Por Alejandro Katz (*)
Cuando el domingo por la noche, en el centro de campaña que el gobierno había establecido en el barrio de Chacarita en la Ciudad de Buenos Aires, el presidente Alberto Fernández invitó a sus seguidores para que “el miércoles llenemos la Plaza de Mayo y celebremos este triunfo como corresponde”, los observadores pusieron expresión de asombro: la coalición que lo llevó al gobierno había perdido por más de ocho puntos porcentuales las elecciones legislativas celebradas ese día, lo que implicó ceder cinco senadores y con ellos, por primera vez desde el regreso de la democracia 38 años atrás, el control de un Senado en el que siempre había tenido quórum propio. El gobierno también quedó en paridad con la oposición en la cámara de diputados, y perdió en provincias y en municipios que eran considerados feudos imbatibles del peronismo.