jueves, 16 de junio de 2016

GÜEMES

SU VISIÓN AMERICANA, PENDIENTE 
DE RECONOCIMIENTO

Por Martín Risso Patrón

Desde Bartolomé Mitre, y por decisión de él, transcurrieron casi 200 años de ignorancia sobre la verdadera historia nacional de la Guerra del norte liderada por el General Martín Miguel de Güemes, llevándonos esto a la tragedia del silencio, la aculturación del Pueblo argentino, y la negación de la unión latinoamericana. 

Aunque leal resulta aquí destacar que Mitre, cuando ya retirado de la política y las guerras, a fines del s. XIX, y en el seno de la corporación numismática histórica que fundó académicamente, origen de la actual Academia Nacional de la Historia, hizo acuñar una medalla en cuyo anverso se observa una carga de la caballería gaucha y en el reverso una loa al General, de su pluma. Esta medalla le fue entregada como testimonio a los nietos de Güemes.

Sí, pues, el silencio sobre la Verdad de la ausencia de una América Libre y Unida. [Preguntar por Artigas, por Bolívar y por ese denostado líder Don Felipe Varela, que en su bandera insignia llevaba estampado el grito: "Por la Unión Americana"]. Preguntar por Güemes.

Mientras el General Gaucho daba su vida borrando fronteras [con la negación del Directorio] aquí por lo pagos del norte, los otros dividían el sagrado suelo americano, San Martín entre ellos, y Belgrano con algunos otros perdían terreno en sus batallas.

Hoy hay quienes discuten sobre el "feriado" [que nadie plantea en el contexto del reconocimiento nacional a Güemes como Héroe de la Independencia], sin tener ni idea de su importancia en esas épocas de sangre y fuego, para bien de la Patria. Son múltiples y variados los documentos que testimonian la vocación americanista del General.

A despecho del centralismo portuario del Directorio, y cosquilleándoles las verijas al caballo en retirada de los Godos y sus quintas columnas traidoras autóctonas del criollaje local bien avenido con Buenos Aires, nuestro Gaucho General hilvanó el perfil patrio en el trópico de Capricornio.

Carecía por culpa de la burocracia porteña de la más importante condición militar para la guerra: la logística de la munición de boca y de las armas; pero lo resolvió con la sabiduría del montaraz, desarrollada en largas siestas de niño observador y adaptado a las labores en la hacienda de su padre, que lo llevara a conocer la topografía del terreno tanto como al peón y su familia, en su riqueza cultural y adaptación al terreno. Güemes logró abastecerse de carne, pan y lo elemental para el alimento de su tropa, en las mismas familias de los criollos y originarios que veían en él al Líder insustituible y que seguro venían de estirpes de Pueblo como los Chocobar, los Guaymás, los Villca, los Quipildor, los Puca y Tacataca [perdón paisanos, pero son muchos más los apellidos ilustres de la Guerra de Güemes que sin estar en el olvido, hoy escapan a la memoria, pero subsisten en su sangre americana y son nuestros vecinos]. Sus mujeres amasaban generosos panes, espiaban e informaban, carneaban y charqueaban y cultivaban la tierra para las verduras. La propia hermana del Héroe, Magdalena Güemes de Tejada, popularmente conocida como La Macacha, elaboró toda esa estrategia de poner a la mujer en papel de guerrera, lográndolo con creces pues multiplicó las huestes patrias con las gauchas hembras cuya historia todavía está por contarse.

Esa suerte de aislamiento al que Buenos Aires con sus doctrinas de la Guerra estática sometieron a Güemes, no hizo mella ni siquiera en los dineros con que les pagaba los duros esfuerzos a sus gauchos soldados: El General se permitió acuñar moneda de plata, y eso, en el contexto político nacional, fue un acto de valientes.

Su doctrina militar [era formado como soldado de carrera], estuvo por sobre el concepto europeo de la tropa inmóvil y la carga de caballería con el batir del cañón, y se innovó, viene muy bien esta metáfora, a caballo de la realidad del terreno y de sus gentes. Inventó, Güemes, la guerra ligera, el combate móvil en base a la Caballería, la sorpresa y el coraje de la lanza y el sable degollador. El sigilo y la astucia de sus cuadros, sumados al conocimiento íntimo del terreno, hicieron lo suyo en la Guerra Gaucha. Los resultados están a la vista.

Pero su visión fue más allá, mucho más allá, profundizando en la cuestión social de sus combatientes, para quienes logró el Fuero de Soldado [estatus laboral y profesional del que lo excluía Buenos Aires, precisamente por quitarle valor a la estrategia no convencional que cultivaban], al que Güemes bien llamó el Fuero Gaucho, que se tiene también como origen o matriz de las futuras cuestiones sindicales que necesitaría el país en su soberanía. Y lo más importante: Su perspectiva nunca, nunca, dejó de encontrar la razón para tener una América Unida. Esta América mestiza.

Porque Güemes, Paisanos queridos, es el más americanista de nuestros héroes nacionales. El testimonio fundamental, su propia vida.

© Agensur.info

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