viernes, 8 de mayo de 2020

RENDICIÓN DE LA ALEMANIA NAZI

Se cumplen 75 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, 
una fecha que los vencedores celebran en días diferentes

El general Alfred Jodl de Alemania firmó el documento de rendición incondicional
en Reims, Francia, el lunes 7 de mayo, poniendo fin formal a la guerra en Europa. 
Por Carlos Joric

La tarde del 6 de mayo de 1945, el general alemán Alfred Jodl, número dos de la Wehrmacht, fue conducido hasta al cuartel general aliado en Reims, Francia. En la mesa de la sala de guerra (hoy convertida en museo) le esperaba un documento de dos páginas con 234 palabras: el acta de rendición incondicional. A las 02.41 del día siguiente, Jodl, que meses después sería ahorcado tras los juicios de Núremberg, estampó su firma. La guerra en Europa había terminado.

Esta rendición, firmada ante el mando aliado occidental, no fue bien recibida por Stalin, quien exigió que se refrendara en el cuartel general soviético en Karlshorst, Berlín (también convertido en museo). El 8 de mayo de 1945, a las 23:01, la ceremonia se repitió. El mariscal Wilhelm Keitel, jefe de las fuerzas armadas (que también acabaría ahorcado), firmó una nueva capitulación ante los representantes de las tres potencias aliadas más Francia, a la que se permitió estar presente en el acto. Esta vez sí, la guerra en Europa había terminado.

El mariscal Wilhelm Keitel firma una nueva capitulación el 8 de mayo de 1945, por
exigencia de la URSS y con la presencia de las tres potencias aliadas y Francia.
¿El 8 o el 9 de mayo?

Las celebraciones de la victoria estaban pensadas para el 9 de mayo, al día siguiente de la ratificación de la capitulación. De hecho, el general estadounidense Eisenhower había dado la orden de que los diecisiete periodistas que estuvieron presentes en la ceremonia no difundieran la noticia hasta la firma de Berlín.

Sin embargo, el corresponsal de la agencia Associated Press en París, Edward Kennedy, convencido de que el embargo no se debía a razones militares sino políticas, decidió saltarse el bloqueo y comunicar la noticia el mismo día 7. Como consecuencia, el mundo se enteró del final de la guerra un día antes de lo previsto, y Kennedy fue despedido de la agencia (en su libro de memorias Ed Kennedy’s War explica todos los detalles).

Las celebraciones espontáneas no se hicieron esperar. A medida que se difundía la noticia, miles de personas empezaron a salir a las calles de París y Londres. Churchill intentó que Stalin renunciara a la segunda firma. “Parecerá que los únicos que no lo saben son los gobiernos”, telegrafió a Moscú. Pero el líder soviético se mantuvo firme. Finalmente, acordaron que los aliados occidentales celebrarían el Día de la Victoria el 8 de mayo, y la URSS al día siguiente.

El 9 de mayo acabaría siendo la fecha oficial para las celebraciones del día de la victoria en Rusia y los países de la órbita soviética (aunque la mayoría lo adelantaron al 8 cuando se desintegró la URSS). La razón es que, cuando se firmó la rendición, pasadas las once de la noche, en Moscú, dada la diferencia horaria, era más de medianoche. Para unir las dos fechas, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió en 2004 declarar el 8 y 9 de mayo como Días del Recuerdo y la Reconciliación para quienes perdieron la vida en la Segunda Guerra Mundial.

Entre la alegría y la melancolía

El Día de la Victoria en Europa (VE Day en el ámbito anglosajón) se celebró el 8 de mayo en las principales ciudades de Europa y Norteamérica. En Londres, más de un millón de personas abarrotaron Piccadilly Circus y Trafalgar Square. Tras escuchar por los altavoces la declaración radiofónica de Churchill, se trasladaron hasta el palacio de Buckingham, donde el primer ministro y los reyes, Jorge VI e Isabel Bowes-Lyon, salieron a saludar.

También estuvieron presentes las dos princesas, Isabel y Margarita, que luego se unieron a las celebraciones en la calle de forma anónima. “Fue una de las noches más memorables de mi vida”, recordaría la futura Isabel II en una entrevista de la BBC en 1985. Por toda Gran Bretaña se organizaron bailes y banquetes, y se quemaron hogueras coronadas por la figura de Hitler. El gesto más repetido fue el de la uve de victoria popularizado por el primer ministro.

