domingo, 25 de noviembre de 2012

Los precandidatos

Por Alfredo Leuco
Anticipo: Roberto Lavagna será candidato a senador por la Capital. Se trata de un hecho político de gran importancia que relativizarán en lo inmediato, pero confirmarán en febrero y que obliga a reacomodar el escenario poskirchnerista. En el peronismo, por distintas virtudes, hoy existen otros cuatro grandes jugadores además del ex candidato a presidente y padre del modelo económico de Duhalde-Kirchner que logró sacar a la Argentina del infierno. Dos de los cuatro ya juegan abiertamente contra Cristina: Hugo Moyano y José Manuel de la Sota. Y los dos restantes son los candidatos más taquilleros (incluso por encima de Cristina) que miran y son mirados con sospecha por la Presidenta: Daniel Scioli y Sergio Massa.

De cómo se mueva ese quinteto que hoy articula consultas, afectos y reuniones más de lo que se conoce, depende quién será el próximo jefe de Estado a partir de 2015. No es una exageración de las estadísticas decir que el eje Buenos Aires-Capital-Córdoba, sumado al sector con mayor capacidad de movilización obrera, tiene gran parte de la batalla ganada.

Por eso es clave el paso que dio Lavagna antes de viajar a dar una conferencia a Marruecos. Porque le asegura el triunfo al peronismo en el distrito o, por lo menos, una pelea cuerpo a cuerpo por el podio con Gabriela Michetti y Pino Solanas dejando al cristinismo en el cuarto lugar.

Ese justicialismo sensato, dialoguista, de gran relación con la clase media y con excelencia técnica de Lavagna está muy bien posicionado en dos de las encuestas más confiables, pese a que aún no lanzó su candidatura. Es un territorio donde Scioli, Macri y Binner tienen mas de 32 puntos positivos de diferencia entre la imagen buena y la mala y donde Cristina logra un increíble 25% negativo producto de restar el 36% que la apoya del 61% que la critica. No es casual que sus caras porteñas más visibles tengan un desempeño bajo cero: Daniel Filmus y Aníbal Ibarra ostentan una diferencia negativa de 3 puntos y de 36, respectivamente.

Según las mismas consultoras, Córdoba es garantía electoral para De la Sota, y la provincia más grande de la Argentina tiene tanto en Scioli como en Massa un camino hacia la victoria. Todavía no está claro qué actitud tomará cada uno.

El intendente de Tigre, un fenómeno infrecuente en las mediciones, sigue construyendo alianzas con sus pares, y exporta su modelo de gestión y de combate a la inseguridad. Rechaza el costado más autoritario del oficialismo y es rechazado por los jóvenes camporistas, igual que Scioli, por encarnar “la restauración del neoliberalismo corporativo”. No olvidan la durísima calificación que hizo de los Kirchner en la embajada de Estados Unidos que luego filtró Wikileaks.

El gobernador goza de un período de coexistencia pacífica con Cristina. Es porque en su oportunidad los ataques, tanto de la Presidenta como de sus embajadores en la Provincia y hasta de Horacio Verbitsky, potenciaban el crecimiento de la figura de Scioli. En este sentido, fue todo un símbolo el último acto en La Plata. Acompañaron a Scioli en el saludo del escenario su hombre de mayor confianza, Alberto Pérez, que a su vez es el más duro verdugo de Martín Sabbatella y Ricardo Casal, el ministro que el asesor-periodista no pudo voltear. En las tribunas, alrededor de 4 mil militantes cantaron por Scioli presidente, y casi no hubo ni una sola bandera de Cristina o de Néstor. El afiche naranja que convocaba tenía el rostro del gobernador en primer plano con las imágenes de Perón y Evita atrás. A buen entendedor, pocas palabras. Los cristinistas ya saben a quién no quieren, y muchos peronistas bonaerenses apuestan a Scioli pero no dejan de observar los movimientos de calentamiento precompetitivo de Sergio Massa. Una cosa no quita la otra.

El caso de Hugo Moyano es inexplicable para cualquier europeo. La mayor incógnita a develar es por qué Gerardo Martínez dice, y sabe lo que dice, que la unidad de ambas CGT está más cerca que antes del paro. Martínez registró que la inflación que erosiona los salarios bajos y el impuesto a las ganancias que cepilla los sueldos más altos tienen muy molestos a los laburantes que votaron a Cristina. Hasta Antonio Caló llamó al Gobierno “a escuchar” las exigencias de sus adversarios circunstanciales de la otra CGT. Eso explica por qué muchos se insubordinaron a sus cúpulas sindicales y se sumaron a la protesta. Hasta la UOM, mediante un comunicado en defensa de Vandor, trató a Moyano de “compañero” y a Aníbal Fernández, uno de los gladiadores mediáticos de Cristina, como “un saltimbanqui trasnochado que no le llega a los talones” al viejo lobo metalúrgico.

Cristina oculta las acusaciones a Gerardo por su participación como buchón en el lugar más tenebroso de la dictadura más tenebrosa: el Batallón de Inteligencia 601. La Presidenta se traga ese sapo igual que en los casos de Armando Cavalieri y Oscar Lescano, entre otros que tienen más millaje en viajes de placer por el mundo que un ejecutivo del turismo. Sin embargo, la Presidenta chicaneó al honrado Pablo Micheli diciendo que no se imaginaba a Kosteki y Santillán viajando por Miami.

Contradicciones del relato que tiene demasiadas grietas producto del freno económico, el ajuste de tarifas de gas y luz que no excluye a los más pobres y de la impericia de enfrentar como verdaderos pajarones a los buitres en las batallas de Griesa y Ghana.

Hay fanatismo por instalar su lectura ideologista. Moyano lo explicó cuando reveló que le fueron a pedir que colaborara con un millón de pesos para la película de Néstor: “Lo querían mostrar como un Che Guevara moderno”. Y está claro que Kirchner no lo fue. Ni siquiera tuvo la trayectoria combativa ni la austeridad republicana de Lula, Dilma, Pepe o Bachelet. La suma de tropiezos enfureció a la Presidenta, que no dudó en llamar “tuerto” y “feo” a su ex marido para reivindicar que “miraba más allá que todos” y que “se quedó con la más linda”.

Porque te quiero te aporreo, parece ser una costumbre. ¿Era necesario desautorizar en público a Juan Manuel Abal Medina? “Yo no le llamaría piquetazo, Juan Manuel”, le disparó enojada desde el atril. Hay una mirada irracional que se consolidó entre el autoritario “vamos por todo” y el “ sólo me interesa el juicio de la historia”. A Cristina, en cambio, sí se la vio muy feliz el viernes en el Festival de Cine de Mar del Plata, rodeada de actores. Aguante la ficción.

© Perfil

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