miércoles, 15 de junio de 2016

Millones que valen más que mil palabras

Por Gabriel Profiti

La imagen de los millones de dólares, junto a euros, yuanes y riyales qataríes, que José López pretendía esconder en un convento de General Rodríguez se proyecta como otra demostración, demoledora, de la maquinaria de corrupción puesta en funcionamiento durante el kirchnerismo en torno a la obra pública.

No hay que ser erudito para atar cabos: el hombre encargado de llevar adelante los planes de infraestructura durante doce años bajo la tutela del entonces superministro Julio De Vido fue detenido arrojando, solo, los bolsos con dinero.

La escena empalma en secuencia con la filmación del clan Báez, favorecido justamente por la adjudicación de obras públicas, contando dinero en la financiera SGI -La Rosadita- y realza la versión del "arrepentido" Leonardo Fariña, quien habló ante la Justicia de un "plan sistémico cuyo objeto fue el vaciamiento de las arcas públicas mediante la obra pública".

López era uno de los hombres clave del Ministerio de Planificación Federal; el otro era el segundo de De Vido, Roberto Baratta, quien se ocupaba principalmente de cuestiones vinculadas a la energía; y el tercero era Ricardo Jaime, cuya diferencia con sus pares era que reportaba directamente a Néstor Kirchner.

Jaime, eyectado de la función pública en 2009, ya se encuentra en prisión acusado de múltiples delitos de corrupción al frente de la Secretaría de Transporte y ahora López le sigue los pasos. La línea de puntos avanza sobre De Vido, con fueros como diputado.

Lo cierto es que el exsecretario de Obras Públicas habría actuado en forma desesperada ante el avance de la Justicia en causas que lo involucran como mano derecha de su exjefe. La semana pasada una comisión de la Cámara de Diputados emitió un dictamen a favor de la autorización para allanar el domicilio del exministro, quien previamente había frenado el procedimiento por sus fueros.

Según los diputados de la Coalición Cívica, Elisa Carrió y Fernando Sánchez, quienes denunciaron a López por los planes federales de vivienda y por el programa Sueños Compartidos, el desvío del dinero destinado a obra pública tenía varias etapas.

"Licitaban obra pública, direccionaban un ganador, que podía ser Lázaro Báez o Electroingeniería, una vez que ganaba les daban un porcentaje de anticipo financiero y acopio; con eso se dibujaban algunos gastos como estudios de prefactibilidad que no se hacían; después se demoraban etapas de obra para redeterminar precios, mejor si era en períodos de inflación, y también solían ampliar las obras para asignar nuevos recursos sin concurso. Eso sin contar los sobreprecios", detalló Sánchez.

En términos políticos, la chapucería con la que obró López significa otro golpe político al corazón del kirchnerismo y da aire al Gobierno, justo cuando su plan de ajuste impacta fuerte sobre buena parte de la sociedad y surgen cuestionamientos por los millones depositados por varios funcionarios en el exterior.

Algunos de los fieles seguidores de Néstor y Cristina Kirchner suelen afirmar que la corrupción no empaña a todo un proyecto político o que esas maniobras sirvieron para financiar a la política en un país en el que cualquiera no puede hacerlo.

Sin embargo, las imágenes del "físico" son tan brutales que derriban cualquier argumento, sobre todo en un país donde doce años después la pobreza sigue en aumento y el camino al desarrollo continúa entre las cuentas pendientes.

© NA

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