El martes 8 de mayo de 1945 fue el Día de la Victoria, y marcó la conclusión de la guerra
de Hitler. Al escuchar la noticia, miles de personas se reunieron en las calles para celebrar.
En París y Nueva York también hubo celebraciones multitudinarias. Los Campos Elíseos y Times Square se llenaron de miles de personas deseosas de compartir su entusiasmo por el fin de la contienda. Sin embargo, en cada ciudad se vivió de forma diferente.

En la capital francesa, la explosión de júbilo fue tan grande que la fiesta se prolongó durante dos días, hasta el jueves por la noche. Aunque, como recogía el diario Libération, “fueron los jóvenes los que se sintieron exuberantes. Entre las generaciones más antiguas, había un aire de indefinible melancolía”.

En Nueva York, en cambio, con las banderas ondeando a media asta por la reciente muerte del presidente Roosevelt, la celebración fue más comedida. En el ánimo de la población pesaba demasiado la sangrienta batalla que se estaba librando esos días en Okinawa, una de la más costosas en vidas de la guerra del Pacífico. Tanto Churchill como el presidente Truman, que casualmente cumplía años ese mismo día, recordaron en sus discursos que aún quedaba otra guerra por ganar.

Al día siguiente fue el turno de Moscú. Las noticias de la rendición alemana llegaron de madrugada, por lo que desde muy temprano la Plaza Roja comenzó a llenarse de gente. Se dispararon salvas, se lanzaron fuegos artificiales y los grandes reflectores, que se habían utilizado durante la guerra para detectar a la aviación enemiga, iluminaron la ciudad al caer la noche.

Las celebraciones de la Gran Guerra Patria, como se la conoce en Rusia, se oficializaron varias semanas después. El 24 de junio se organizó un impresionante desfile militar presidido por Stalin. Bajo una lluvia torrencial, las diversas unidades del Ejército Rojo fueron pasando una a una frente el mausoleo de Lenin. El desfile finalizó con los soldados arrojando a los pies de la tumba los estandartes capturados al ejército alemán.

Días de fiesta y recuerdo

El Día de la Victoria se sigue celebrando en la actualidad. En Francia es fiesta nacional. Se organizan desfiles, se homenajea a los veteranos y se recuerda a los caídos. En Gran Bretaña también se conmemora, pero no es festivo. Solo en ocasiones señaladas (como el 75 aniversario de este año), la tradicional fiesta del primero de mayo (Early May Bank Holiday) se traslada al día 8 y se organizan actos festejando la victoria.

En Estados Unidos, sin embargo, el 8 de mayo no se celebra. Inicialmente se conmemoraba el 2 de septiembre, el Día de la Victoria sobre Japón (VJ Day), pero ahora solo se festeja oficialmente en el estado de Rhode Island, debido al importante número de bajas que sufrieron los marineros de su base naval. El Memorial Day (último lunes de mayo) y el Veterans Day (11 de noviembre) son los dos días festivos nacionales en los que se honra a los veteranos y caídos en las distintas guerras.

Curiosamente, el país donde con más esplendor se celebra actualmente el Día de la Victoria es uno de los que menos tradición tiene. Hasta 1965, no hubo ninguna celebración oficial el 9 de mayo en Rusia. Ni Stalin ni su sucesor, Nikita Jruschov, eran partidarios de otorgar demasiado peso político a los militares. A partir de ese año, comenzó a festejarse, aunque los desfiles solo se organizaban en los aniversarios importantes.

Con la caída de la URSS, las conmemoraciones también declinaron. El gran impulsor de las actuales celebraciones fue Vladímir Putin. Desde su llegada al gobierno en 1999, el Día de la Victoria se ha convertido en una de las fiestas más importantes de Rusia. Una mezcla de festejo popular (los fuegos artificiales), homenaje a los caídos (la marcha del Regimiento Inmortal) y exhibición de músculo militar (el gran desfile) con la que el gobierno pretende promover la unidad y la autoestima nacional.

Unas celebraciones que este año, coincidiendo con el 75 aniversario, han sido canceladas, aplazadas o abreviadas en todo el mundo –con la excepción de Bielorrusia– a causa de la pandemia de Covid-19.

© La Vanguardia (España)

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