jueves, 19 de junio de 2014

Un vallado para el derecho de protesta

Por Natalia Buira (*)
El gobierno provincial y el gobierno municipal contando con el auspicio del Banco Macro han decidido invisibilizar la lucha docente con el muro metálico levantado hace unos escasos días en la Plaza 9 de Julio, principal paseo público de nuestra ciudad, en donde se habían establecido las carpas de los docentes hace más de 30 días a la fecha y donde los docentes unidos habían anunciado públicamente el establecimiento de una gran carpa blanca, al estilo de la que estuvo durante mucho tiempo en la Plaza de Mayo, como símbolo de resistencia de los reclamos no escuchados por el gobierno provincial.

Este vallado se levanta oportunamente con el pretexto de embellecer la plaza principal, es decir que el gobierno provincial acude a la cosmética urbana para soterrar y acallar derechos humanos fundamentales. Lo extraño es que la cosmética iniciada es fuertemente custodiada durante día y noche por las fuerzas policiales de la Provincia.

Cabe preguntarse si resulta necesario tanto despliegue de fuerza para hermosear nuestra plaza principal.

El acudir a la cosmética urbana es un nuevo y creativo método ya que la represión policial tradicional de los conflictos sociales y gremiales resulta costosa públicamente sobre todo en períodos pre eleccionarios.

El otro método de control social conocido frente a los que osan reclamar por sus derechos es la criminalización de la protesta llevada a cabo por el gobierno contando con el apoyo incondicional de fiscales y jueces nada independientes que criminalizan la protesta mediante el dictado de procesamientos a los líderes de los reclamos sociales y gremiales.

Cabe preguntarse por qué ocurre la criminalización de la protesta social a través del Poder Judicial y del Ministerio Público, y la respuesta la encontramos en lo que expresa el Dr. Roberto Gargarella: “El derecho acostumbra a hacer lo que no se debe: maltrata a quienes debe cuidar, persigue a quienes debe proteger, ignora a quienes debe mayor atención, y sirve a quienes debe controlar”.

La protesta social es una práctica propia de democracias reales, es impensable en regímenes dictatoriales, porque es una práctica asentada en derechos constitucionales, a saber: derecho a la libertad de expresión, derecho a peticionar a las autoridades, derecho a reunirse, derecho a asociarse, derecho a actuar en la arena política dentro y fuera de los partidos políticos, derecho a la resistencia civil, todos estos derechos reconocidos en nuestra Constitución Nacional y en los tratados internacionales de Derechos Humanos.

El derecho a la protesta social es una llave de acceso a la Justicia, entendida esta en un sentido más amplio que el Poder Judicial, pero sin dudas debe incluir las respuestas que desde el mismo se pueden dar frente a los conflictos sociales.

La protesta social en este caso es en defensa de la dignidad y no precarización del trabajo docente, en defensa del cumplimiento de la ley en la forma de pagar el aguinaldo, en defensa de escuelas públicas dignas y en condiciones edilicias seguras para niños y maestros, en definitiva en defensa de la educación pública provincial.

Es un derecho para lograr hacer efectivos derechos sociales, económicos y culturales no garantizados por el Estado Provincial.

Frente a estos reclamos y quejas pacíficas sostenidas en el tiempo sin ser escuchadas, mientras se gastan grandes sumas de dinero que no están destinadas a efectivizar derechos de la población, cabe reflexionar- justamente porque todo ocurre en el principal paseo público frente a la Catedral- sobre las palabras del Papa Francisco pronunciadas el día lunes 16 de junio durante la homilía que diera en Santa Marta hablando a propósito de los corruptos políticos, los corruptos económicos y los corruptos eclesiásticos: “Si hablamos de los corruptos políticos o de los economistas corruptos, ¿quién paga esto? Pagan los hospitales sin medicinas, los enfermos que no tienen cuidados, los niños sin educación. Ellos son los modernos Nabot, que pagan la corrupción de los grandes”.

(*) Defensora Oficial Nº4, Master en Derechos Fundamentales.

© El Tribuno

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