lunes, 20 de abril de 2015

El oxígeno opositor para terminar con el síndrome de Estocolmo

Por Fernando González
El poder vive de las estadísticas pero también de las sensaciones. Y la sensación de los últimos días indicaba que el kirchnerismo se revitalizaba a partir de sus debilidades. Presionar a los jueces y a los fiscales con causas sensibles. Denigrar la denuncia, la persona y hasta a la madre del fiscal Alberto Nisman. Detener la investigación de Claudio Bonadío sobre los hoteles de la Presidenta. 

Y confluir en un mismo espacio Cristina Kirchner, el candidato Daniel Scioli, el hijo Máximo y el aura del Papa Francisco, quien se ha dejado rodear por el ímpetu kirchnerista lo mismo que ciertos dirigentes y consultores, víctimas de un síndrome de Estocolmo electoral que se terminaron enamorando del mismo verdugo que tanto los había castigado.

Esa sensación de los últimos días tuvo un cambio contundente anoche. Los triunfos de la UCR en las primarias de Mendoza y, sobre todo, el más sorprendente triunfo del humorista Miguel Del Sel en las primarias de Santa Fe se convirtieron en una tormenta que alimentó las expectativas algo desteñidas de la oposición para reemplazar al kirchnerismo en el poder. La victoria del radical Alfredo Cornejo revivió las esperanzas de sus coprovincianos presidenciables, Ernesto Sanz y Julio Cobos, y el golpe que Del Sel le dio al socialismo en Santa Fe robusteció las chances de Mauricio Macri, quien se apuró a celebrar junto al Midachi y espera prolongar la racha el domingo próximo con la ratificación de la hegemonía que el PRO tiene en la Ciudad de Buenos Aires. Especialmente, si el candidato a sucederlo en el gobierno porteño termina siendo su preferido, Horacio Rodríguez Larreta, sobre la rebeldía partidaria que encarna inesperadamente la senadora Gabriela Michetti.

Está claro que ni una elección ni dos ni tres victorias consecutivas garantizan nada. En los comicios que se vienen, el kirchnerismo podrá conseguir buenos resultados también y la sensación de triunfo trasladarse de la oposición al oficialismo en cada instancia porque la elección presidencial va a ser una disputa muy reñida. Todavía no hay nada resuelto. Daniel Scioli tiene buenas chances de convertirse en presidente como también (y ayer se comprobó) las tiene Mauricio Macri y todavía las tiene Sergio Massa, quien respaldó a los radicales en Mendoza. Pero si la oposición quiere desplazar realmente del poder al kirchnerismo deberá dejar de lado las mezquindades y las confusiones para entender que el fin de ciclo incluye, además de un triunfo electoral, una batalla cultural que le ponga fin a los años de intolerancia política, de estancamiento económico y de aislamiento internacional que impidieron el salto demorado del crecimiento al verdadero desarrollo.

© El Cronista

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