viernes, 24 de julio de 2015

¿Error estadístico o voto sorpresa?

Los últimos desaciertos en las encuestas 
las explicaciones de las consultoras.

Por Carolina Ramos

“Las últimas encuestas erran seguido y por un enorme margen. Se volvió a faltar el respeto al ciudadano”. La frase, de Martín Lousteau, sintetiza una anomalía que venía siendo advertida, pero estalló fuerte con el balotaje porteño: la diferencia entre los sondeos de opinión y el resultado final de los comicios. Una brecha que hace tambalear la credibilidad de los relevamientos previos a las elecciones, mirados de reojo por la dirigencia política.

Parece difícil justificar cómo un candidato puede pasar de un “cómodo triunfo” a una “ventaja ajustada”. Sucedió el domingo 19 de julio, cuando las indagaciones previas le daban a Horacio Rodríguez Larreta una superioridad de alrededor de 10 puntos sobre Martín Lousteau. Pero a medida que avanzaba el escrutinio, ECO ratificaba su ventaja en más comunas y la diferencia entre el joven candidato y el delfín de Mauricio Macri terminó achicándose a tres puntos. ¿Error estadístico o voto sorpresa?

En distrito porteño, algunas consultoras ya habían quedado en jaque cuando sobrevaloraron a Gabriela Michetti en la interna del Pro, donde finalmente se impuso el jefe de Gabinete porteño. Por ejemplo, a casi 10 días de las PASO porteñas, Management & FIT sostenía que los precandidatos estaban separados por apenas 1,5 puntos. Esa brecha se dilató luego en otra encuesta, realizada por Poliarquía, que ya medía una ventaja de 4,9 puntos de Rodríguez Larreta sobre la senadora nacional. La misma consultora llegó a decir días después que esa superioridad se estiraba a 6,3 puntos. “Se rompió la paridad”, aseguraban. El resultado final arrojó más que eso, y el flamante jefe de Gobierno porteño sorteó las primarias 10 puntos arriba de su contrincante: el resultado final fue 28,47 para HRL, contra 18,98 de Michetti. Y ni qué decir con el papelón que los boca de urna le hicieron hacer al FpV, que festejó por anticipado un segundo lugar de Mariano Recalde que finalmente estuvo lejos de registrarse.

Los relevamientos fueron más acertados el 5 de julio, pero con la segunda vuelta volvieron a perder credibilidad. A sólo cinco días del balotaje porteño, la firma González y Valladares pronosticaba que la victoria de Rodríguez Larreta sería por una diferencia de 9,06 puntos (550 casos, vía telefónica). Poliarquía observaba una diferencia similar entre el Pro y ECO, con 54,70% y 45,30%, respectivamente (1.000 casos, vía telefónica). La misma diferencia de 9,4 puntos era estimada por Management & FIT, de Mariel Fornoni (1.200 casos, vía telefónica). Pero la verdadera disputa, la de las urnas, terminó con un 51,62% para el macrismo y un 48,38% para Lousteau, números que despertaron caras de asombro en ambos búnkers.

Mientras tanto, los boca de urna se obstinaban en mantener el resultado que las encuestadoras habían vaticinado los días previos. El justificado malestar del círculo de Lousteau es que no se hayan esperado a los primeros resultados oficiales, amén de la rapidez de la boleta electrónica. “Se combinaron los malos pronósticos con los zócalos de los programas de televisión y las publicaciones de diarios. Eso termina contaminando la elección y es una falta de respeto a la gente”, lamentó ante Parlamentario el legislador electo Roy Cortina, y sentenció: “La ansiedad de los medios de comunicación les hacía poner en los zócalos cosas de las que después se tuvieron que desdecir. Fue una vergüenza”.

No sólo en ECO se sintió el fastidio. En los últimos días, el diputado Facundo Moyano, candidato a renovar su banca por el Frente Renovador, salió a reclamar que se establezca una regulación para las consultoras de opinión. El hijo de Hugo Moyano recordó que “en 2013 los encuestadores decían que había un empate técnico entre (Sergio) Massa y (Martín) Insaurralde, y terminó ganando Massa por doce puntos”. Y agregó que “más allá de que después la realidad hace quedar en evidencia” a las consultoras, éstas “sí influyen” en el electorado. “Si te dicen que la elección presidencial es entre Macri y (Daniel) Scioli durante cuatro meses, alguna influencia va a tener en el voto de la gente”, se quejó Moyano en defensa de su ahora jefe político, que en los sondeos se ubica en un lejano tercer lugar.

