domingo, 1 de diciembre de 2013

El socio de Coqui

Los vínculos de Capitanich y Kirchner con Aldo Ducler, operador de los fondos de Santa Cruz en el exterior.

Por Alfredo Leuco
“El problema tenía nombre y apellido: Aldo Ducler. Cristina Kirchner lo sabía mejor que su marido. Como integrante de la Comisión Antilavado no ignoraba que la Justicia de Estados Unidos (y también la mexicana) tenía en la mira al financista Ducler por sus negocios con los narcos del cartel de Juárez. Ducler era todo eso. Pero también el profesional elegido por su marido para operar con los fondos santacruceños enviados al exterior”.

Este es el comienzo de una precisa e imperdible nota que el periodista Walter Goobar publicó en la revista Veintitrés a fines de 2004. 

A confesión de parte relevo de pruebas para explicar de dónde surge la inmensa confianza que los Kirchner siempre le dispensaron a Jorge Milton Capitanich, actual jefe de Gabinete y potencial heredero de Cristina. El ex gobernador del Chaco fue socio de Aldo Ducler, y su consultora integró el fondo de inversión Fondagro. El ex diputado radical Carlos Ullrich denunció que fue Coqui el que presentó a Ducler a potenciales inversores del norte del país, reunidos en el Hotel Covadonga a tal efecto.

Eran tiempos de gloria, de plata dulce para MA Bank, la banca offshore de Mercado Abierto, la financiera de Ducler. Para aportar la mayor cantidad de elementos al análisis vale recordar que el dinero de los fondos de Santa Cruz fue entregado como compensación por regalías petroleras mal liquidadas por Domingo Cavallo a Néstor Kirchner quien, en ese momento, era su gobernador preferido: el mejor alumno del modelo de convertibilidad. Y que Capitanich tuvo su primer puesto a nivel nacional gracias al, en ese entonces, superministro cordobés. Sorpresas te da la vida: allí hacía sus primeras armas un joven inteligente pero rebelde del ministerio para afuera llamado Axel Kicillof. El actual ministro de Economía no tuvo un paso fugaz por las huestes menemistas y cavallistas de Capitanich. Lo asesoró por más de cuatro años, escribieron un libro juntos y Axel trabajó en la consultora M-Unit que tuvo grandes contratos con Gildo Insfrán en Formosa, incluso la privatización de su banco, y que fue parte de la sociedad con Aldo Ducler. Con nostalgia por aquellos colaboradores de los viejos tiempos, Cavallo elogió esta semana el acuerdo con Repsol, más cerca ideológicamente de Mariano Rajoy que del extinto Hugo Chávez.

Aquel pago millonario a Kirchner fue un premio de Cavallo a la militancia de la provincia de Santa Cruz a favor de la privatización de YPF, que tuvo como miembro informante a Oscar Parrilli. Ya se sabe: los archivos los carga el diablo y lo descargan los destituyentes.

Walter Goobar no es un periodista opositor ni miembro de una corporación golpista. Todo lo contrario. Es editor internacional del diario Miradas al Sur y columnista del diario Tiempo Argentino, y suele ser invitado de 6,7,8. Con más razón hay que prestar atención a lo que denunció en 2004:
“—No es el mejor momento, Néstor –alertó ella.
—Ya está, Cristina. Lo tengo decidido... –insistió él.
—Vos estás loco.

