miércoles, 30 de abril de 2014

Cristina vs. Cristina

El dilema de favorecer a un "opositor funcional" o herir de muerte la épica kirchnerista.

Por Fernando Gutiérrez

Catorce meses para las elecciones primarias y diecisiete para la votación presidencial. Un período muy largo en cualquier país y, sobre todo, en la Argentina, donde el panorama económico y social es altamente inestable, cambia de manera imprevisible y se considera que un semestre es "largo plazo".

Sin embargo, en el ambiente político y en los medios de comunicación se está hablando de las candidaturas y posibles alianzas para las próximas elecciones con un entusiasmo y hasta con una suerte de urgencia que daría la sensación de que el calendario electoral estuviera en su tramo final.

Una combinación de factores dio pie a esta situación. En especial, la presentación en sociedad del Frente Amplio UNEN, que introdujo un nuevo jugador opositor con posibilidades reales de disputar el poder en 2015. La irrupción de esta coalición fue un hecho político en sí mismo y adelantó los tiempos electorales.

En este contexto de debate prematuro, pocas cosas parecen claras -las encuestas marcan todavía un contundente 19% que no sabe a quién votaría, según el último sondeo de Julio Aurelio-. Pero acaso hay una única certeza que ya nadie discute: no habrá un vencedor en primera vuelta.

En esta elección, hasta aparece cierta la posibilidad de que emerja un ganador externo al peronismo.

"A diferencia de 2003, las encuestas indican hoy un creciente hartazgo con el peronismo en general y un escaso temor al ‘fantasma de la ingobernabilidad'. Es decir, al riesgo de perder ese piso mínimo de orden que, mal o bien, sólo los peronistas parecen poder brindar cuando las papas queman", sostiene Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas.

Y, como suele ocurrir en los escenarios de balotaje, las fuerzas minoritarias terminan decidiendo hacia qué costado se inclinará la balanza.

Y ahí es donde aparece la peculiaridad de este momento: lejos de correr el riesgo de perder su influencia y de diluir su protagonismo, la presidenta Cristina Kirchner emerge como la posible "gran jueza" de la próxima elección.

Por lo pronto, la "madre de todas las decisiones" parece clara: hay una disyuntiva entre bendecir o reprobar la candidatura de Daniel Scioli.

Una encuesta de Julio Aurelio le asigna el liderazgo de intención de voto -con 21% de las adhesiones- superando por primera vez a Sergio Massa en la carrera presidencial. Pero claro, en estos sondeos no se preguntó a los votantes por eventuales candidaturas del "kirchnerismo puro", como podría ser la del gobernador entrerriano Sergio Urribarri.

"Hay una masa de votantes "kirchneristas" -entre 25% y 30% del total- que electoralmente prefiere a Scioli; pero no sabemos si habrá o no otros contendientes oficialistas. Una interna es probablemente lo preferible para Scioli, ya que seguramente saldría ganador y fortalecido en ese espacio", observa el politólogo Manuel Mora y Araujo.

Ahora bien, en caso de que sea otro el candidato ungido por Cristina, es claro que Scioli perdería parte de su caudal de votos, lo cual no sólo pondría en riesgo su victoria, sino que hasta pone una nota de duda sobre su capacidad para llegar al balotaje.
No es una decisión fácil para la Presidenta, que hasta ahora se muestra ambigua respecto de cómo procederá. En cualquiera de los escenarios, tiene cosas para ganar y para perder.

Si se impone Scioli, esto implicaría para Cristina la posibilidad de cierta continuidad, ya que le legaría el poder a un presidente que mantendría a algunos de los actuales funcionarios y sostendría varios de los programas de gobierno. Pero, sobre todo, Scioli en la Casa Rosada implicaría una garantía de paz para la vida post presidencial de Cristina, que no sufriría un hostigamiento judicial.
Claro que también hay varios puntos en contra. El principal es que pone en seria duda la permanencia de Cristina como referente político de un espacio peronista "progresista", que podría diluirse rápidamente.

De esa manera, se vería en riesgo la propia supervivencia de la identidad kirchnerista y un eventual intento de regreso al poder en 2019, eso que el analista Jorge Asís ha bautizado "el mito bacheletiano", en alusión a cómo la presidenta chilena volvió gracias a un interregno donde gobernó un opositor.

Ese plan tiene, como condición necesaria, la existencia de un candidato kirchnerista "puro" que le reste votos a Scioli y así favorezca a Mauricio Macri, el adversario perfecto.

"Para que se cumpla con el mito bacheletiano, La Doctora necesita de un Piñera que se sitúe a su derecha, que recomponga el desastre de la economía y que admita el floreo cómodo de una oposición de izquierda. Es Macri quien se parece más a la estampa de ese ideal", argumenta Asís.

La elección más incómoda

Es el mayor suspenso del momento. Todo indica que la estrategia y la propia personalidad de Cristina la deberían llevar a oponerse a Scioli.

Su antipatía personal respecto del gobernador bonaerense quedó demostrada innumerables veces, algunas con retos públicos, como el acto en el que la Presidenta le recriminó al gobernador haber eludido su responsabilidad por la trágica inundación en La Plata.

Otras veces, esa antipatía se evidenció mediante un ahogo financiero a la provincia de Buenos Aires, como cuando en junio de 2012 Scioli tuvo problemas para pagar aguinaldos. Fue allí que se consolidó su fama de "incombustible", ya que las encuestas marcaban que la gente culpaba más al Gobierno nacional que al provincial.

