sábado, 6 de febrero de 2016

PERFILES / EVA ILLOUZ

La socióloga del amor y la influencia de la cultura popular en la vida cotidiana

Eva Illouz: el amor romántico "fusiona y condensa" las contradicciones de la cultura en
el capitalismo tardío, el desorden posmoderno y "la disciplina laboral protestante"
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Por Gabriel Arnaiz

Según el semanario alemán Die Zeit, Eva Illouz es una de los 12 pensadores que, probablemente, vayan a cambiar el pensamiento del futuro. Con apenas seis libros publicados, esta socióloga israelí se ha convertido en uno de los intelectuales más traducidos y citados del momento. 

Su primer libro, El consumo de la utopía romántica: el amor y las contradicciones del capitalismo –publicado en España por Katz, en 2009, aunque su versión original es de 1997– estudiaba cómo se conectan entre sí la idea vigente de amor romántico con la cultura popular y el sistema económico. La obra es un intento de contestar a la pregunta general de “¿por qué tienen tanta fuerza en el imaginario colectivo la idea del amor romántico?”.

El amor romántico, ¡vaya timo!

Para la autora, el amor romántico representa un caso ejemplar para la sociología de la cultura en el capitalismo tardío, pues “fusiona y condensa las contradicciones que se dan en dicha cultura entre la esfera del consumo y la de la producción, entre el desorden posmoderno y la poderosa disciplina laboral de la ética protestante”. Ella piensa que sigue siendo válida la tesis de Daniel Bell que afirma que la cultura del capitalismo se contradice al exigirnos que seamos disciplinados y laboriosos durante el día y hedonistas por la noche. El objetivo del libro no es otro que analizar cómo surgen esta contradicción y cómo se refleja en las prácticas románticas de la actualidad.

La autora demuestra fehacientemente a lo largo de más de 400 páginas que el amor romántico constituye un campo cultural por sí mismo, con sus propios héroes (el príncipe Andrés y Kate Middleton, Shakira y Piqué...), géneros (las telenovelas o los programas de cotilleos), teorías (los libros de autoayuda, los consejos de los expertos en las revistas de mujeres) y objetos (las tarjetas de amor o los globos con forma de corazón). Mediante una metodología ecléctica que combina el estudio de materiales procedentes de la cultura popular y de entrevistas a 50 personas de distintas profesiones y clases sociales (aunque todas ellas de origen caucásico), y utilizando el instrumental de Durkheim, Bourdieu y la teoría crítica, la autora nos presenta un detallado análisis del engarce entre las prácticas amorosas de las distintas clases sociales y la cultura contemporánea.

Los resultados de las entrevistas reflejan que las personas de clase media y media-alta son las que disfrutan de mayores posibilidades a la hora de hacer realidad el potencial de la utopía romántica, pues son quienes poseen los recursos económicos (mayor tiempo de ocio y dinero) y culturales (un dominio expresivo y una mayor familiaridad con la alta cultura). Las personas que crean el universo cultural romántico (publicistas, cantantes, escritores de novelas de amor, directores de películas románticas, etc.) y las que lo sostienen teóricamente (escritores de libros de autoayuda, terapeutas, consejeros matrimoniales, etc.) promueven las formas de expresión de los segmentos más cultos y acaudalados de la clase media. De hecho, el modelo de amor romántico que se prima acentúa ciertas formas de conciencia de uno mismo y de autoexpresión que en última instancia dependen del capital lingüístico y cultural propio de las personas que han estudiado en la universidad. “Por tanto, la capacidad para poner en acto el ideal romántico en las esferas de la comunicación y el consumo requiere de ciertas competencias románticas caracterizadas por el acceso al tiempo libre y a los recursos lingüísticos, culturales y económicos”, concluye Illouz. Lo que a su vez implica que las personas con menor acceso a estos recursos se encuentren en una posición de desventaja y que sean menos competentes en este campo. Los resultados de esta investigación pueden resumirse en estas tres tesis: 1) Que la esfera del intercambio comercial con la vida privada se produce de manera diferente en la clase media y en la clase trabajadora. 2) Que el amor romántico es un bien desigualmente distribuido según la clase social a la que uno pertenezca. 3) Que el amor ofrece libertad personal solo a aquellas personas que ya gozan en gran parte de cierta libertad en su ámbito laboral.