Tal como recordó el legislador, no es la primera vez que las encuestadoras quedan en off side. Basta recordar lo que sucedió este año en Córdoba, donde se ratificó el triunfo del delasotista Juan Schiaretti, pero el segundo lugar fue para Oscar Aguad y no para el kirchnerista Eduardo Accastello, tal como pronosticaron los sondeos finales.

Por caso, una encuesta temprana de la consultora Plan B auguraba un virtual empate técnico entre la fórmula Aguad-Baldassi y la dupla Accastello-Buenaventura. Ya un mes antes, el consultor Gustavo Córdoba avizoraba una leve diferencia a favor del kirchnerista, menor a un punto. Dos semanas antes de la elección, la fórmula kirchnerista era la única que seguía creciendo en intención de voto, mientras que Aguad se había estabilizado en el tercer lugar, de acuerdo con la consultora Artemático, que le daba un 29,8% a Acastello y un 20,2% a Aguad. Los títulos estaban dados: “El kirchnerismo le gana al Pro en Córdoba”.

Nobleza obliga, Aresco y Analogías acertaron. Incluso estimaron la distancia entre Schiaretti y Aguad en 7 puntos, que fue aproximadamente la que se registró, que fue de 5 puntos. Management & Fit, en cambio, ubicó segundo a Accastello por encima de Aguad.

Pero la realidad demostró lo contrario. La fórmula de Juntos por Córdoba, referenciada en el diputado nacional de la UCR, obtuvo 33,78%, y la apuesta de Córdoba Podemos quedó relegada al tercer puesto, con el 17,20% de los votos.

Detrás de estas trastabilladas se esconden varias preguntas: ¿los desaciertos se pueden justificar con errores estadísticos? ¿O hubo un fenómeno político particular que hizo virar el voto? ¿Qué grado de rigurosidad tienen los distintos tipos de metodologías? ¿Cuál es el margen de error en un balotaje con sólo dos candidatos? ¿Las mediciones se realizan a la medida de los clientes?

Parlamentario dialogó con cuatro consultoras para intentar encontrar respuestas a estos interrogantes. Las compañías reconocieron las falencias en las encuestas, pero se defendieron de las últimas acusaciones y sostuvieron que en el balotaje porteño hubo un fenómeno político que fue más allá de la capacidad de medición de los sondeos.

La defensa de las consultoras

¿A qué se deben los errores que vienen registrándose en las encuestas? Los consultores, que no eluden la autocrítica, explican que la calidad de los sondeos depende de las limitaciones presupuestarias de los partidos políticos que los encargan. Además, hay distintos factores de orden socioeconómico que dificultan la percepción de la intención de voto con rigurosidad.

“Hay que analizar cada elección y la performance de las encuestas porque son diferentes”, explicó el consultor Ricardo Rouvier. En un análisis a nivel global, el titular de Rouvier y Asociados reconoció que “las encuestas son imperfectas, y la sobreestimación tiene que ver con la cultura mediática y con la sociedad del espectáculo”, donde “las encuestas se han convertido en un entretenimiento más, y esto surgió de la triple sociedad tácita entre políticos, medios de comunicación y consultoras”.

En una evaluación similar, Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, sostuvo que una de las causas de los traspiés es política: “los partidos políticos están en crisis, los votantes son más independientes y el voto se ha tornado más fluctuante”, argumentó. El otro motivo sería de orden técnico: “la tradicional entrevista cara a cara entre encuestado y encuestador está siendo reemplazada por llamados telefónicos, computadoras que lanzan llamadas en forma sistémica o preguntas a través de Internet y Facebook. Esto abarató los costos sustancialmente, pero restó precisión al instrumento”, precisó Fraga a Parlamentario.

Pero además, el consultor sostiene que “en el caso argentino, a estos dos factores se agrega un tercero: las encuestas se han transformado en un campo de batalla de la política”. “Lo que sucede en la Justicia y en los medios sucede también en las encuestas. Además, muchos hoy consideran que las encuestas forman parte de la campaña electoral: se las usa para crear ‘clima’, influir en las decisiones, crear situaciones de negociación, etcétera. Por eso muchas veces más que la encuesta, lo que importa de la misma es su difusión en los medios”, razonó Fraga.

