miércoles, 11 de marzo de 2020

Carlos Menem, entre la cárcel y el bronce

Por Pablo Mendelevich
El 2 de julio Carlos Menem cumplirá 90 años. Ese día, al parecer, se va a convertir, por obra y gracia de Cristina Kirchner, en el primer ex presidente que alcanza el bronce después de haber sido condenado por la Justicia por corrupción y de tener más causas pendientes.

A Menem se le esculpirá una estatua destinada a engalanar el Salón de los Bustos de la Casa Rosada .

De bronce, en realidad, solo será la placa con su nombre, las estatuas son de mármol argentino (antes se hacían de mármol de Carrara), pero en el habla de los políticos llegar al bronce suele significar alcanzar la gloria . Vilipendiado junto con "los noventa" en el propio peronismo por "neoliberal", senador de módico lucimiento que logró evitar con los fueros una segunda prisión, tal vez a él lo conformaría la "reivindicación" lograda como "una cosa natural". Tal la elocuente expresión que usó Alberto Kohan , ladero fiel, tras visitar hace un mes la Casa Rosada junto a Zulemita Menem . Kohan celebró cómo ya se nota el reconocimiento justiciero en las filas peronistas: "el tiempo pasa, las pasiones se aquietan".

Un par de novedades, habría que añadir, lubricaron la tarea que hizo el almanaque al perder sus hojas: Menem, otrora contrario entre otras cosas a la política de derechos humanos de Néstor Kirchner, el senador que fuera determinante con su voto opositor la noche del "voto no positivo" de Julio Cobos para construir el empate, ahora forma en el Frente de Todos bajo el liderazgo de la líder que preside el Senado. Ante ella se cuadró en silencio -la foto de la reunión en el Salón "Néstor Kirchner" conducida por Cristina Kirchner con los retratos de Perón y Evita fue famosa-, en noviembre pasado. Atrás quedaron los recuerdos, incluida aquella jura legislativa de Menem en la que Kirchner, quien igual que su esposa no le dirigía la palabra, se tomó con una mano los testículos y con la otra, poniendo los cuernos, tocó madera.

Por supuesto que la historia es la historia, la Patria es la Patria, el pueblo votó lo que votó durante una década (¡Ay, qué duro acordarse!, dirán muchos) y si Menem fue presidente tiene que estar representado en ese hall de honor. Pero en la Argentina nada está exento de oportunismo político. Ni siquiera el fasto institucional.

En línea con las incorporaciones ad hoc de los bustos de Héctor Cámpora , Néstor Kirchner y Raúl Alfonsín dispuestas por Cristina Kirchner como presidenta, todo indica que ella ahora dio el visto bueno para la ceremonia que en tres meses y medio agregará el busto de Menem. "Trato institucional", le prometió el kirchnerismo a Menem cuando selló su alineamiento, que por ahora se tradujo en su mano alzada para todas las leyes importantes y los acuerdos requeridos por el Gobierno. Quién sabe qué ocurrirá con el aborto, al que Menem se opuso en la votación anterior. La ausencia por razones de salud siempre es una posibilidad.

El gobernador más joven que tuvo el peronismo (1973), es singular por naturaleza. Antes que él ningún expresidente constitucional llegó a los 90 años. Sí hubo dos de facto longevos: el general Edelmiro J. Farrell , quien moriría en el olvido a los 93, tres décadas y media después de haber sido el partero del peronismo, y Roberto Marcelo Levingston , que gobernó solo nueve meses, como ex presidente casi completó medio siglo y murió a los 95.

No hace falta recordar que Menem ganó tres elecciones presidenciales y completó dos períodos consecutivos de seis y de cuatro años y medio, lo que lo convirtió en la persona que más tiempo continuado gobernó el país. Marcó una época, pero no acabó de marcar al peronismo, que a renglón seguido hizo todo lo opuesto, lo denostó con perseverancia y luego seleccionó, a modo de suavizante, el recurso de soslayar aquella década. Por su desempeño en la cámara, donde nunca pide la palabra, Menem tal vez no merezca ser comparado con otros presidentes que también fueron senadores al salir de la Casa Rosada, como Sarmiento o Roca , pero también allí se las arregló para marcar récords: lleva más de 14 años y es el mascarón de proa de la doctrina peronista que sostiene que sin sentencia firme un senador no puede ser detenido. Doctrina que detrás de Menem benefició a Cristina Kirchner, pese a que su caso sería distinto, porque ella (según ella) es perseguida por el lawfare , que Menem no padeció por no ser progresista.

La pregunta, entonces, no es por qué Menem ingresará en 2020 en el Salón de los Bustos sino por qué no ingresó antes. Y la respuesta es fácil: por la interna peronista, la misma que ahora lo vuelve calificado. Sucesivos decretos, el último de los cuales fue de Kirchner, regularon la vida marmórea del hall, oficialmente llamado de Honor, que todo presidente de la Nación, igual que sus visitas, atraviesa dos veces por día, cuando llega y cuando se va. Ya Alejandro Lanusse había dispuesto que los bustos debían mandar a hacerse una vez transcurridos dos períodos presidenciales (desde 1994, ocho años), regla que Kirchner mantuvo, y por la que no solo Menem debió estar esculpido hace rato. El último decreto, curiosamente, ordena acomodar los bustos en forma cronológica. Justo ahí está el problema: el peronismo, mayor contratista de escultores, nunca quiso encargar los bustos de Raúl Lastiri ni, mucho menos, el de Isabel Perón . Quien cumplirá 90 en 2021 y coincide con la mayoría de los dirigentes peronistas en querer ser olvidada. En cuanto a Eduardo Duhalde , todavía no le tocó. El kirchnerismo tiene su propia cronología: Kirchner estaba primero.

La memoria de los presidentes argentinos, pues, queda a merced de voluntades personales, conveniencias políticas, lucubraciones ideológicas, criterios historiográficos móviles. No se rige por constantes institucionales. Si se interpela a los responsables responden como burócratas: ninguna ley regula estas cuestiones, dicen.

Durante el gobierno de Macri no se sumaron bustos, se restaron. Aunque los kirchneristas suelen golpearse el pecho con el repudio a las dictaduras y son rápidos para encontrar cómplices, fue recién el gobierno de Cambiemos el que sacó los bustos de tres dictadores , José Félix Uriburu, Pedro Pablo Ramírez y Farrell. Generales correspondientes a los dos golpes en los que participó Perón (en el primero siendo capitán, en el segundo coronel).

Con todo, quedan casos controvertidos. Hay quienes objetan que esté Rivadavia , entre otras cosas porque fue anterior a la conformación de la República Argentina como tal. Más extraño es que fueron retirados todos los presidentes de los gobiernos militares pero sobrevive José María Guido , el abogado rionegrino que era presidente provisional del Senado puesto a gobernar por las Fuerzas Armadas en 1962 cuando dieron un golpe de estado y metieron preso en Martín García a Arturo Frondizi . Rara diferenciación.

Quizás porque gobernó seis días tampoco tiene busto Adolfo Rodríguez Sáa , uno de los dos presidentes peronistas volteados por el propio peronismo. El otro sí está, aunque gobernó apenas 49 días: es Cámpora , ídolo del kirchnerismo, que lo entronizó en 2008. En ningún lado dice cuánto tiempo se debe gobernar -ni cómo- para tener el privilegio de engrandecer el Hall de Honor.

A esas nebulosas, producto de las dificultades de los argentinos para digerir el pasado, se suma el estado judicial de Menem, que habla de nuevas modalidades para digerir el presente y la corrupción.

© La Nación

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