Por Carlos Lombardi
Nuevamente la violencia religiosa islámica. Otra vez el
asesinato en nombre de dios y contra las libertades laicas. De nuevo,
justificada en el torpe argumento de “no ofender los sentimientos religiosos”.
Otra vez, el terrorismo que no tiene ningún problema en presentar la imagen de
un dios sangriento, el mismo al que le rezan los otros dos monoteísmos
históricos.
No se equivocó Chiristopher Hitchens cuando sostuvo en un
capítulo de su obra que la “religión mata”, relatando sus experiencias en
ciudades como Belfast, Beirut y Belgrado, entre otras, donde se asesinaba por
convicciones religiosas. “En Belfast he visto calles enteras quemadas por la
batalla campal sectaria entre diferentes facciones cristianas…”. En Beirut… “el
principal partido cristiano era en realidad una milicia católica denominada
Falange…”; la cuestión en Belgrado (hasta la década de 1980, capital de
Yugoslavia), se centraba“en la creación de unEstado títere de los nazis,
centrado en Croacia, que gozaba del amparo del Vaticano y que con toda
naturalidad trataba de exterminar a todos los judíos de la región, pero que
también desarrolló una campaña de conversión obligatoria dirigida a la otra
comunidad cristiana” (se refería a los cristianos ortodoxos, la mayoría
serbios) (1).
Ahora le tocó el turno a un semanario francés que utiliza el
subgénero de la sátira como medio de expresar su crítica y disconformidad
contra diversos aspectos del islam y sus dirigentes. Subgénero demoledor, sobre
todo, en materia política. Y de nuevo, la violencia.
Desde varios puntos de vista puede hacerse el análisis del
asesinato de los periodistas: la cuestión geopolítica del islam en Europa (y de
las religiones en general); su influencia en las relaciones internacionales;
cómo y por qué se benefician algunos líderes mundiales; el conflicto entre
libertad religiosa y libertad de expresión; el problema del sentimiento religioso
como obstáculo para el ejercicio de libertades esenciales. Hay otros, también
vigentes, que interesan destacar brevemente.
1. La violencia
“divina” en el ADN de los monoteísmos.
De todos los escenarios culturales donde se desarrolla la existencia
humana, el religioso es donde se observan y concentran casi todos los matices
de la violencia: simbólica, física, psicológica, económica, institucional.
Tremenda paradoja ya que, supuestamente, el mensaje que portan los credos busca
la felicidad de los hombres. Y el sector más afectado, gracias al dios
patriarcal, es el femenino. No en vano, los especialistas reiteran que los
monoteísmos históricos han representado a las mujeres como santas, madres,
putas o tontas.
Fue la activista y escritora AyaanHirsiAli quien advirtió
que las reformas al islam son falsas y “pronto se dio cuenta de que el problema
era la fe en sí” (2).El proceso de
“conversión” de la escritora hacia la no creencia fue doloroso. “No entendía
que si Alá era realmente compasivo y omnipotente pudiera tolerar, y hasta
exigir, que me pusiera detrás de mi hermano para rezar, y obedeciera sus
caprichos, ni que los tribunales considerasen que mis declaraciones tenían
intrínsecamente menos valor que las de él” (3).
Elección del futuro marido; mutilación genital; crueldad
clerical; barbarie etnoreligiosa son algunas de las proyecciones de la
violencia hacia las mujeres que sostienen no pocos sectores de aquella
religión. Y lo que se observó en Francia no extrañó. El terrorismo utiliza el
delito de blasfemia para manifestar su ira y “corregir” a los infieles, no
importa si son varones, mujeres o niños.
La violencia religiosa tiene su fuente en los sistemas
jurídicos que regulan las religiones, en particular, en el derecho divino,
núcleo de los mismos. En el caso del islam la mediación humana es ínfima: las
normas dictadas por Alá deben cumplirse. En el caso del catolicismo romano, por
ejemplo, la mediación humana es central ya que sirve como medio de control y sojuzgamiento
de las conciencias, y con un objetivo clave: la salvación. Así funcionan estas
especies de sistemas jurídicos, sustancialmente, contrarias a derechos humanos.
Violentos no son sólo ciertos sectores del islam: el
catolicismo romano conserva tanto en sus normas como en numerosos versículos de
las sagradas escrituras pasajes que son un culto a la violencia en cualquiera
de sus matices.