Para Rouvier, las imperfecciones en los sondeos “tienen que ver con la mayor volatilidad del voto que afecta la instantaneidad fotográfica que da una encuesta”, y “dificultades de acceso a ciertos sectores sociales que no tienen teléfono de línea y que por razones de seguridad no se facilita el acceso para la realización de encuestas domiciliarias en zonas marginales”. Otro motivo es “la restricción presupuestaria: cada vez más los políticos prefieren la encuesta telefónica y el sistema automático (IVR) a la entrevista personal, porque es más onerosa”.

“Creo que por un problema de costos muchas encuestas se hacen por entrevista telefónica o con el IVR, lo cual baja mucho la calidad de los relevamientos”, coincidió Carlos Fara. Según el director de la firma homónima, este sistema “deja mucha gente afuera que no posee teléfono, y en el segundo caso además las contestan los más politizados, informados y de mayor nivel socioeconómico, lo cual la sesga absolutamente”. Por eso, sostuvo que “la mejor metodología es hacer un estudio 100% domiciliario, lo cual eleva los costos notablemente, y no todos los clientes pueden pagarlo. Es una lógica de mercado: hay productos para todos los bolsillos”.

Sin embargo, más allá de las imperfecciones metodológicas que pueda tener una encuesta de opinión, todas las empresas consultadas coinciden en que el balotaje sufrió un viraje político masivo e impredecible, que hizo que una marea de votos fuera para Lousteau.

Fara consideró que “si bien es cierto que los desaciertos estarían dentro del margen de error, es evidente que la CABA se ha vuelto un lugar muy difícil para encuestar, por la alta volatilidad de su electorado, sumado a los problemas de seguridad (si se hiciera domiciliaria), reticencia a responder, producto de una saturación de llamadas de encuestas por IVR”. “Creo que se deben revisar metodologías para indagar por qué está costando proyectar el resultado final, tan cerca de la elección. De todos modos, al haber un yerro masivo de las empresas, es porque hubo un fenómeno particular el domingo pasado. Y no es un fenómeno que está sucediendo solo en la Argentina”, sugirió el director de Fara & Asociados.

En el mismo sentido se expresó Rouvier, quien consideró que “lo de CABA es distinto al común de los casos”, ya que “cuando todas las consultoras dan un resultado parecido y se produce otro resultado, es que ha pasado algo en la sociedad, que no ha sido detectado con los instrumentos como las encuestas”. El consultor apuntó que “hay casos internacionales similares, pero este tipo de ‘error’ es excepcional y muy interesante como caso, porque habla de la sociedad y no de los encuestadores”.

Para explicar el caso porteño, Rouvier acudió al concepto de “espiral del silencio” que formuló la polítóloga Elisabeth Noelle-Neumann para explicar cómo la opinión pública se convierte en una forma de control social, en la que los individuos adaptan su comportamiento a las actitudes predominantes sobre lo que es aceptable y lo que no. “Se produjo una espiral del silencio no captada por los radares que son las encuestas, y que volcó en poco tiempo una marea electoral (casi todos los votantes del FpV) hacia Lousteau, a esto se le sumó una proporción de turistas que son de un sector social que vota por el Pro y que reside en las comunas de más alto ingresos de la Ciudad”, evaluó Rouvier, y añadió que “aunque parezca una excusa, no lo es: cuando nos equivocamos todos para el mismo lado es que algo pasó en el electorado, que no depende de las metodologías, ni de las técnicas, porque cada agencia usa sus instrumentos, tiene una muestra propia, procesa de manera diferente”.

Por su parte, Fraga puntualizó que en el caso porteño “también pudieron haber influido algunas situaciones particulares: el inicio de las vacaciones de invierno, que redujo en 4 puntos la concurrencia respecto a la primera vuelta, lo cual afectó más al Pro que a ECO; errores de cálculo sobre el voto en blanco, que pueden haber sobredimensionado el voto del macrismo; o el hecho de que en la primera vuelta se votaron los legisladores y los comuneros, con lo cual en la segunda vuelta el incentivo de la estructura del oficialismo porteño para trabajar electoralmente pudo haber sido menor”.

