sábado, 21 de agosto de 2021

¿Cuál es tu límite?

 Por Carlos Ares (*)

Las fotos? ¿La impunidad? ¿Que te mientan en la cara? ¿Que además te griten? ¿El recuerdo de los perseguidos? ¿De los que murieron solos? ¿Los que podrían estar vivos si les hubieran dado las vacunas que se robaron Vizzotti, Zannini, Massa, Eduardo Valdez, parientes y militantes? ¿Que no pidan perdón ? ¿Que no renuncien? ¿Que los jueces sean cobardes? ¿Qué más? ¿Qué otras pruebas necesitás? ¿Cuál es tu límite?

¿Cuándo, en qué momento, a causa de qué una persona decente, un hombre común, se harta, se para, alza la mano hecha un puño, la abre, muestra la palma, y en un tono que deja ver la mecha corta encendida, con espuma entre los labios dice, advierte a quién sea, “no, no”, “basta”, “pará”, “hasta acá”?

¿Cuándo comprende al fin que no se hacen cargo de nada, que siempre le echan la culpa a otro? ¿Cuándo se da cuenta de que le chorearon los mejores años de su vida con discursos, marchitas, consignas? ¿Que así como va tampoco habrá futuro para sus hijos? ¿Cuándo se le llenan los ojos de lágrimas a causa de la bronca y la impotencia que siente?

¿Cuándo deja de justificar todo? ¿Cuándo decide que no va a llegar a viejo siendo un pelotudo? ¿Cuándo comienza a tener ganas de sobresaltarlos del sillón con una puteada? ¿Cuándo imagina que les daría un trompazo en la nariz, o les cerraría la boca de un bife? ¿Cuándo se le inflama la yugular? ¿Cuándo está por vomitar un grito que los haría temblar de espanto?

¿Cuándo, quién, de acto, de palabra, qué turbio Moyano, qué siniestro Fernández, qué patrón, qué cínico, hipócrita, abusador, qué Cafiero, Alperovich, Insfrán, Zamora, confiado en que nada de lo que hace, dice, nunca tiene consecuencias para él, tira del que parece ser un atropello suelto más, rasga la íntima, sutil, tela del límite, toca inaceptable y detona la saludable ira? ¿Qué parte del cuerpo social, elástico, el que resiste todo, sobre el que se ríen, saltan, asaltan a diario las Dondas, los artistas cómplices, de pronto se endurece, se inflama, se revuelve, se brota, bufa una llamarada de dragón?

¿Es por acumulación de declaraciones vacías, promesas incumplidas, estafas reiteradas, que se hinchan los huevos o se da, sin más, por el goteo constante de leche hervida? ¿Hay antes una cantidad irrecuperable de tiempo perdido? ¿Una suma de pesadillas? ¿De fallos, sentencias, anuncios denigrantes que rebasan la paciencia? ¿Son desprecios cotidianos, insultos esporádicos, ofensas públicas, maltratos rutinarios, o basta con una sola acción inhumana, criminal, como la de los canallas que se robaron vacunas, para que salte el fusible del debate razonable, la térmica de la calentura?

¿Será que un día mirás con tus propios ojos y ves lo que siempre estuvo ahí? ¿Por qué razón los mismos videos de YouTube en los que revolean bolsos, se escuchan las gravísimas acusaciones de Alberto a Cristina, a Massa jurar que metería presos a los ñoquis de La Cámpora, que pasaron como si nada, resultan ahora evidencias de la memoria, testimonios inapelables que demuestran lo que ya eran, lo que en verdad son? ¿Por qué no fueron un límite? ¿Qué más hacía falta? ¿Cuándo es que quedan de lado excusas, militancias, ideologías, la obediencia debida, y comenzamos a pensar por nosotros mismos?

¿En qué doctrina, dogma, con qué verso nos han formateado para negar los hechos, lo que se ve, lo que hacen, lo que no hay relato que tape, encubra, lo que se sabe de solo haber vivido? ¿Por qué cuesta tanto aceptar que ese rejunte es un pacto histórico entre familias mafiosas de la derecha sindical, buchones de la dictadura militar, con la oligarquía estatal, los Kirchner, Cafiero, Scioli, Moreau, Felipe Solá, financiado por empresarios vividores del Estado, bendecido a su vez por los que prometen el reino de los cielos? ¿Cuándo se sobrepone la dignidad al riesgo de abandonar el refugio seguro, la pertenencia, el mandato, el temor a la condena bíblica, la virtual, a la excomunión?

¿Hasta dónde se ve afectada la razón de ser humano, de estar, de bancar, de seguir, si se deja pasar, se convalidan la mentira, el engaño, el delito flagrante, la corrupción, la miseria, el dolor que causan, y se resigna el respeto que nos debemos a nosotros mismos? ¿Cuál es el límite?

¿Cuál es tu límite?

(*) Periodista

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