jueves, 9 de agosto de 2012

Los presos que Vos guardáis...

Por Martín Risso Patrón

[Por respeto a los lectores de esta columna, en este lugar no transcribiré hoy las palabras que motivan su contenido, según es costumbre. Sólo adelanto que pertenecen a un Abogado que es director del Sistema Penitenciario Federal de la República ArgentinaComo inevitablemente habré de recurrir a mi fuente, que es él mismo,  Víctor Hortel, pido que me disculpen transcribirlas más abajo. De otra manera, no tendría yo  la oportunidad de intentar afianzar mi defensa de las instituciones republicanas]. Gracias.

El colmo del agravio

Con la misma guaranguería exhibicionista de Luis D’Elía, el actual director del Servicio Penitenciario Federal, Víctor Hortel, nos hizo conocer, en un breve resumen, lo más saliente de su curriculum vitae. En lo profesional, abogado penalista; en lo deportivo, pincharrataspolíticamente portador del orgullo K [“...mucho antes que funcionario soy militante...”], y en su calidad humana un negro de mierda [sic]. Estos son los rasgos relevantes legitimados por sí mismo, de un funcionario público de alto rango, en la cúspide del más importante de los servicios de Justicia de la República: El constitucionalmente republicano Servicio de custodia de los ciudadanos condenados por la Justicia. Además, cumple funciones políticas junto al ministro de Justicia de la República, Julio Alak, encomendadas por la superioridad, en una agrupación denominada, precisamente, “Negros de Mierda”. Repito, la escatología en el lenguaje no me pertenece. Pero siento que no está expresada sin motivo por parte de Hortel, y sí con motivo de un elíptico y agraviante insulto a la ciudadanía argentina.

Recordemos que el epíteto que acompaña a la ya de por sí connotada expresión racial de un color de piel, dolorosamente ha constituido y constituye en el lenguaje coloquial argentino, una despectiva designación clasista hacia los pobres y desprotegidos, que ha lacerado la historia nacional de manera contumaz desde los mandamases históricos. Entonces, decir de sí que se es negro y lo demás, en el contexto de poder en que se mueve un dirigente y funcionario relevante, más suena a discordia generada por un complejo racial o social no resuelto, que revuelve la herida provocada por el insulto histórico. Esa discordia está generada en la prepotencia [que aquí caracterizo en la 2ª acepción RAE, para que no existan dudas] de quién, una de dos: O le queda muy grande el sayo republicano que lo inviste, o está convencido que habrá que adoptar una solución final... para con los blancos. Igualito que D’Elía. Por supuesto que también en línea con Alak y demás militantes de su agrupación kirchnerista, mencionada ya arriba y que me cuesta enunciar.

No puedo dejar pasar que en su “curriculum” este personaje incluye lo de pincharratas. Es público y conocido que así se les llama a los simpatizantes del prestigioso equipo de fútbol Estudiantes de la Plata. Para lo que no encuentro explicación, es para entender qué valor aporta a los antecedentes personales de un funcionario de la Justicia su filiación futbolera, a no ser que ello esté connotando que el tablón sea una condición de lustre, sin la cual no sería posible auxiliar a la Justicia en la guarda de los presos. Algo así como prepotencia de barrabrava, vea. Y ahí sonamos Doña Clota, porque lo que es yo, larrrgo... como dijo Gardel, porque sólo a las bolillas, y eso...

De las murgas culturales

Ha sido visto este Hortel integrando una murga carcelaria codo a codo, baile a baile, con los violadores, asesinos, pungas y qué se yo que le fueron confiados por los jueces de la Constitución nacional para su custodia. De entre ellos, varios connotados artífices de la violencia, vastamente publicitados.

Aducen sus mandantes, incluida Ella, que se trata de resocializar a los presos. Para el razonamiento argumental de la Presidente y los otros de ella, esto incluye a quienes ni siquiera aprobaron su ingreso en capacha. Parece ser que cuanto más nuevo, el preso, mejor. No cuenta su reciente ingreso a los penales, para convertirse en militante con vocación cultural. No me equivoqué, Doña: dije convertirse en militante. Porque también los sacan a la calle como claque de actos políticos a los que Hortel pone la logística.