En la misma línea, Carlos Germano advirtió que “las diferencias que se dieron en esta tercera elección no habían pasado ni en las PASO ni en las generales del 5 de julio”, por lo cual “indudablemente hubo algunos hechos nuevos que generaron estos errores importantes”. El director de Germano & Asociados opinó que no se trata de un tema de metodología, que “es la misma ya sean dos, cinco o 10 candidatos”.

“Lo que está en valor no es la cantidad sino la calidad, que funcionó bien en las dos elecciones anteriores. El sistema funciona, lo que hubo fueron algunos hechos externos que se dieron en esta elección”, insistió.

¿Cuáles fueron esos factores exógenos? “En primer lugar –respondió Germano-, no se previó la caída del cuatro o cinco por ciento de gente que no fue a votar”. Además, indicó que “en las encuestas previas se sobreestimó y se magnificó el voto en blanco, que no fue tan importante”, ya que “a la sociedad le cuesta votar en blanco, hay un ejercicio democrático donde la gente se quiere comprometer”. Pero lo que más influyó en el desacierto final según esta consultora fue “el voto del Frente para la Victoria, que terminó yendo de lleno a la fuerza ECO de Martín Lousteau, y en las encuestas previas no se terminaba de definir claramente”.

Otra de las grandes equivocaciones de las encuestadoras en la segunda vuelta electoral en distrito porteño fue en los boca de urna, donde persistía la diferencia de 10 puntos entre Rodríguez Larreta y Lousteau.

“Hubo problemas en las PASO de la CABA, proyecciones acertadas en la general, y nuevamente dificultades en el balotaje (que se supone debe ser lo más fácil de proyectar). Las bocas de urna también son muy costosas si son presenciales. Pero es evidente que algo está ocurriendo fuera de lo común, si se tiene en cuenta que el propio Pro tenía un boca de urna en la primera vuelta que lo daba ganador por más del 50 % y luego estuvo al menos 5 puntos por debajo de esa cifra”, señaló Fara.

Por su parte, Germano recordó que “no es la primera vez que pasa esto con los boca de urna”, donde “en general siempre hay una cuota de error”. “Acá no hubo boca de urna tradicional, por el sistema IVR no había encuestadores en las puertas de los colegios, pero es más factible que pueda haber más errores que en el sondeo previo, aunque en las anteriores elecciones dieron muy bien”, expresó el consultor.

En tanto, Rouvier apuntó que con el sistema de boleta electrónica, “a medida que se perfeccione y acelere el escrutinio no tiene mucho sentido hacer bocas de urna”. “Los bocas de urna también son muestras que están sometidas a la ley de probabilidades, y tienen su margen de error, pero la ventaja es que toman al votante una vez que haya emitido, o sea que no hay arrepentimiento ni cambio, y se toman muchas muestras”, destacó.

Por último, otro fantasma que merodea las encuestas tiene que ver con el partido político que las encarga. ¿Los sondeos se están haciendo al gusto del cliente? “Hay de todo. Como hay periodistas más serios que otros, y médicos más serios que otros, también hay profesionales de esto que son más serios que otros”, observó Germano ante Parlamentario, y añadió: “yo creo en la profesionalidad de la persona y de la empresa, después está en cada uno lo que quiere hacer. Como en general juega la no propuesta’, es decir, nadie dice lo que va a hacer, entonces juegan con los elementos del marketing, entre ellos las encuestas como método de posicionamiento”.

En tanto, Fara lamentó que “es un fenómeno común lamentablemente”. “Hay empresas complacientes que buscan captar clientes diciéndoles que están mejor en la intención de voto que lo que indica el resto, y por eso consiguen que se las contrate. Es una cuestión de ética profesional. En el mercado han proliferado todo tipo de empresas, y la gran mayoría no hace relevamientos domiciliarios consistentes”, cuestionó el consultor.

En tono terminante, Rouvier sentenció: “si yo hiciera mi trabajo a gusto de mis clientes, mejor me dedico a otra cosa, rompo el título universitario y me inclino ante mi familia y mis alumnos para solicitarles el perdón. Yo a los políticos les digo la verdad, o lo que yo creo que es la verdad”.

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