lunes, 6 de abril de 2015

El marketing electoral de la irresponsabilidad

Por Fernando González
Sólo hay que observar los últimos hechos para entender cómo va a terminar su gestión la Presidenta. Será a su aire y jugando a fondo la estrategia de confrontar hasta el último minuto. La decisión del Banco Central de presionar al Citibank y la respuesta de la Cancillería argentina a una opinión negativa de una funcionaria estadounidense sobre nuestra economía son señales inconfundibles que van en la misma línea de las denuncias contra el banco HSBC por cuentas bancarias de argentinos en Suiza y que el marketing de las maniobras financieras contra los fondos buitres, acreedores de la deuda argentina en default.

Como Led Zeppelin, la canción es la misma. Promover la idea de que se está articulando una batalla contra el poder económico internacional para ocultar las debilidades actuales de una economía deficitaria por donde se la mire; envuelta sin remedio en un proceso inflacionario y con un desequilibrio entre los más ricos y los más desamparados tan notorio que el Gobierno no se atreve siquiera a hacer públicas las cifras alarmantes de la pobreza.

El resto es jueguito para la tribuna, que por cierto ha sido amplia en el pasado reciente y muy receptiva a comprar los argumentos épicos del kirchnerismo. Cristina ajusta las clavijas de su poder menguante en el plano interno (como bien lo cuenta Luis Majul en su columna de hoy en El Cronista), y despliega su arsenal de fuegos artificiales en el escenario internacional. La respuesta del canciller, Héctor Timerman, a las críticas que la subsecretaria para el Hemisferio Occidental de EE.UU., Roberta Jacobson, le hizo a la economía argentina (dijo que la veía en ‘muy mala forma‘) tiene momentos desopilantes.

Como aquel en el que señala que el 70% del planeta tiene ‘una distribución del ingreso más igualitaria‘ que la de los estadounidenses, sin citar fuentes estadísticas pero producto de la crisis subprime que obligó a la primera potencia del mundo a hacer ajustes, a salvar a sus bancos y a subsidiar a su industria.

La respuesta a EE.UU. fue parte de un cóctel de semana santa que incluyó la ofensiva del titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, contra el HSBC por las cuentas de argentinos en el exterior reveladas por un arrepentido. Y la andanada del Banco Central contra el Citibank por priorizar los fallos de la justicia estadounidense en detrimento de las decisiones del Gobierno en el pago a los acreedores de la deuda en default. El conflicto contra los referentes del poder económico internacional enciende el corazón de Cristina y emborracha de entusiasmo el costado más irresponsable de funcionarios como Axel Kicillof o Alejandro Vanoli.

Todos ellos están convencidos que la suma de estas cañitas voladoras los ayudarán a obtener un resultado más decoroso en las elecciones presidenciales. Profundizando la grieta con el resto de la dirigencia opositora, e incluso con muchos de los propios. No importa el futuro, sino sólo el presente. Y parecen haber convencido a los adversarios porque Mauricio Macri, Sergio Massa y Margarita Stolbizer han polarizado sus estrategias de campaña. Es Cristina o los otros. Una secuencia dramática muy atractiva para la narrativa del periodismo pero espantosa para el desarrollo de un país que necesita el oxígeno simple de las decisiones racionales entre el gobierno que se va y el gobierno que viene.

© El Cronista

0 comments :

Publicar un comentario