sábado, 14 de septiembre de 2019

Si Videla asistió a la Procesión del Milagro, ¿por qué no puede hacerlo Macri?

Una falta de respeto al Presidente 
de la Nación

Ulloa, Videla y sobre la derecha, semioculto, Menéndez. (Foto/Noticias Iruya.com)
Un conocido sacerdote de la Iglesia de Salta, el presbítero Julio Raúl Méndez, ha dicho en diferentes medios de comunicación que la anunciada asistencia del Presidente de la Nación, Mauricio Macri, a la Procesión del Milagro es considerada por la Iglesia como ‘inoportuna’ y ‘provocativa’. El sacerdote ha exhortado al Primer Mandatario a ‘dejar tranquilos a los salteños’ y a ‘ocuparse de resolver los graves problemas en que embarcó al país’.

Pocas reacciones tan sectarias e intolerantes como esta ha tenido la iglesia católica de Salta en los últimos tiempos.

La jerarquía católica local guarda silencio sobre la presencia, en la misma Procesión, del actual Gobernador de la Provincia y candidato a Vicepresidente de la Nación, 
Juan Manuel Urtubey, quien según la particular opinión de los clérigos no ha provocado graves problemas a los salteños. Tampoco parece inquietarle a la Iglesia el hecho de que Urtubey -divorciado y vuelto a casar solo por lo civil- asista tan campante con su segunda esposa al Triduo de Pontificales, en plena Catedral de Salta.

Si la presencia de Urtubey en la Procesión se justifica, no por su particular 
«piedad», sino por el mando que ostenta, el mismo derecho asiste al Presidente de la Nación, que también es presidente en Salta y que puede viajar a nuestra provincia cuando lo considere oportuno, sin pedirle una visa al Arzobispo, como se hacía en algunos pequeños estados durante la Edad Media.

La fotografía que ilustra estas líneas corresponde a la Procesión del Milagro del año 1979, a la que asistieron, como se puede ver claramente, el entonces presidente de facto del país 
Jorge Rafael Videla y el entonces Comandante del III Cuerpo del Ejército, Luciano Benjamín Menéndez.

A pesar de que aquel año ya eran suficientemente conocidas por la Iglesia local las atrocidades que ambos militares estaban cometiendo y los graves atentados contra los derechos humanos de la dictadura militar, no se conoce que ni el señor 
Julio Raúl Méndez ni ningún otro sacerdote hayan calificado, ni entonces ni ahora, la visita de Videla y de Menéndez como «inoportuna» o «provocativa».

De hecho, cuarenta años después de aquella incómoda visita, ningún representante de la Iglesia salteña ha condenado la presencia de Videla, de su esposa y del militar Menéndez.

Sin embargo, ahora la Iglesia -la misma que con su silencio cómplice avaló la presencia del dictador en 1979- ha 
baneado al presidente Macri. No solo le ha pedido que no venga a Salta, sino que lo ha hecho en los términos menos piadosos posibles, teniendo en cuenta la condición de cristiano del Presidente de la Nación, una condición -vale la pena recordar- de la que el gobernador Urtubey dijo haber renunciado ante los medios de comunicación de Buenos Aires.

Como cristiano y, sobre todo, como Presidente, Mauricio Macri tiene derecho asistir a las manifestaciones religiosas que desee, sin que curas de baja graduación opongan su veto, porque la fiesta del Milagro no es de los curas, sino y en todo caso -como ellos mismos se encargan de vender- 
«es del pueblo».

Ni el sacerdote Méndez, ni diez como él, tienen poder para declarar persona non grata en el territorio al Presidente de la Nación. Y si lo tuvieran, sería oportuno preguntarse hoy mismo por qué motivo no utilizaron tal prerrogativa cuando los pasos del Señor del Milagro y de su Santa Madre fueron seguidos por el dictador Videla y por su secuaz, el general Menéndez.

Y si el padre Méndez, o cualquier otro cura, se sienten más cómodos procesionando con Videla que con Macri, que lo digan en voz alta, para que se enteren todos los salteños; los creyentes y los no creyentes.

© Noticias Iruya.com

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