De todas formas, la discriminación fiscal hacia la Provincia se ha exacerbado al punto de que recibe apenas el 4% del Fondo del Conurbano.

La última situación de presión del kirchnerismo hacia Scioli ocurrió durante la huelga docente que dejó sin clases a la Provincia durante cinco semanas. Allí, la base kirchnerista reclamó que el Gobierno se pusiera del lado de los maestros y que el gobernador buscara recursos mediante una mayor presión impositiva sobre el campo.

Algunos interpretaron en los últimos días un cambio de actitud por parte de Cristina quien, por un lado, reprogramó el pago de obligaciones financieras de las provincias, lo cual aleja el fantasma de que nuevamente haya inconvenientes para pagar aguinaldos.

Pero, además, hubo señales fuertes en el campo de la política. La presencia de Scioli en el acto militante que recordaba la elección de Néstor Kirchner, y su aparición junto a dirigentes "duros" como Andrés "Cuervo" Larroque, fue sugestiva.

Acaso la decisión de Cristina sea la que insinuó Ricardo Forster: permitirle a Scioli disputar una primaria junto con otros precandidatos kirchneristas y dejar que sea la militancia quien tome la decisión final.

"Se ha ganado, por derecho, ir a las PASO y confrontar con otros candidatos la representación del Frente Para la Victoria. Esto es así y no hay nadie que no lo pueda reconocer. De ahí a que uno se sienta identificado con lo que representa políticamente, es otro cantar", sostuvo Forster, uno de los intelectuales de mayor influencia en el universo oficialista.

Pero las muestras de rechazo al gobernador bonaerense son indisimulables. Y no sólo las esperables, como las de los otros precandidatos, tales como Julián Domínguez o Sergio Urribarri, sino las de quienes, de alguna forma, han sido ideólogos del "relato".
Por caso, el politólogo Artemio López sostuvo durante el conflicto docente: "Al recostarse exclusivamente en los medios, pero sin gestión respaldatoria, Scioli resulta pre kirchnerista, atrasa en su modalidad de construcción de legitimidad y no logra obtener los resultados esperables según su ya agotado paradigma".

También fue elocuente el otro referente de Carta Abierta, Horacio González, para quien el debate que se viene es la definición correcta de peronista: "Si se llama a una unidad abstracta de peronismo, termina lamentablemente en Scioli; y eso, según se ha dicho aquí, no queremos, yo no lo quiero, ninguno de nosotros creo que quiere ese final".

Casi confirmando la pertinencia de esos rechazos, el gobernador sigue haciendo gestos que irritan al kirchnerismo, como invitar a Macri a la Feria del Libro y compartir una foto con destino de sección política en los medios.

El fantasma de UNEN

La decisión de Cristina, en definitiva, estará determinada según cuál de los candidatos le molestaría más en el sillón de Rivadavia.

Está claro que la alternativa de Macri no le disgustaría. En cambio, le preocuparía la llegada de Massa o alguno de los dirigentes de UNEN.

En el caso de Massa, el rechazo parece ser más de índole personal que ideológico. A fin de cuentas, el intendente de Tigre formó parte de la gestión kirchnerista y es acompañado por varios ex funcionarios.

Una "traición" que puede atribuirse casi a una tradición partidaria, la certeza de que para continuar en el poder en algún momento hay que saltar a la oposición.

"El destino de los ‘herederos naturales' en el peronismo termina siendo manifiesto. Perón liquidó al entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, el coronel Mercante. La escena se repite entre Menem y Eduardo Duhalde. Los jefes del peronismo no prohíjan herederos naturales. Más bien los impiden", recuerda el historiador Alejandro Horowicz.

En cambio, un eventual triunfo de UNEN -cuyos candidatos, sumados, conforman el segundo bloque con mayor intención de voto- ya supondría para la Presidenta otro tipo de inconvenientes.

Con la moralidad como bandera y un discurso muy hostil hacia los actuales funcionarios, una eventual llegada de esta coalición al poder implicaría la seguridad de problemas judiciales para los protagonistas de la década K.

De manera que la gran pregunta para Cristina es: si apoya un candidato propio que le reste votos a Scioli, ¿a quién le estaría allanando el camino? ¿A Macri, a Massa o a UNEN?

La respuesta está todavía muy borrosa. De momento, lo que parece claro es que la nueva coalición inquieta al Gobierno. Así lo dejó en claro el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, al ironizar sobre los fracasos económicos de los gobiernos radicales.

O también, las acusaciones de los medios afines al kirchnerismo, que definen a UNEN como un producto más mediático que político, y comentaron con sarcasmo que en la noche de la presentación del teatro Broadway los precandidatos no hablaron, pero que sí lo hicieron en TN.

"Eso es sintomático de un peligro en la Argentina actual. Es el retorno a una política construida mediáticamente, propia de los años 90", apuntó Forster.

Claro que todavía faltan grandes cuestiones por resolver, como un eventual -por ahora improbable- acuerdo de Macri con UNEN.

Y, además, falta observar qué tanto éxito tendrá Massa en su intento por cooptar intendentes radicales.

Todo esto, en definitiva, puede alterar las alianzas y apoyos que hoy parecen evidentes en un escenario de balotaje. La política argentina, como el fútbol, puede definirse como "la dinámica de lo impensado".

Es ahí donde reside el mayor riesgo de Cristina: la posibilidad de que al esmerilar a Scioli pensando que así favorece a Macri, la jugada pueda salir mal y terminar empujando a los rivales menos deseables.


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