Pero lo grave de esta situación, es lo que viene.

¿Y la Justicia qué hace?

El aparato judicial es laberíntico, y eso no es criticable, dada la gravedad de cualquier decisión que deba ser tomada, pues ésta siempre, siempre, afectará a algún ser humano, para bien o para mal... Un laberinto de años, pasillos, cajones, salones, salas, calabozos, esperas, sillas, sillones, números, expedientes, ratones, empleados mala cara, empleados buena cara... ¡y finalmente: Los Jueces!

La Justicia como Poder del Estado republicano es la cabal concreción de la majestad de la Justicia en sentido filosófico y moral. Tiene independencia y es más, soberanía absoluta en la custodia de los valores de la convivencia.

Pero algo sucede en esto de la custodia de los prisioneros que la sociedad mantiene bajo custodia, hoy,  en la República Argentina. Muy sencillo: Si hay presos que salen de su alojamiento, puede deberse a por lo menos una de estas causas: 1] Cumplieron o se les conmutó su condena, 2] O tienen salidas transitorias debidamente sujetas a Derecho, o 3] Se fugaron, o  4] Se murieron... Salvo la causa señalada con el número 3, todas las otras y sus variantes, que son muchas, deben ser rubricadas por el Juez que entiende en el expediente de cada caso.

Si los presos que custodia Hortel salen para reconciliarse buenamente con la sociedad a la que violentaron y ésta los metió en la redonda mediante los Jueces, y acometen recitales de rock, murgas u otras variedades del varieté político-cultural, es porque un Juez lo permitió, o porque Hortel corrió el cerrojo porque tiene el llavero, sin meterse en el laberinto. Vaya uno a saber. De una u otra forma, los procedimientos que se siguieron, a estar por la información pública, fueron expeditivos y minga de culturosos. Fueron organizados y ejecutados para agregar hinchada en las tribunas de los actos kirchneristas. Y esto, a todas luces, es un agravio a la Justicia como práctica social. Mientras los laburantes y jubilados aportan al fisco para mantener las cárceles, sus huéspedes... de joda política.

Una idea, pero algo equivocada, vea

Eso del “Vatallón Militante” constituye otra injuria a la sociedad. ¿Sabe qué, Doña Clota?, eso suena a algún acorde de las marchas de oscuras botas que en la noche salían por las calles a patotear, asesinándolos, a opositores, buena gente, judíos y otros diferentes por las húmedas calles alemanas; las SA [Sturmabteilung, Secciones de Asalto nazis], o sus equivalentes estalinistas y franquistas.

No deja de ser interesante regimentar a los presos, si por esto se entiende que su percepción de la realidad social debe encolumnarse en un mínimo concepto de orden de convivencia. Recientemente el diputado nacional salteño Alfredo Olmedo hizo público su proyecto de ley para que los reclusos paguen su deuda con la sociedad en efectivo; esto es, que trabajen ellos, para solventar la hotelería. Es bueno; sabemos que, por lo menos en Salta, el presupuesto por cada ración para un niño en un comedor escolar se sitúa entre 180 y 200 veces menos que la dieta calculada y ejecutada para un preso federal. Los contribuyentes pagamos tamaña desproporción por destinatarios diametralmente opuestos tanto en necesidades nutricionales, como en capacidad de generar su propio alimento.

¡Qué bueno, don Hortel y don Alak, que se pueda formar el Batallón Laburante en las cárceles! ¿No?

Ah, una última cosita. Dejen de autocalificarse como “negros de m...da”; eso no está bien. Las razas no merecen ser calificadas por su color, ni por nada. El uso de la Lengua también constituye un valor al que hay que cuidar, porque como hablamos los adultos, así hablarán y escribirán nuestros futuros ciudadanos. Eso... sin contar que lo que se dice desde la función pública utilizando de mala leche el lenguaje... ineludiblemente marca el nivel del Ejecutivo nacional. O sea.

© MRP

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