domingo, 2 de diciembre de 2012

Debate montonero

Por Alfredo Leuco
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner autorizó a sus diputados más fieles a votar la media sanción de una ley que indemniza a los familiares de soldados, militares y policías muertos durante el ataque de Montoneros a un cuartel. Una jefa de Estado que es acusada por la ultraderecha más recalcitrante de ser “una yegua montonera” produjo este hecho político inédito que, además, puso a su bloque de legisladores en rebeldía al punto que se dividieron en tres posturas distintas. Es lamentable que semejante movida positiva se haya hecho casi en la clandestinidad y con fuertes presiones para que nadie se enterara.

De hecho, hasta hoy, ni Clarín ni Tiempo Argentino ni Página/12 publicaron una sola línea al respecto. Es un proyecto que se podría haber utilizado para generar el más interesante y necesario debate sobre la lucha armada de los 70 y el impacto en los jóvenes actuales.

Por ahora se perdió esa gran oportunidad. Pero tal vez estas líneas sirvan para fogonear una discusión que, si se hace sin dogmas blindados y con el ánimo reparador de no repetir errores ni horrores, puede ayudar a evitar que la actual fractura expuesta de la sociedad sea un poco menos grave.

Si el Senado la convierte en ley, los familiares de diez soldados conscriptos, de un sargento y un subteniente del Ejército, de un policía provincial y de tres civiles cobrarán 620 mil pesos como resarcimiento por haber muerto éstos resistiendo el copamiento del Regimiento de Infantería 29 de Monte, en Formosa, en lo que fue el bautismo de fuego del Ejército Montonero. El operativo fue encabezado por Raúl Yaguer y, según el periodista Ceferino Reato, sirvió para que Videla y Massera, entre otros, le pusieran fecha definitiva al golpe de Estado que el 24 de marzo de 1976 instalaría un genocidio en nuestro país. Operación Primicia, la rigurosa investigación de Reato, puso en la superficie un tema que en Formosa es vivido culturalmente como una cuestión de Estado y fue tomado como una suerte de “invasión” de forasteros a un lugar de gente sencilla que duerme la siesta con las ventanas abiertas y sella los acuerdos con un simple apretón de manos. El libro reveló que la mayoría de las familias de los 12 integrantes de Montoneros que habían caído en aquel combate recibieron indemnización por 12 millones de pesos como víctimas del terrorismo de Estado y que, en ese carácter, se habían sumado a las listas, las placas y los homenajes que se les rinden a los detenidos-desaparecidos. El caso más concreto puede verse en el monumento de Costanera Norte.

Todos los 5 de octubre, día de esa masacre donde murieron 28 personas en total, se conmemora el Día del Soldado Formoseño. La ceremonia la encabeza el gobernador Gildo Insfrán, integrante del ala derechista ortodoxa del cristinismo, y participan todos los sectores políticos y sociales. Es el recuerdo de un hecho dramático que marcó para siempre la historia de los formoseños.

Por eso, fueron dos diputados de ese distrito, Ricardo Buryaile (UCR) y Juan Carlos Díaz Roig (PJ), los que presentaron el proyecto que estuvo a punto de caerse y de arrastrar la última sesión ordinaria de la Cámara. “Tengo el bloque partido”, se justificaba Agustín Rossi. “Los acuerdos políticos hay que respetarlos”, replicó Buryaile.

Nada hubiera salido sin el motorcito en el que se convirtió Carlos Kunkel (“un caballero”, según el radical) y sin la bendición que le dio Cristina. Es un tema muy delicado para el cristinismo, donde conviven sectores que combatieron armas en mano y hoy plantean autocríticas (“macana”, le llamó Kunkel) con otros que endiosan esa experiencia fracasada y que, hasta peligrosamente, convierten en héroes a imitar a los guerrilleros en cada oportunidad que tienen.

Las distintas posturas de los cristinistas se expresaron a la hora de votar. De los 97 legisladores propios presentes, 51 votaron a favor. Kunkel hizo punta y eso que, en aquel momento, era jefe montonero de la región. No participó del ataque al cuartel porque estaba detenido. Andrés “Cuervo” Larroque y Eduardo “Wado” de Pedro, los dos capos de La Cámpora, se encolumnaron con Kunkel. Los 16 que votaron en contra estuvieron encabezados por Remo Carlotto, hijo de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, que ahora contrató como asesor al juez español inhabilitado por 11 años, Baltasar Garzón. El magistrado, ya convertido en un defensor de todas las causas oficialistas, recibió el documento que le otorga la residencia pero no opinó sobre este tema. Si bien Baltasar sentó en el banquillo de los acusados a Pinochet y a Scilingo, también persiguió legalmente a los miembros de la ETA, quienes igualmente optaron por el foquismo terrorista durante períodos democráticos, lo mismo que Montoneros. Se opusieron, además, miembros del Movimiento Evita, como Leonardo Grosso y Adela Segarra, y los dos legisladores sabbatellistas, pese a que el Partido Comunista que los parió supo condenar con contundencia a la ultraizquierda de aquella época. Entre las treinta abstenciones hay que mencionar a Edgardo Depetri y Agustín Rossi, dirigentes de Unidos y Organizados, y un caso muy particular, el de Horacio Pietragalla, que si bien integra La Cámpora se diferenció por cuestiones familiares: sus padres desaparecidos fueron parte del comando del Ejército Montonero que se mandó esa “macana”, al decir de Kunkel.

Es para una película de espionaje registrar que, además de Kunkel, hubo otro importante miembro de Montoneros que se puso el proyecto al hombro y recorrió el país explicando a sus viejos camaradas la intención: José “Yuse” Estigarribia, el paraguayo que hoy vive en Suecia, donde se quedó luego del exilio y cuya hija fue elegida diputada en ese país. El se entrevistó con Cristina y Kunkel y resolvieron apoyar la idea de Ricardo Buryaile, que fue el primero en ocuparse en 2010, cuando su proyecto original perdió estado parlamentario.

Algo muy profundo ocurrió en la cultura montonera, aunque en la superficie casi nadie haya mencionado el tema. Es un desafío intelectual y político extraordinario que seguramente encontrará su cauce de polémica más temprano que tarde. No hubo dos demonios, eso está claro. ¿Hay que mirar con compasión o ser crudamente críticos de aquellas formaciones especiales que apoyaron primero y luego enfrentaron a Perón? ¿Era correcta la idea de profundizar las contradicciones porque combatir contra las Fuerzas Armadas era más “claro” para el pueblo que enfrentar a Isabel? ¿Hay sectores minoritarios del cristinismo que, en voz baja, aún reivindican el crimen como instrumento de la lucha por el poder?

© Perfil

1 comments :

  1. Hubiera estado bueno este debate en la sociedad aunque en estas fechas turbulentas pero a la vez festivas hay que ser más prudentes y lo ideal hubiera sido que este debate se hubiera trasladado al proximo año.

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