sábado, 16 de julio de 2016

Hay obispos amigos y también enemigos

Por Pablo Mendelevich
El juez Rafecas citó a la monja Celia Inés Aparicio para que eche luz sobre su papel y el del Monasterio de Obras Públicas (oficialmente, Nuestra Señora del Rosario de Fátima) en la trama novelesca que involucra al obispo Rubén Di Monte. 

Que una monja deba presentarse ante un juez es algo infrecuente. Ocurre cada muerte de obispo.

Di Monte, quien falleció en abril, no era tan conocido en tiempos del presidente Néstor Kirchner, cuando Julio De Vido le transfirió el dinero para la construcción de su vivienda póstuma, ahora ocupada por la hermana Alba.

En esos días, Kirchner había hecho famoso a otro obispo, Antonio Baseotto, al acusarlo de reivindicar la dictadura por usar la cita bíblica "que les cuelguen una piedra de molino al cuello y los tiren al mar" en una disputa sobre el aborto.

Más tarde, la Justicia sentenció que no había habido apología del delito y dictaminó que Kirchner carecía de facultades para echar obispos.

El Estado tuvo que pagarle a Baseotto todos los salarios caídos. Se sabe, en el planeta K una cosa son los enemigos y otra, los amigos.

© La Nación

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