Pepe Rodríguez sistematizó, milimétricamente, los versículos
de la biblia católica que relatan conductas y hechos violentos, tanto en el
Antiguo como en el Nuevo Testamentos, entre ellos:muerte violenta, apedrear,
lapidar, degollar personas, acuchillar, matar a filo de espada; relatos de
guerra, sean asedios, entregar Dios un ejército o pueblo a sus enemigos; exterminios
masivos, aniquilamientos; expolio de bienes ajenos, saqueos, botines y
apropiación de tierras y bienes de los pueblos vencidos en una batalla;
esclavitud, sometimiento y compra-venta de personas; sentimientos y hechos
violentos contra el prójimo, sea por venganza, desprecio, odio religioso, o
cólera; violencia contra las mujeres sea mediante la violación, el concubinato,
mujeres como botín, prostitución y asesinatos masivos (4).
Todo esto está vigente, y el argumento que exige no
descontextualizar para una “sana” hermenéutica no pasa de ser una falacia.
Quienes no descontextualizaron fueron - en cada período histórico - pasados a
degüello, o llevados a la hoguera como infieles, herejes o apóstatas.
2. La violencia
“profana”, imagen de dios y la espiral sin fin. Pero las religiones también
sufren violencia, sea de parte de otras, como de sectores no religiosos. Es lo
que ocurre con los cristianos en Extremo y Medio Oriente, donde son perseguidos
y asesinados por sectores musulmanes, sobre todo, por el nuevo Estado Islámico
cuyos fundamentalistas no les tiembla el pulso a la hora de asesinar en nombre
de su religión.
La espiral violenta no cesa porque entra a tallar la imagen
del dios que se defiende. Aquí se entra en un callejón sin salida porque las
imágenes de la deidad creadas por los hombres son casi infinitas.
El dios de los monoteísmos, sobre todo el judeo-cristiano,
tiene cientos de imágenes, todas utilizadas en beneficio de los intereses más
diversos. Sino habría que preguntarles a los genocidas Hitler, Mussolini,
Franco, Videla y Pinochet en qué dios creían y con qué religión tranzaron. Bush
hijo llamó a luchar contra el “eje del mal”, en un discurso en clave
religiosa/política y como respuesta a Bin Laden quien también “alabó” a su dios
estrellando aviones contra dos rascacielos, con miles de muertos.
Hay otras imágenes: la del “pantocrátor”, el dios de los
ejércitos utilizada hasta el hartazgo por las dictaduras militares
latinoamericanas y que avaló el genocidio, la tortura y el robo de niños; el
“dios del agujero”, en palabras del jesuita Carlos G. Vallés, aquél al que
recurren los creyentes cuando sus vidas “se les va de las manos”. Está el dios
de los hinduistas en sus tres modelos (dios de la devoción, de la negación y de
la acción); está el no-dios del jainismo, y la cuenta sigue…
La imagen de dios que se tenga es elemento clave para
explicar los actos de violencia, siempre en su defensa, contra los que hieren
los sentimientos de los fieles. Curiosamente, la mayoría de ellas con componentes
antropomórficos (como el dios del clero católico, creado a su imagen y
semejanza, y cuyo primer ideólogo fue el misántropo Pablo de Tarso).
3. El sentimiento
religioso y el “olvido” del papa Francisco. Además del fundamental factor
geopolítico, el atentado contra Charlie Hebdo volvió a centrar la atención en
la cuestión del sentimiento religioso y su oposición a la libertad de
expresión. Fanáticos “ofendidos” no sólo aparecieron en tan lamentable atentado
terrorista. Los encontramos a la vuelta de la esquina.
Es un hecho detectado por los sociólogos que en nuestra
época la base de la experiencia religiosa sea lo emocional y lo sentimental.
Aunque no es nuevo. Fue Bertrand Russell quien sostuvo que “no son los
argumentos racionales sino las emociones las que hacen creer en la vida
futura”. Mientras que Ludwig Feuerbach consideraba que “la esencia del
cristianismo es la esencia del sentimiento. Es más agradable para el
sentimiento ser pasivo que actuar, ser redimido y liberado por otro que
liberarse a sí mismo; es más cómodo hacer depender la salvación de otra persona
que de la fuerza de actividad de uno mismo”(5).
