miércoles, 16 de mayo de 2018

Macri sale de las cuerdas

Gracias a Caputo el Gobierno pudo tomar aire. Pero 
se impone un giro profundo.

Por Ignacio Fidanza
El Gobierno convirtió un martes que venía para negro en un éxito contundente. Fue con anabólicos, pero se ganó. 

La operación a dos bandas que diseñó Caputo para frenar la corrida, le permitió a Macri tomar aire por primera vez, tras dos semanas de girar en falso. No es poco.

Es probable que la solución diseñada para pasar el sacudón no pase el antidoping, pero fue contra el límite que Caputo mostró sus mejores artes: La baja de encajes -disfrazada- de los bancos les liberó fondos que estaban al cero por ciento y ahora rendirán al cuarenta de las Lebacs renovadas. Y el ingreso de los fondos BlackRock y Templeton con una emisión de bonos a la carta y en medio de fuertes oscilaciones del tipo de cambio, es una historia que recién empieza. El ministro se metió en la jaula y sacó adelante el round más bravo.

Pero la piel quedó hipersensible y los efectos de estos quince días se sentirán en buena parte de lo que queda de su mandato. La corrida deja un dólar arriba de los 24 pesos, una tasa por encima del 40 por ciento, un acuerdo con el FMI que impondrá un ajuste bravo y en 30 días habrá que enfrentar otra mega renovación de Lebacs.

Macri salió de las cuerdas, pero ya tiene claro que la pelea estuvo mal planteada desde el principio, cuando se diseñó un gradualismo que voló por el aire y una fragmentación de la conducción económica, que va en el mismo camino. Se da casi por segura la salida de Federico Sturzenegger del Central y se habla de la necesidad de unificar ministerios del área económica. Rogelio Frigerio es de los más mencionados. La guerra en el gabinete es abierta.

En el plano político, la paliza de estos días obligó a reincorporar a Emilio Monzó a la mesa de decisiones y provocó el regreso de Nicky Caputo a la Casa Rosada, como en los buenos viejos tiempos del gobierno porteño. El susto incluso obligó a hacer propia la propuesta de Monzó de abrir una negociación con el peronismo para enfrentar lo que se viene. Se trata de una Moncloa de emergencia, que por ahora despierta más desconfianza que entusiasmo.

La propuesta es la misma de siempre, apoyen el ajuste -y ahora el acuerdo con el FMI- y nosotros ponemos candidatos flojos en sus provincias para que puedan desdoblar y ser reelectos con comodidad.

El problema es que una vez más, el Gobierno mezcla lo electoral con lo estratégico. Macri debió reconocer desde el día uno que era un presidente de transición de salida del populismo y eso no sólo podía dejarlo en un lugar muy significativo en la historia reciente, sino que además exigía sacrificar buena parte de su capital político inmediato, si hacía lo que hay que hacer. Un lugar al que ahora llega forzado y con los tiempos expropiados por el FMI. Lo ganó la búsqueda del confort, de mandar en soledad y la fantasía de un gobierno sin costos.

Si la crítica simple a este Gobierno es que no tiene un plan económico, eso se terminó. El plan aparecerá muy pronto y será del organismo que conduce Christiane Lagarde. La devaluación de estos días fue un anticipo de la medicina que viene.

¿Cómo negar que la Argentina necesita un acuerdo macro para abordar sus inconsistencias de fondo? Inflación, deuda y déficit. Tres taras históricas, que traban su desarrollo y generan cíclicas crisis. Sin esas tres variables bajo control, las mejores intenciones vuelan por el aire. Acaba de pasar con la obra pública. Por eso, el acuerdo con el peronismo nunca fue una elección sino un requisito básico de un gobierno en minoría, que eligió confundirse con una hegemonía que sólo existía en su propio relato. Ese que diseñaba reelecciones y sucesiones, como si estuviera dado.

De aquel "mi gran aporte será haber terminado con el peronismo", del que Macri se jactaba en la intimidad hace no mucho tiempo, al reconocimiento de la necesidad de acordar con esa fuerza, hay un recorrido previsible -pero no por eso menos duro-, que explica todo lo que dejó en el camino el experimento político que diseñaron Durán Barba y Marcos Peña y Macri asumió como propio.

El peronismo ya leyó todas las encuestas y sabe que el año que viene tiene una oportunidad de volver al poder. Incluso, si va dividido con Cristina como candidata por Unidad Ciudadana. Con los actuales niveles de rechazo que tiene el Gobierno, no sería extraño que nos encaminemos a una elección de tercios, que es lo mismo que decir que con alguien habrá ballotage.

Por eso, los gobernadores se pusieron creativos y van surgiendo ideas. Una de las últimas: La candidatura presidencial del senador santafesino Omar Perotti, de quien destacan su perfil productivo, asociado a la buena gestión como intendente de Rafaela, una zona industrial, de Pymes y agro, casi como contracara simbólica del modelo más sesgado a lo financiero de Macri, que por esa paradojas de la vida, se convirtió en su peor juez.

© LPO

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