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Por Christian Sanz |
Este domingo, diario Perfil publica una curiosa nota de
portada donde asegura que Francisco se bajó del Papamovil especialmente para
saludar a Héctor Colella, supuesto sucesor del empresario narcolavador Alfredo
Yabrán.
A ese respecto, el matutino habla de la existencia de un
vínculo “estrecho” entre Bergoglio y estos últimos. Para sostener esa
afirmación, Perfil recuerda los lazos que otrora existieron entre Yabrán y una
parte de la iglesia católica. Nada nuevo en realidad: quien escribe estas
líneas lo reveló en el libro “La larga sombra…” en el año 1998.
“Yabrán era amigo personal de monseñor Marcelo Martorell,
ecónomo del Arzobispado de Córdoba y brazo derecho del cardenal Raúl
Primatesta, quien reconoció haber recibido una importante donación de OCA. ‘No
me consta que OCA sea de Yabrán. El solo nos presentó a sus presidentes, los
señores (Nelson) Pozzoli y (Héctor) Colella’, explicó. Yabrán también se
reunió con el cardenal primado de la
Argentina, Antonio Quarracino, a principios de septiembre de 1995”, según la
obra mencionada.
La relación entre el empresario postal y gran parte del arco
eclesiástico argentino no es nada novedoso. Sus vínculos llegan incluso hasta
la figura del siempre sospechado Julio César Grassi, como reveló Tribuna de
Periodistas en el año 2003.
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La llamativa foto publicada por Perfil. |
Sin embargo, jamás existió vínculo entre Yabrán y Bergoglio.
Mucho menos entre este último y Colella. El motivo es claro y sencillo: el hoy
Sumo Pontífice siempre evitó el contacto con el fallecido empresario por las
sospechas que siempre existieron en torno a sus vínculos con el narcotráfico.
Pocos saben que Bergoglio lleva adelante una pelea personal
contra las drogas, desde siempre. Por caso, la salida de Rafael Bielsa de la
Sedronar y la paralización de los proyectos de ley para despenalizar la
tenencia de estupefacientes fueron dos puntuales medidas que solicitó Francisco
a Cristina cuando se reunieron en el Vaticano el pasado 18 de marzo.
Es bien cierto que hubo incontables intentos de generar una
reunión entre Yabrán y el hoy pontífice, pero también es real que este último
se negó a ello de manera insistente. No tenía datos concretos que vincularan al
empresario con los narcóticos, pero la mera sospecha frenó todas las gestiones.
Lo mismo sucedió con su sucesor, Colella, a quien Bergoglio
tampoco quiso conocer jamás. Este cronista conoce los detalles de esas
gestiones gracias al testimonio directo de media docena de fuentes de
información. Es una cuestión de lógica: ¿Por qué Francisco aceptaría
encontrarse con el continuador de un negocio que demostró que detesta?
Es llamativa la nota de Perfil, más digna de publicarse en
medios como Página/12 o Tiempo Argentino. Es un artículo que deja mal parado al
pontífice al vincularlo finalmente —y por carácter transitivo— con las valijas
de Guido Antonini Wilson. Incluso, si se observa la foto de portada se verá que
la figura de Colella aparece como "agregada" a la imagen original.
Ello lleva a preguntarse: ¿Se trató acaso de una operación
de prensa o de un mero error?
Siempre es preferible pensar que fue apenas una
equivocación, desde ya. Sin embargo, el párrafo final del artículo de marras
hace pensar en lo primero. Dice textual:
“A principios de 2011, luego de que trascendiera un cable
por WikiLeaks, Colella fue apuntado como asesor privilegiado de la embajada de
los EE.UU. Fue durante el escándalo por la valija de Antonini Wilson, quien
venía con 800 mil dólares provenientes de Venezuela, presuntamente para la
campaña presidencial de Cristina Kirchner. Otra coincidencia: El dinero viajaba
en un avión Royal Class Air, perteneciente a la familia Yabrán. Quizás nada de
todo eso desencadenó tanto vértigo en la vida de Colella como el fugaz saludo
con el Papa”.
¿Qué necesidad tenía Perfil de mencionar este dato? ¿En qué
aporta al nudo central de la cuestión que el matutino intenta revelar: el
encuentro sucedido en el Vaticano?
Es probable que el autor de la nota haya sido “operado”. Es
decir, que le hayan vendido “carne podrida” que él mismo compró sin chequear.
O, peor aún, podría ser una “operación de prensa” de diario Perfil.
Siempre es preferible creer en lo primero, en un error
involuntario de la prensa. Bastante deteriorado está ya el periodismo como para
agregar más desosiego… especialmente en plena Semana Santa.
© TDP
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