la salud, y encima ajusta a los jubilados.

Sabelo, no te hagas el distraído. En el Estado de derecha los corruptos no van en cana, liberan a los que chorean, hay desaparecidos, encubren mafias sindicales, carteles narcos. Si te parece una estafa, bienaventurados los pobres a la Iglesia que le hizo la promoción.

¿Libro de quejas? ¡No me jodas! Si te lo bancás así, hacete cargo.

(*) Periodista

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