Era el 15 de enero de 2003. Néstor Kirchner decidió lanzar su candidatura a presidente ese día. No le importó nada. Ni Ducler, ni las desprolijidades en el manejo de los fondos provinciales que tendría que explicar en algún momento. Nunca había rendido cuentas de las operaciones, los montos, los intereses, las comisiones ni las inversiones. Los 600 millones, según el oficialismo, o los 1.000 millones, barajados por la oposición radical santacruceña, eran (y son) un misterio. Pero los resúmenes de las cuentas 642 21372-091 y 642 213721-058 dirigidos al “Gobierno de la Provincia ATN Néstor Kirchner”, donde estaría todo el dinero, llegaban puntualmente a Corrientes 415, es decir, las oficinas de Ducler. O, lo que es lo mismo, a un financista involucrado en cuestiones de lavado. Cuando vio que tenía serias posibilidades de salirse con la suya y colgarse la banda presidencial, Kirchner decidió traspasar los fondos santacruceños (que manejaba como si fueran propios) de Morgan Stanley a dos bancos suizos: el Credit Suisse y la Unión de Bancos Suizos (UBS) para –entre otras cosas– prescindir de los servicios del ya demasiado chamuscado Ducler. Desde las cuentas monitoreadas hasta entonces por Ducler se hicieron al menos cuatro transferencias a la cuenta 0835-860194-3, abierta el 5 de marzo de 2003 en el Credit Suisse.

Allí se transfirieron los fondos de Morgan Stanley:

* El 12 de marzo de 2003, 220 millones de dólares. * El 12 de marzo de 2003, 60 millones de dólares. * El 13 de marzo de 2003, 60 millones de dólares. * El 17 de marzo de 2003, 60 millones de dólares. Al 31 de diciembre de 2003, el saldo era de 402.737.082 dólares. La otra cuenta se abrió en la Unión de Bancos Suizos. Para la UBS, la provincia de Santa Cruz es el cliente 0240486-608, pero en lugar de enviar los resúmenes de cuentas a la gobernación de la provincia, al Ministerio de Economía o a la Casa de Santa Cruz, los suizos los enviaban a Reconquista 360”.
Estos sapos éticos están empezando a indigestar a los pibes que se ofrecen a Cristina para la liberación. El ladriprogresismo y el Frente Chavista de Puerto Madero miran azorados los acontecimientos que les cuesta explicar puertas adentro. Porque puertas afuera han enmudecido como Juan Manuel Abal Medina que, carente de pensamiento propio, pasó a la clandestinidad, al rincón de los trastos viejos a donde fue arrojado por Cristina agotada de escuchar siempre lo mismo: “Sí, Cristina”.

El propio Horacio Verbitsky encabezó una protesta de agrupaciones K que manifestaron su enojo porque la Presidenta limpió de un plumazo el concepto de propiedad social del proyecto del nuevo Código Civil. Hasta incondicionales como Alex Freyre, referente de la diversidad sexual, fue a expresar su rechazo al éxito que tuvo la presión de la Iglesia para modificar en forma urgente artículos clave como el 19. Ya no se reconoce la existencia de vida a partir de la implantación del embrión en la mujer. Curiosamente, quien recibió las quejas fue Julián Domínguez, presidente de la Cámara de Diputados y hombre de confianza de un sector eclesiástico que está siendo testeado por el papa Francisco para saber si pueden apostar a su candidatura presidencial.

Ni hablar del volantazo a la derecha del acuerdo con Repsol que tal vez sea un homenaje encubierto a aquel Néstor Kirchner que impulsó con tanto entusiasmo la ahora satanizada privatización. Pero el ala neofrepasista no digiere esa idea de que hace 19 meses había que expulsar con la Gendarmería a los corruptos e imperialistas de Repsol y ahora hay que pagarle alrededor de 8 mil millones de dólares y, encima, darle las gracias por la buena voluntad. Algo cambió. ¿Habrá exagerado mucho Mauricio Macri diciendo que Cristina se está haciendo cada vez más PRO? Eso dispara otra pregunta inquietante. ¿Qué hará Cristina cuando se recupere totalmente? ¿Cuál modelo profundizará? ¿El que atropelló o el que se arrodilló ante Repsol? ¿El que culturalmente encarnan revolucionarios clasistas como Ignacio Copani y Luis D’Elía o el pejotismo conservador, feudal e hiperkinético de Capitanich? Porque parece que la única coincidencia que tienen ambos sectores es que Marcelo Araujo ya no está para relatar. Nobleza obliga, después de tanta crítica. En eso estoy de acuerdo.

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