Ahora bien, que un grupo de personas se sienta “ofendido”
por caricaturas basadas en la sátira como subgénero contra un profeta religioso
¿justifica matar a los “ofensores”?
En nuestro país la violencia de los ofendidos tuvo
respuestas diversas, dependiendo de los casos. Célebre fue el de “Ekmekdjian”,
jurista que se sintió agraviado por las palabras de un escritor hacia una
virgen católica. Los casos más comunes - y que aparecen cíclicamente - son los
que lleva a cabo el integrismo católico cada vez que una muestra artística no
es “políticamente correcta”.
Paradigma de ello fue la muestra retrospectiva del artista
León Ferrari en Buenos Aires en 2004. En esa circunstancia, el arzobispo de
Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, se levantó en contra de la muestra (con
similar “sentimiento” que el grupo islámico de París), en contra de la libertad
de expresión y sostuvo: “Hoy me dirijo a ustedes muy dolido por la blasfemia
que es perpetrada en el Centro Cultural Recoleta con motivo de una exposición
plástica. También me apena que este evento sea realizado en un Centro Cultural
que se sostiene con el dinero que el pueblo cristiano y personas de buena
voluntad aportan con sus impuestos", añadió el purpurado. Y exhortó a que
"frente a esta blasfemia que avergüenza a nuestra ciudad, todos unidos
hagamos un acto de reparación y petición de perdón el próximo 7 de
diciembre", vísperas del Día de la Inmaculada Concepción” (6).
Once años después, como papa Francisco, salió a condenar
como “execrable” el asesinato de periodistas de Charlie Hebdo, pero se “olvidó”
de condenar, también, el atentado contra la libertad de expresión. Coherencia
clerical en estado puro.
4. Monoteísmo, dios
absurdo y enajenación. El caso
Charlie Hebdo, lamentablemente, no será el último. El terrorismo religioso de
base monoteísta, no descansa, ni Europa, ni en América.
“Hasta ahora la religión siempre había sobrevivido a las
religiones”, decía Georg Simmel. En pleno siglo XXI sigue matando, los cuerpos,
las mentes, el espíritu, en nombre de la imagen de una deidad creada por los
hombres. El vínculo con esa imagen que se considera sagrada es la que crea el
“sentimiento”… y es lo que también lleva a matar.
En nombre de un dios absurdo y sanguinario - que sigue
presente en las escrituras “sagradas” - el terrorismo de cualquier credo sigue
matando libertades - demasiadas -; su dios - cualquier dios -, así lo pide.
“Parece que la idea es que debería buscar una religión mejor
y más humana que el islam en vez de refugiarme en la incredulidad”, decía
AyaanHirsiAli. Pero rápidamente cayó en la cuenta que la enajenación la iba a
encontrar en cualquiera que buscara: “¿Una religión de serpientes que hablan y
jardines celestiales? […] La postura cristiana ante el fuego del infierno
parece menos dramática que la visión musulmana con la que he crecido, pero el
pensamiento mágico cristiano no me atrae más que los ángeles y djinns de mi
abuela” (7).
En definitiva, la joven optó por la libertad en vez de una
“escatología de locos, con su pulsión de muerte y su profundo desprecio de la
actividad mental”(Hitchens); optóporel único mundo que tenemos, en vez de una
“dictadura celestial” que el terrorismo religioso no se cansa de proclamar.
(*) Abogado, docente,
experto en temas religiosos
Notas
(1) Hitchens, Christopher, Dios no es bueno, 1º ed., Bs. As., Debate, 2008.
(2) Hitchens, Christopher, Dios no existe, Buenos Aires, Debate, 2009, p. 643.
(3) Op. cit., p. 644
(4) Rodríguez, Pepe, Mentiras
fundamentales dela Iglesia Católica, Barcelona, Ediciones B, 2011, p. 82.
(5) “La esencia del
cristianismo”, en www.enxarxa.com/.../FEUERBACH%20La%20esencia%20del%20cristia...
(6) “La Iglesia
advirtió que la muestra de Ferrari "es una blasfemia", en
http://www.lanacion.com.ar/659247-la-iglesia-advirtio-que...
(7) Hitchens, op. cit. p. 647
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