Oprah tiene la clave

Eva Illouz se dio a conocer al gran público en el años 2003 con su tercer libro, Oprah Winfrey y el glamour de la miseria: un ensayo sobre la cultura popular, que Katz está a punto de publicar. Allí utiliza la figura de esta popular presentadora “para reflexionar sobre el significado de la cultura popular y ofrecer nuevas estrategias con las que interpretar este significado”. Hay que recordar que el programa televisivo de Oprah es uno de los fenómenos culturales norteamericanos más importantes de la segunda mitad del siglo XX, tanto por su impacto mediático (lo ven más de 33 millones de personas), como por su influencia en la cultura popular (incluso se ha hablado de “oprahización de la cultura”) y por el rechazo tan rotundo que produce en los medios intelectuales tradicionales (algo parecido a lo que aquí sucede con Belén Esteban y el programa Sálvame). “Precisamente por esta razón Oprah es de gran valor para el estudiante de la cultura”, observa Illouz, pues “los objetos culturales que irritan gustos y hábitos son los que iluminan de manera más brillante los presupuestos morales ocultos de los guardianes del gusto”. Según la autora, la clave del éxito de esta popular presentadora consiste en ofrecer “una nueva forma cultural con la que presentar y procesar el sufrimiento generado por el ‘caos’ de las relaciones sociales íntimas, que es una de las características culturales más importantes de nuestra contemporaneidad”.

La terapeutización de la cultura

En su último libro publicado en español, La salvación del alma moderna: terapia, emociones y la cultura moderna (Katz, 2010), la socióloga israelí continúa el trabajo de sus dos libros anteriores y se pregunta “por qué y cómo el lenguaje terapéutico ha llegado a definir los lenguajes del yo y qué es lo que lo convierte en un recurso cultural” o, lo que es lo mismo, en un modo para que los actores conciban estrategias de acción que los ayuden a desarrollar una buena vida. Según la autora, la “narrativa terapéutica” que ha surgido en los últimos 15 años con la aparición de los talk shows estructura el modo del discurso como un género performativo que ha transformado por completo el medio televisivo. “Así, el espíritu terapéutico –escribe Illouz– ha contribuido a difuminar las fronteras culturales entre la esfera del trabajo y la de la intimidad: hace de las habilidades dialógicas y emocionales elementos centrales para las habilidades de la intimidad que pueden ser capitalizadas en el trabajo y viceversa. […] La esfera doméstica y la esfera del trabajo de la clase media están estrechamente conectadas a través del cultivo de una personalidad reflexiva comunicativa común que tiende a su vez a disminuir los roles y las identidades de género”. Al utilizar los marcos culturales terapéuticos, los hombres de clase media y media-alta tienen acceso a una nueva forma de masculinidad más compatible con los cánones femeninos de la personalidad. En consecuencia, esta nueva masculinidad se está volviendo poco a poco más dominante, pues el espíritu terapéutico dominante la considera la única forma saludable de masculinidad, mientras que “patologiza” la masculinidad tradicional.

Tontos hiperracionales


Por último, en Intimidades congeladas: las emociones en el capitalismo (Katz, 2007) Illouz sintetiza las aportaciones fundamentales de La salvación del alma moderna y lo incluimos aquí porque puede servir muy bien como introducción a su pensamiento. De hecho, surgió a raíz de las Conferencias Adorno que la autora impartió en Frankfurt en el año 2004. La parte más novedosa del libro es el iluminador análisis de Illouz sobre las relaciones amorosas por internet y las paradójicas conclusiones a las que llega: que el uso de la mentalidad economicista para gestionar las relaciones amorosas destruye la espontaneidad de la concepción romántica del amor y dificulta aún más su aparición en lugar de facilitarla. Al tratar de decidir de manera racional cómo concertar una cita nos convertimos en “tontos hiperracionales”. El problema, según esta socióloga, es que “estamos cada vez más divididos entre una hiperracionalidad que mercantilizó y racionalizó el yo, y un mundo privado cada vez más dominado por fantasías autogeneradas”. En resumen, nos encontramos ante una pensadora fundamental para comprender nuestra época contemporánea, frente a uno de los pocos sociólogos imprescindibles (junto a Zygmut Bauman y Ulrich Beck) para entender las mutaciones del capitalismo actual y su influencia en nuestra vida cotidiana.

© Filosofía Hoy 

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