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jueves, 4 de septiembre de 2025

A Javier Milei se le extravió la ilusión: la reelección sin contrincantes en 2027

 Por Roberto García

Perdió Milei. Extravió la ilusión, un símbolo, cierta pretensión futura. Se le perdió el unicornio azul del 2027: la reelección sin contrincantes, la falta de opositores, la alternativa de 4 años más de gobierno con la que soñaba y se jactaba hasta hace dos meses: la perennidad cultural de La Libertad Avanza.

Demasiada soberbia y exaltación, la misma que usa para calificar como el mejor ministro del mundo a ciertos colaboradores, discutibles varias de esas cocardas. Se había convencido, como muchos, de que no aparecían en la superficie rivales de fuste, en particular del kirchnerismo, para enfrentarlo por la Casa Rosada dentro de dos años.

Ni Cristina desde la prisión o su heredero natural, Máximo; tampoco Massa o Kicillof se perfilan con gallardía. Además, Mauricio Macri se ha desentendido de salvar a la patria desde ese cargo y aniquiló a posibles sucesores: Horacio Rodríguez Larreta Patricia Bullrich.

Por su parte, la UCR ultima su propio velatorio luego de varios años en terapia intensiva. Nada en el horizonte. Tampoco se le concedía relieve a la posibilidad de encumbrar a un empresario como outsider, sea un banquero triunfador o un exitoso tipo Marcos Galperin.

Pero algo ocurrió en el camino al foro ecuménico, imprevisto: en menos de 60 días surgen debajo de las baldosas figuras ambiciosas, treintañeras o septuagenarias. Para todos los gustos.

Sin duda, es la derivación de una monumental crisis política y económica desatada en ese breve lapso y que mañana convierte en importante a un acontecimiento electoral de escasa envergadura. Un comicio en el cual casi nadie sabe a quién vota en la provincia de Buenos Aires y, si conoce a cierto famoso candidato municipal, no ignora que ese aspirante renuncia al día siguiente de ser elegido (ya lo anunció Verónica Magario, por ejemplo).

Comicio en el que se supone será decisivo el poder o aparato de los intendentes, comprometidos en su propia suerte, que en cada distrito puede aportar o garantizar una presencia propia de 20% de los votos. Y como se presagia escasa participación popular, como se sabe, el 20% de 70% no es lo mismo que el 20% de 50%. Importa el aparato en esta ocasión.

De repente, entonces, se abrió la pista para cinco gobernadores que ya se visten de etiqueta (lo cual no les vendría mal ante el vestuario que suelen exponer), convertidos ahora en estrellas para el 2027. Justo los que se unieron cuando ninguno de ellos disponía este año de combustible suficiente para cruzar de una orilla a la otra.

Más: si el propio Javier Milei hubiera sido generoso, hubiese podido asociarse con alguno de ellos. Tema que purgó el domingo pasado: llegó cuarto en la elección de Corrientes cuando podría haber compartido el podio ganador con el radical sui generis Juan Pablo Valdés, que arrasó en la provincia. Saldo: una provincia menos para la administración nacional.

El otro quinteto crisálido se compone, obviamente, de aquellos que enhebró un añejo consultor profesional para constituir Provincias Unidas, una alianza en busca de musculatura en el comicio del próximo 26 de octubre. Con más deseos que potencia, pero Milei, con sus últimos pecados —de acción u omisión—, se encargó de darle anabólicos como si fueran de la Suiza argentina a ese frente invertebrado.

Elevó a sires de posibles presidenciables a Martín Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Ignacio Torres (Chubut), Carlos Sadir (Jujuy) y Claudio Vidal (Tierra del Fuego). También se integró al paquete Juan Schiaretti, ex mandamás mediterráneo que, a partir de la Cámara de Diputados desde diciembre, se postulará como hombre de reserva por si el país lo necesita ante una eventualidad institucional. Otro patriota.

Algo así como la garantía que ofrece Miguel Pichetto, ya que nadie apuesta a que si Milei se resfría, la vice Victoria Villarruel pueda suplirlo debido a la fiebre y al catarro consecuentes.

Son candidatos el atrevido y casi cuarentón Torres, a quien Schiaretti dobla en edad, mientras quienes se creen en madura plenitud son Llaryora y Pullaro, este último observado por el “círculo rojo” que siempre está a la búsqueda de un suplente.

Se advirtió mucho interés por el santafesino en la memorable noche de Clarín en el Colón, con un poder de convocatoria del grupo que denota un poder adicional. Con la curiosidad de que el CEO anfitrión, Héctor Magnetto, se preocupó por sacarse fotos con todos los invitados y no publicó ninguna de las instantáneas. Sea como un acto de igualdad democrática o de superioridad napoleónica. Vaya uno a saber.

Hasta ahora, estos gobernadores en modo postulantes participan de un mismo interés y van a tratar de alimentarse con los despojos de un Milei vapuleado por la economía y las denuncias de sus propios funcionarios, más reconocidos como amigos del campeón.

Estaba escrito. No aprendió el mandatario ni cuando despidió a su jefe de Gabinete, el breve Nicolás Posse, al que le reprochó haber hecho “inteligencia” (grabarla) sobre su hermana Karina y algún otro ministro. Un vodevil que se repite ahora con otros protagonistas, vergonzosos, a pesar de que judicialmente no encuadren para ser sancionados.

Parte de una Argentina en la que los medios se han solazado por recuperar videos de otra época, cuando una “orga” de intelectuales filo progresistas se burló de la jueza María Servini con el pegadizo jingle llamado “la jueza Burunburnbundia”, debido a una interpretación de censura previa en el programa de Tato Bores.

Quedó en la memoria la canción, pero no las disculpas que años después le transmitió por escrito a la magistrada, uno de los hijos del cómico. Todo pasa. No siempre para bien.

El tema volvió a la luz por una censura previa que ordenó, en la semana, un juez por instrucción de Patricia Bullrich, necia e inútilmente, sobre unos videos de Karina Milei. Ignorancia infantil sobre el mundo de los medios.

Igual, como todo tiene que ver con todo, los exaltados de ahora se olvidaron de que hubo felicitaciones en años pasados por haber aplicado censura previa a una solicitada a favor de los militares.

En el caso de ahora, en la sagrada defensa por la libertad de prensa se protegió, con intervención de las comisiones pertinentes del Congreso —en un acto de premura envidiable—, a un canal de streaming cuya propiedad, dicen, pertenece al segundo de la AFA, Pablo Toviggino, adláter del intocable Chiqui Tapia. Obvio, adalides de la libertad periodística para la SIP. Corresponde.

Como ambos dirigentes disponen de emprendimientos varios, ahora los reúne otra evidencia, fruto de sus habilidades profesionales: en la Liga Argentina de Fútbol hay tres punteros en cada zona; de esos seis equipos, uno es justamente de Chiqui Tapia, el otro de Toviggino, un tercero de Riquelme y algún otro de un cercano a Kicillof. Quizás son detalles que no son advertidos por la multitud que se queja de los arbitrajes.

© Perfil.com

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